¿Covidiento o covidiota? / Así es esto  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Como siempre, en sábado, me serví mi cuba de Bacardí blanco: harto hielo, dos deditos de ron (horizontales, claro), agua mineral a tope y un pisquito de coca cola. Ya sé que no se ajusta a la receta tradicional, pero así me gusta; amo el bacardí por su vocación democrática: económico, suave, de gran calidad. Y ¡zas! que al primer sorbo, a nada sabía, el paladar no paladeaba, el sabor no llegaba, el alcohol ni siquiera se percibía: lo intenté, aferrado, unas cuantas veces más, hasta que caí en la cuenta de algo inevitable: había perdido el gusto. Tiré mi cuba, y me dispuse a buscar los síntomas del covid, como todos, alterado, hasta cierto punto porque nunca había experimentado la sensación de ausencia de sabor. 

La información no era clara, porque no se asociaba mi pérdida con otros malestares: ni tos (aún), fiebre, dolores musculares o cualquier otro. Apenas sentí una leve tos, y apliqué el examen; y sí, era inevitable: positivo a covid. Cuarentena y medicamentos, los síntomas comenzaron y por suerte fueron leves: de vez en cuando leve dolor de cabeza y un poco de fiebre; la tos fue la única que llegó de forma relativamente constante, pero sin ser una molestia grave para continuar con mi día a día en el encierro. 

Soy profesor por vocación, este semestre particularmente la carga académica creció por diversas situaciones; suspendí tres días las clases, suficiente para recuperar energías, y las retomé: claro, con la petición a los grupos de tolerancia (no podría dar clase más allá de unos 40 minutos) y combinando exposición con actividades. De ahora que la docencia es en línea, una de las primeras indicaciones a los alumnos es: tolerancia, son tiempos difíciles y a todos se nos va el internet, nos falla una compu, se nos complican las nuevas tecnologías. Todos fueron tolerantes y coadyuvaron de tal forma que, a pesar del covid, llevamos prácticamente a buen puerto todos los programas. 

¿Covidiento o covidiota? No deja de darme cierto pesar el haberme contagiado, porque sí, se trata de haber sido covidiota. Muchos me preguntaban que dónde me contagié, la verdad no indagué ni me interesó saberlo, a final de cuentas vino de una falta de atención de mi parte y de alguna otra persona que también fue imprudente, pero no podemos discriminar, menos aún buscar o señalar; son los tiempos.

Una de las experiencias más enriquecedoras de esta enfermedad, es la solidaridad de los amigos y familia, todos estuvieron pendientes, atentos, llamando, mensajes. Todos puestos para llevarme algún pendiente, la comida, fruta o verduras, un panecito. Hoy, que ya he superado el virus, puedo decir que soy un sobreviviente gracias al amor que reina a mi alrededor.

Los remedios caseros llegaron en físico y en digital. Primero los tés o infusiones de todos los tipos: orégano con miel; diversas hierbas que sólo recuerdo ajo, eucalipto, cebolla; jengibre; ruda; diente de león. Me sugirieron baños de vapor con eucalipto y laurel; me regalaron jarabe casero para la tos y claro, hasta mis manos (la puerta de mi casa) alguien muy bien intencionado me llevó el famoso dióxido de cloro. La cúrcuma la implementé como un suplemento de diario.

Después de haberlo padecido, puedo comprender perfectamente por qué algunos le llaman bicho: sentí claramente cómo se anidaba en mi ser y cómo impactaba en todos los aspectos, en todos los sistemas, buscando hacer daño, cual si tuviera conciencia el virus y tratara de controlar mi cuerpo y mente. Un día percibí, también, cómo salió de mi cuerpo, no diciendo adiós, sino cuídate o nos volveremos a ver.

Pasados los tiempos que marcan la cuarentena y con exámenes que muestran que todo está sano, me siento afortunado de ser de aquellos que permanecieron (al menos aún) con síntomas menores que pareciera que no van a tener mayores consecuencias. Pero no todos experimentan o tuvieron los mismos resultados, son muchos nuestros muertos que lloramos; debo confesar que nada será igual y que será necesario aumentar y mantener todas las medidas de seguridad que señalan las autoridades. Así que: mejor quedémonos en casa, usemos tapabocas y guardemos la sana distancia (por lo menos).

 


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