Creo que es momento de admitirlo, el estacionamiento no tiene mucho sentido, especialmente en las ciudades, donde la gran concentración de personas y usos compiten por espacios limitados.
Pensemos en un cajón de estacionamiento estándar, con medidas de 2.5 x 5 metros, esto nos da unos 12.5 metros cuadrados, aunque sería preciso sumar al menos otros 6.25 de circulaciones (2.5 x 2.5 metros de la mitad de una calle de acceso). Esto significa que un cajón de estacionamiento en el mejor de los casos ocupa la cantidad de 18.75 metros cuadrados, y esto no considera el espacio de las rampas y los espacios residuales que comúnmente se generan y aumentan bastante la superficie promedio por cajón, donde se puede llegar incluso hasta 29.1 metros cuadrados.
El problema no es el cajón en sí mismo, sino lo que deja de existir. El mismo espacio podría ser utilizado en un buen estudio para que viva una persona, también podría haber una pequeña oficina, un taller o un negocio como una nevería o alguna fonda. Aunque muchas veces, esto es imposible, ya que los reglamentos de construcción nos piden un mínimo de cajones, lo que en consecuencia también puede generar dependencia al automóvil.
Sería concebible una vivienda de dos habitaciones en 40 metros cuadrados, no será muy grande, pero si digna y agradable. Esta la podríamos ubicar en una zona céntrica con considerable valor de suelo, pues estaría cerca de servicios, equipamientos y puestos de trabajo, mismos que se podrían acceder sin problema, ya sea caminando, en bicicleta o en transporte público. Sin embargo, cuando la normativa vigente requiere de al menos un cajón de estacionamiento por vivienda, lo que sucede es que esta casa se tiene que construir en una zona donde el valor del suelo sea menor para poder adquirir los metros cuadrados necesarios para el auto, a pesar de que sus habitantes no posean necesariamente uno. Sin embargo, la lejanía consecuente, los obliga a mayores tiempos de traslado, mismos que, de ser posible, terminaran demandando el gasto en adquirir un automóvil y sumarse al tráfico de las ciudades.
En algunos casos como el de la Ciudad de México, se llega a niveles verdaderamente absurdos, donde el uso de suelo más construido es estacionamiento representando más del 40% y superando vivienda, comercio, equipamiento y oficinas. En otras palabras, se construye más espacio para autos que para personas, en una ciudad donde solo el 15% de los viajes a la escuela y el 23% de los viajes al trabajo se hacen en auto.
Y el problema no se acaba ahí, en muchas urbanizaciones nuevas, todo el frente de las casas son cocheras, de manera que la banqueta termina sin árboles, y aunque la calle podría tener algún carril de estacionamiento, este simplemente queda como acceso a la cochera, generando grandes desiertos de concreto que no favorecen a nadie. Asimismo, muchos centros comerciales, grandes o pequeños hacen lo mismo, lo que podría ser una agradable avenida comercial es una zona desagradable de caminar, de constante conflicto entre peatones y automovilistas. Sin embargo, nadie paga estas externalidades.
Existen alternativas, en vez de plantear mínimos de estacionamiento, los reglamentos podrían tener máximos. De manera que nos aseguremos que siempre se construya más ciudad que cajones. Además, esto también permitiría más flexibilidad, cualquier persona que esté involucrada en proyectar arquitectura estará familiarizada con las circulaciones de autos y el potencial de cada lote para permitirla. La experiencia permitiría ubicar estacionamientos con las circulaciones mínimas razonables, en vez de ofertar 10 cajones en 500 metros cuadrados, quizá podríamos conseguir 8 en solo 180, cada terreno es diferente y un análisis crítico del mismo probablemente genere mejores resultados que estrictos cálculos matemáticos estipulados en algún reglamento.
Por otra parte, menos cajones también podría significar más densidad, tanto de habitantes, como de trabajos, equipamientos y servicios, así como mejor acceso y servicio de transporte público. No por nada el ITDP elaboró un informe con el mismo título de esta columna, Menos cajones, más ciudad, donde propone una política de estacionamiento para la Ciudad de México con una mayor reflexión acerca de los impactos que este tiene en la ciudad. Finalmente, concluyen con lo siguiente:
No se trata de que la ciudad no se desarrolle; se trata de que un sistema público eficiente, confiable y de calidad pueda absorber los viajes generados por esos desarrollos.
Si además incluimos la posibilidad de construir viviendas más accesibles y mejor ubicadas, especialmente de las casas de interés social, es evidente la necesidad de replantear nuestras políticas de estacionamiento ¿Qué queremos, más cajones o más ciudad?
Fuentes
ITDP. (2014). Menos cajones, más ciudad. El estacionamiento en la Ciudad de México. Ciudad de México: ITDP.
SEDATU. (2018). Anatomía de la movilidad en México. Hacia dónde vamos. Ciudad de México: Gobierno de México.