Riqueza sin trabajo - LJA Aguascalientes
03/12/2024

Debemos volvernos prósperos trabajando duro y donando generosamente

Atharvaveda (texto sagrado del hinduismo, 2000 a.C.)

 

Esta máxima tan importante parece haber perdido significado con los tiempos que corren. Hoy día todos quieren hacerse ricos a corto plazo y sin esfuerzo, ni trabajo y lo más terrible es que algunos lo están logrando, convirtiéndose en la referencia de muchos que los imitan, para ver si también lo consiguen.

No hay nada que haya perdido más valor que el valor del esfuerzo o del trabajo que hay detrás de cualquier logro. Ese término se ha expulsado de las familias y las escuelas, donde tradicionalmente tenía su reducto, volviéndola casi una palabra tabú y ha sido relegado a ciertas actividades puntuales y para gente que nos empieza a parecer de otro mundo. Como ejemplo sirva el de bailarines, deportistas o músicos que trabajan día tras día, buscando la perfección o simplemente para superarse a sí mismos. Lo malo de estas profesiones, donde el esfuerzo aún tiene su reino, es que sólo se ven los logros, pero nunca lo que hay detrás de ellos.

Mahatma Gandhi estableció que existen siete pecados sociales que dañan profundamente a la humanidad y son la causa de su deterioro y la pérdida de su espiritualidad. Estos pecados sociales son enunciados concretos y brillantes que además no han perdido vigencia. Estos son: 1.Política sin principios. 2. Economía sin moral. 3. Riqueza y bienestar sin trabajo. 4. Educación sin carácter. 5. Ciencia sin humanidad. 6. Goce sin responsabilidad. 7. Religión sin sacrificio.

El de riqueza sin trabajo es uno de los pecados de la sociedad más visibles en la actualidad. Los medios de comunicación y las redes sociales nos han presentado una serie de personajes que parecen haberse hecho ricos y famosos sin demasiado esfuerzo. Políticos que se vuelven millonarios después de su gestión. Empresarios con una ostentosa y dudosa prosperidad o jóvenes que, con sólo 500 palabras en su vocabulario, y sin mucha preparación, se dedican a decir tonterías delante de una cámara y se han vuelto millonarios de la noche a la mañana. Lo más curioso de todo es que algunos de ellos opinan sobre educación y los más audaces hasta de valores.

La fascinación de la masa por ese tipo de gente superficial que se vuelve exitosa es tal, que todos quieren imitarlos. Nunca en la historia de la humanidad había sido tan fácil volverse rico, en tan corto espacio de tiempo, sin mucho trabajo de por medio, con nula preparación y que de paso resulte divertido, o por lo menos es lo que les están haciendo creer a las nuevas generaciones. 

Es en este caldo de cultivo donde también ha surgido lo de la ley de la atracción. Vemos personas de todos los niveles repetirse una y mil veces que se merecen prosperidad y lo gritan al “universo” como si fuera un ente que otorga riquezas por el sólo hecho de desearlo. Decía Colin Powell: “No hay ningún secreto para el éxito. Es el resultado de la preparación, el trabajo y aprender del fracaso”. Es una frase llena de razón y sentido común, pero tal como están las cosas, algunos podrían ofenderse con ella.


Ese afán de hacerse rico sin trabajar es también la bandera que enarbolan muchos de los niños de hoy día. Todos hemos visto los videos donde se les pregunta a qué se dedicarán cuando sean grandes y ellos contestan, con toda la seguridad del mundo, que quieren ser youtubers, gamers o influencers. En cierta forma es lógico este fenómeno, ya que va aparejado al aumento del uso de los teléfonos inteligentes por parte de la población infantil. Es obvio que si eso es lo que ven constantemente, esas serán también sus referencias. Aquí los padres tienen que cuidar el tiempo que dedican a la tecnología y sobre todo los contenidos.

Ser youtuber es una actividad en apariencia divertida y sin ninguna complicación y que si pega los puede volver millonarios en poco tiempo, al igual que los gamers que también pueden llegar a ganar mucho dinero con la adicción a los juegos. Los influencers son muy similares a los youtubers, son personas que influyen con sus opiniones en la gente y que utilizan diferentes plataformas. 

Lo que parecen no haber contemplado los niños y jóvenes es que en la mayoría de los casos no se convertirán en famosos y ricos, porque el comportamiento de las masas es inexplicable y algunos videos espantosos y en ocasiones también moralmente reprobables, se vuelven virales sin explicación alguna, mientras otros, que son auténticas obras de arte, pasan desapercibidos. Lo mismo pasa con los gamers o los influencers, que no todos serán exitosos. 

Definitivamente se han vuelto los empleos favoritos de niños y jóvenes y esto, como sociedad, debiera preocuparnos, porque significa que la educación, tanto de los padres de familia como de la escuela, está descuidando seriamente la formación en valores. Se les está enviando el mensaje de que no tiene ningún valor estudiar o trabajar. Se están desarrollando generaciones superficiales que quieren el éxito y la fama inmediatos y dejan los estudios o el trabajo en aras de una actividad en la que no tienen asegurado ni el éxito, ni la estabilidad. Sería bueno recordar a los padres de familia el proverbio chino que dice: “Dar a un hijo mil onzas de oro no es comparable a enseñarle un buen oficio”.


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