Estados Unidos de América. 16 de noviembre de 2020. Al participar, vía streaming, en el Foro de la Nueva Economía Bloomberg, el exsecretario de Estado, Henry Kissinger, cuya mirada aguda e inteligente se esconde tras sus característicos lentes de montura gruesa, suena la voz de alarma cuando afirma: “A menos que haya alguna base para la acción cooperativa, el mundo se deslizará hacia una catástrofe comparable a la Primera Guerra Mundial”.
El Premio Nobel de la Paz continúa con su consejo: “Los Estados Unidos y China se están encaminando hacia una confrontación, y están conduciendo su diplomacia en un modo de confrontación” porque ambas naciones “nunca han enfrentado a países de una magnitud casi igual a la de cada uno”. El estadista estadounidense termina así su advertencia: “El peligro es que alguna crisis ocurrirá la cual irá más allá de la retórica y devendrá en un conflicto militar”.
La escena arriba mencionada sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende analizar el dicho de Henry Kissinger respecto a la posibilidad de una confrontación militar entre los Estados Unidos de América y la República Popular de China.
El aviso de Henry Kissinger tiene un peso especial por dos cosas: primero, el diplomático estadounidense y su entonces jefe, el presidente Richard Nixon, fueron los arquitectos de la apertura con la China de Mao Tse-Tung, en febrero de 1972. Este evento cambió el destino del país asiático, las relaciones sino-soviéticas y sino-estadounidenses y alteró el destino de la Guerra Fría.
Segundo, el consejo de Kissinger valida la tesis del libro Destinados para la guerra: ¿pueden los Estados Unidos y China escapar la trampa de Tucídides? El autor, Graham Allison, un prestigiado académico de la Universidad de Harvard, retoma la tesis del historiador griego, Tucìdides, respecto a que si Donald Trump y Xi Jinping “seguirían los trágicos pasos de Atenas y Esparta o Gran Bretaña y Alemania”1 y llevarían a sus respectivos pueblos a una hecatombe inimaginable.
En junio de 2015, Donald Trump, al anunciar su precandidatura presidencial, se expresó duramente de China. Una vez que se convirtió en mandatario, el neoyorquino, según Kissinger, adoptó un “un método más confrontacional de negociación” porque “era importante para él enfatizar las profundas preocupaciones de los estadounidenses respecto a la evolución de la economía mundial”2.
Por lo tanto, Trump tomó las siguientes medidas: declarar una guerra comercial, imponer restricciones a la inmigración proveniente de ese país, aumentar la presencia aeronaval estadounidense en el mar de la China meridional y culpar a la nación asiática por el inicio de la pandemia del Covid-19.
Incluso en la derrota electoral, Trump pretende empollar el huevo de la serpiente y heredarlo a su rival demócrata, Joe Biden: fuentes de la administración Trump están evaluando implementar “un menú de posibles acciones, incluyendo sanciones contra instituciones e individuos juzgados como perjudiciales a Hong Kong y Xinjiang y bloquear la inversión estadounidense en compañías chinas”3.
Lo anterior no quiere decir que Biden, a pesar de las acusaciones que penden sobre su hijo, Hunter, vaya a ser un blandengue al tratar con Beijing: en un artículo publicado en la prestigiada revista Foreign Affairs, el abanderado demócrata advertía de la necesidad de que “para ganar la competición por el futuro contra China o cualquier otro, los Estados Unidos debían afilar su ventaja competitiva y unir el poderío económico de las democracias alrededor del mundo para contraponerse a las prácticas económicas abusivas y reducir la inequidad”4.
¿Qué soluciones propone Kissinger a Biden? Primero, crear un sistema institucional que fomente la confianza entre el liderazgo de ambos países; segundo, buscar maneras de reducir la tensión en asuntos como la tecnología 5G, la rivalidad en el mar de la China meridional; y la cuestión de la autonomía de Hong Kong; y, tercero, evitar que la Unión Europea se convierta en un actor neutral en el caso de la agudización de la rivalidad sino-estadounidense.
El escribano concluye: la advertencia de Henry Kissinger sobre la creciente rivalidad entre los Estados Unidos de América y la República Popular de China le recuerda lo que el metafísico germano Wilhelm Friedrich Hegel escribió sobre el mochuelo de Minerva, la diosa romana de la sabiduría y el arte de la guerra: “El búho de Minerva sólo despliega sus alas a la caída del crepúsculo”. Es decir, la filosofía vuela al final del día, después de que los acontecimientos han sucedido.
Aide-Mémoire. – El papel de la Rusia en el cese de hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán valida la tesis de esta columna: las decisiones clave en lo que va del siglo XXI se toman en tres lugares: Beijing, Moscú y Washington.
- – Allison, Graham. Destined for War: Can America and China escape Thucydides’ trap? New York, HMH, 2017, p. ix
- – Kissinger warns Biden of U.S.-China catastrophe on scale of WWI https://bloom.bg/38TVuht
- – Trump is planning a series of confrontations with China in the final weeks of his presidency https://bit.ly/2IR91ve
4. – Why America must lead again: rescuing U.S. foreign policy after Trump https://fam.ag/38SHDZ2