Polizones en la Web/ Alegorías Cotidianas  - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Ahora que todo es vía web se suscita otro tipo de problemas. Durante los largos años de la vieja normalidad, es decir cuando pasábamos tiempo fuera de casa, nos enfrentábamos a polizones, exhibicionistas, robos, persecuciones de manera física, y quizá de alguna manera pensamos que al estar encerraditos habíamos dejado a un lado eso, pero… no es así.

Reconozcamos que algunos beneficios se ganan gracias al teletrabajo, no nos enfrentamos al estrés del tránsito y las mañanas ajetreadas gracias a que todo lo tenemos en el mismo lugar, es más, hasta podemos levantarnos un poco más tarde debido a que solo damos algunos pasos para llegar a la oficina o aula virtual, pero es justamente ahí donde se presentan algunos problemitas del pasado, diversificados, si así podemos llamarlos. 

En un principio algunos de esos “problemitas” fueron el resultado de nuestra falta de conocimiento sobre el funcionamiento de las plataformas por las que se hacen las video conferencias. Aprender a administrar a los invitados tiene su chiste y es indispensable entonces el recordar atajos y combinaciones de teclas para hacer todo rápido y bien. Sin embargo, pese a ello ocurren incidentes.

El cupo de las salas de videoconferencia es limitado en algunos eventos, varios organizadores aún no adquieren los paquetes donde pueden estar virtualmente presentes más de 100 personas por lo que se saturan rápidamente y si a eso le sumamos que, ingenuamente, algunas personas comparten la contraseña y la liga entonces es muy probable que, aunque reservamos tiempo si no podemos entrar es porque un polizón nos robó nuestro lugar.

Es difícil en ocasiones tener el control absoluto de las salas de videoconferencia y el acceso a ellas. Cuando estamos presionados porque todo salga en tiempo y forma perdemos la relación de las personas que están en el evento y entonces pueden tener acceso “concedido” algunas personas que no formaban parte de quienes confirmaron asistencia.

Aún, varios meses después, hay personas que no saben comportarse en una videoconferencia por lo que el número de los presentes se hace virtualmente complicado cuando algunos no tienen su micrófono inactivo por lo que podemos escuchar que realizan un pedido para pedir una pizza, que regañan a sus hijos o bien comentan que lo que están presenciando es ¡aburridísimo!

Cómo olvidar el caso del exhibicionista en el congreso de investigación. Verá usted, en verano tuvo lugar un congreso de investigación, naturalmente virtual, en la sala había más de 400 personas. En un momento, mientras el conferencista tenía la palabra y “el control” de su ponencia un asistente decidió quitarse la ropa públicamente para ello encendió la cámara de su computadora y con singular alegría se convirtió en el centro de atracción cuando la cámara detectó el movimiento y lo centró entre quienes se visibilizan en la muestra de los presentes.

Encontrar al exhibicionista entre 400 asistentes no fue sencillo así que quienes verdaderamente estaban atentos tuvieron la primicia del espectáculo hasta que lo expulsaron de la sala. ¿Pensó que sólo encontraría exhibicionistas en la calle? Pues mire, también los hay en línea.

Encontramos a los graciosos que encuentran la manera de hackear los sistemas para hacer de las suyas. Sus mañas digitales los llevan a quitarle el control de la videosala al administrador o compartirlo para después inhabilitar a los presentes para que no puedan interactuar cuando les es requerido.


El usuario a quien le fue inhabilitada alguna función tarda algunos minutos en darse cuenta de que su aparato, internet o habilidad digital no es la causante del problema al no poder abrir cámara o micrófono, sino que fue obra de un mal intencionado.

No podemos olvidar a los alumnos fantasmas que aparecen y desaparecen en las aulas virtuales no por causa de fallas en su internet, sino porque entre ellos intercambian los enlaces de clase “que se supone son privados” para jugarle una broma a sus profesores. Debemos tomar en cuenta que no es lo mismo el identificar a un alumno que no pertenece a nuestra clase de manera presencial que virtual, pues físicamente reconocemos inmediatamente las caras, pero virtualmente solo vemos círculos con fotos, en ocasiones no de ellos mismos, por lo que al primer vistazo no podemos descubrirlos sino hasta después, cuando la voz nos hizo el favor de indicarnos que esa persona, no debería de estar “presente” en esa clase, a esa hora y en esa materia.

También existen unos polizones momentáneos más agradables, y me refiero a todos esos pequeños quienes bailan detrás de sus hermanos, padres o bien se pegan a la cámara para interactuar unos segundos con nosotros. Con cariño recuerdo a un pequeñito quien después de que su mamá preguntara su calificación se atrevió a pedir la suya. Fue divertido y tierno el escuchar a mi esposo interactuar con él, ¡profe! le grito para rápidamente preguntar ¿qué me saqué?, mi esposo tuvo a bien preguntarle: ¿subiste tu tarea? – sí respondió rápidamente y conversaron un poco, nosotros nos miramos y sonreímos, era un pequeñito que imitaba a su mamá y de quien esperamos ame la escuela en un futuro.

Así que, como la Covid va para largo, mientras regresamos un año de estos a semáforo verde y a la verdadera “normalidad” debemos ser precavidos, rápidos y creativos para solucionar las vicisitudes provocadas por la virtualidad, pero, sobre todo atentos para sacar el vagón virtual a esos polizones que no respetan la sana convivencia. 

Laus Deo

 

@paulanajber


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