Los árboles nativos no pueden protegerse solos  - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Les comparto que vivo muy cerca del Parque México y desde hace algunos años me propuse hacer lo que estuviera de mi parte para que este sitio recuperara parte de su vegetación propia, ya que si uno se da una vuelta por la parte norte y oriente de éste, podrá encontrarse con los rebrotes de árboles nativos resilientes que surgen y están tratando de comenzar a vivir, en unos casos y en otros de revivir; pero, por desgracia esto NO ocurre como estos seres lo desean, debido a que cada año el pastizal que crece en este sitio es prendido, y la conflagración que se provoca es de grandes dimensiones, por lo que acaba con las muestras de vida de los árboles, me refiero con esto a que su crecimiento se ve frustrado producto de que se queman los tiernos troncos y las hojas que comenzaban a mostrar las señales de su crecimiento; no obstante, sus raíces siguen estando allí, lo que les permite volver a intentar crecer una vez más. Schopenhauer llamaba a esto “voluntad de vivir” que no es otra cosa que la energía que podemos percibir de manera inteligible en el mundo y que se manifiesta de manera particular en todos los seres vivos, pues estos desarrollan estrategias naturales para subsistir individual y colectivamente. Darwin llamó a esta capacidad “el principio de selección natural” que como bien se sabe, explica cómo es que las especies se fueron adaptando y evolucionado a lo largo de la historia de nuestro planeta para conseguir su subsistencia y con ello de sus descendientes. Actualmente se nombra a esta capacidad natural de sobreponerse a las adversidades y seguir adelante resiliencia, y eso es con lo que me he encontrado en esta parte del Parque México: árboles nativos resilientes.

Quiero confesar que esto no fue un descubrimiento personal, sino resultado de una actividad que comenzamos hace dos años en Movimiento Ambiental de Aguascalientes, originalmente con la tutoría y apoyo de nuestro compañero Octavio Carrillo, quien nos enseñó a identificar los brotes de mezquites y huizaches, para posteriormente hacer un trabajo de tutoreo y poda de ellos, así como a hacer un cajete que les ayude a retener agua en la escasa temporada de lluvias, técnicas que ayudarían a estos árboles a mantener su crecimiento natural, pero además para que estén protegidos de los incendios. Por cuestiones laborales, de tiempo y de organización no continuamos esta actividad como asociación, pero yo, y en algunos momentos acompañado de mi familia, he(mos) dedicado algunos días a realizar este arduo trabajo, y poco a poco estamos tratando de contribuir a que los nuevos retoños puedan tener una oportunidad de convertirse en algunas décadas en árboles majestuosos. Nosotros sí estamos conscientes de que un árbol no crece de la noche a la mañana, como en los cuentos, sino que les lleva años e incluso décadas alcanzar su edad adulta, por lo que debemos ser muy pacientes, y si queremos verlos crecer, tenemos que protegerlos de seres humanos estúpidos.

El sábado anterior, 14 de noviembre, mientras la gente se amontonaba en algunos centros comerciales, aprovechando las ingenuas rebajas del buen fin, el Parque México ardía. Al darme cuenta de ello, debido al olor a pasto quemado que comenzó a llegar a mi domicilio y las nubes de humo blanco, tomé mi herramienta y me acompañó una de mis hijas de 14 años de edad para ver qué podíamos hacer…el escenario era abrumador, el incendio consumió en pocos minutos varias hectáreas de pastizal, llevándose consigo los retoños de árboles nativos que habían crecido durante la primavera y el verano pasados… mi hija llevaba un azadón y con todas sus fuerzas hizo una especie de cajete a un huizache, que aún no había sido alcanzado por las llamas, para salvarlo; por mi parte, llevaba un desbrozador (mosquito) con el que cortaba en línea recta una brecha cortafuego para detener la voraz conflagración y apoyar con ello a los bomberos que ya se encontraban en el sitio… pero el daño ya estaba hecho… mi hija me decía con tristeza, algunas lágrimas saliendo de sus ojos y una mano ampollada por el esfuerzo realizado, que vio muchos insectos quemados y a pájaros revoloteando cerca de las ramas calcinadas buscando sus nidos o quizá sus polluelos… si usted, estimado lector, se da una vuelta por la zona nororiente del Parque México, podrá ser testigo de lo que cuento y quizá comparta conmigo la rabieta de saber que, a pesar de que los árboles nativos son resilientes, no pueden protegerse de la estupidez humana, porque los recurrentes incendios en el Parque México y en otras áreas naturales, son provocados por gente estúpidamente inconsciente que ignora la magnitud del daño que causa.

No me sorprende que la conflagración ocurrida en este sitio no haya sido noticia para ningún medio informativo, pues como alguna vez me dijo un burócrata de una secretaría ambiental cuando reporté que se estaban robando la malla ciclónica de este Parque: “allí es tierra de nadie, no hay nada qué hacer” … La verdad es que hay mucho qué hacer, pues hay cientos de árboles queriendo crecer, ya están allí, no hay que hacer una “reforestación”, lo que hace falta en este sitio es hacer jornadas de protección de árboles nativos que consistirían en desmalezar espacios prudentes que impidan que en caso de incendio los árboles sean alcanzados. En fin esta idea la dejo por aquí, por si a alguien le interesa sumarse a nuestra causa.

 

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