Desde hace un año México comenzó a experimentar una severa escasez de vacunas, como nunca antes se había registrado.
A pesar de que el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, afirmaba en agosto de 2019 que no había riesgo para la población, por aquellas mismas fechas el titular del Centro de Programas Preventivos y Control de Enfermedades de la Secretaría de Salud, confesó que, por el contrario, había ya una escasez de vacunas contra el sarampión que afectaba a entidades como Guanajuato, Querétaro y Durango.
De hecho, Aguascalientes no fue ajeno a esta situación. Ese mismo año nuestra entidad dispuso tan sólo de la quinta parte de las dosis necesarias para proteger a los menores de 1 a 6 años, según datos del Secretario de Salud del estado, quien por cierto atribuyó la situación a la ignorancia de los encargados de las compras de medicamentos a nivel federal.
Pero la escasez de vacunas contra el sarampión fue tan sólo el comienzo. A esta siguió un déficit de vacunas contra la influenza, la poliomielitis, la tuberculosis y otros padecimientos. Lo cierto es que además de la centralización de la compra de vacunas y medicamentos, el gobierno de López Obrador redujo sustancialmente el presupuesto para lo propio y ello agudizó la situación.
Lo anterior explica porque mientras en 2018 se aplicaron 36 millones de vacunas contra la influenza, en este año tan sólo se han aplicado 1 millón 400 mil dosis, a tan sólo 1 mes y medio que concluya el 2020. La salud, queda claro, no es ni ha sido una prioridad para la Federación. Al menos así lo refleja la obsesión de continuar destinando miles de millones de pesos a las obras emblema de la 4T, mientras existen miles de personas que no están recibiendo vacunas y medicamentos.
En el caso de Aguascalientes la situación fue denunciada, como dije ya, desde 2019. A pesar de que nuestra entidad ha venido cumpliendo con sus obligaciones fiscales frente a la Federación, el Gobierno Federal de Morena ha castigado brutalmente al estado en el Presupuesto de Egresos de los últimos dos años.
Aunado a ello, decisiones como la cancelación del Seguro Popular, que beneficiaba a cerca de 350 mil aguascalentenses, se tomaron sin consideración de los efectos adversos en la población más vulnerable.
Los pretextos siempre han sido los mismos: combatir la corrupción y practicar la austeridad. Sin embargo, dicho concepto parece más bien una falacia o si no ¿cómo se explica que mientras el presupuesto de las entidades federativas productivas ha venido a la baja y sectores clave para el bienestar de la gente, como salud, también han sido castigados en el presupuesto; el Ejército mexicano haya experimentado un incremento de doscientos por ciento en el presupuesto de los últimos 2 años?
No hay lógica en eso, lo único que podemos concluir es que para el gobierno federal es más importante su proyecto ideológico, que la vida de las personas. La misma línea han seguido el castrismo cubano y el chavismo venezolano, capaces de sacrificar miles de vidas a costa de todo.
Y así, de manera inconcebible, mientras más personas continúan sumándose a las filas de la desprotección ante la falta de vacunas, el gobierno federal concentra los recursos del país en sus programas clientelares y en la construcción de una refinería en Tabasco, que hoy luce inundada.
Aguascalientes, lo he dicho muchas veces, no merece el trato que le ha dado López Obrador; mucho menos pagar los caprichos de un gobierno que ha sido opaco e ineficiente en el manejo de los recursos de la Nación, incluido por supuesto el proceso de compra de medicamentos.
Lo menos que podemos hacer es exigir que se garanticen las dosis suficientes para nuestros niños y adultos mayores, pues jugar con la salud y la vida de la población no tiene nombre.