El baile de los 41, sobre el yerno de Porfirio Díaz - LJA Aguascalientes
14/11/2024

APRO/Columba Vertiz

 

David Pablos (Tijuana, Baja California, septiembre de 1983) retoma para la pantalla grande un baile, del 18 de noviembre de 1901 en la Ciudad de México, con 42 varones, de los cuales 19 vestían como mujer. La policía los descubrió y los apresó, pero sólo uno fue absuelto: Ignacio de la Torre, el yerno del entonces presidente Porfirio Díaz.

Con ese suceso, el realizador retrata en la ficción El baile de los 41, con guion de Monika Revilla, al esposo de Amada Díaz (la hija mayor y consentida del militar que estuvo al frente de México por 31 años), el cual después fue conocido como el 42.

Pablos (Una frontera, todas las fronteras, La vida después y Las elegidas) cuenta en entrevista por Zoom que rodó el proyecto (estrenado en los cines el pasado 19 de este mes) por lo fascinante de la anécdota: “Además es interesante en términos narrativos dramáticos. Es parte de la cultura popular. Se sabe, pero siempre ha estado al margen. Es una historia que nunca ha terminado de ser del todo tratada o del todo hablada, y me parece muy actual”.

En la trama de época, el empresario De la Torre (interpretado por Alfonso Herrera) se casa con Amada Díaz (Mabel Cadena). Él se convierte en senador y además es integrante de una sociedad clandestina de homosexuales, conformada en total por 41. Y su matrimonio se deteriora al conocer a Evaristo Rivas (Emiliano Zurita), quien se convierte en su amante y lo invita a la asociación secreta.

También actúan Paulina Álvarez Muñoz y Fernando Becerril. La fotografía es de Carolina Costa. Las compañías productoras son Alsea, ANCINE y Fundo Setorial/BRDE, Bananeira Filmes, Canal Brazil, Canana, COFIEJ, EFD, El Estudio, el Estímulo Fiscal Eficine Producción 189, con el apoyo de Cinépolis, Ibermedia, Labo Digital, Nacobre y Telecine.

 

Un evento muy cinematográfico 


La guionista y productora ejecutiva de El baile de los 41, Mónika Revilla (Ciudad de México, 1981) cuenta por video-WhatsApp que siempre se ha interesado en todo a lo que se refiere “la construcción de género, la orientación sexual y cuáles son los roles de género dentro de nuestra sociedad”, y al leer sobre el tópico halló la narración del llamado Baile de los 41 e inmediatamente pensó que era muy cinematográfica: “El porfiriato, los vestidos, el principio del siglo XX y además el suceso es muy relevante históricamente. Ha sido motivo de burla y sentí que debíamos cambiar el discurso. Más allá del chisme, la ridiculización y la mofa, y darle su lugar en la historia del país y de la sexualidad de México. Contarlo desde el punto de vista de las personas que participaron en el baile, porque siempre se relata desde el punto de vista de la sociedad, la cual está juzgando, y esa es la vuelta de tuerca que le quería dar. Humanizar la anécdota”.

A decir suyo, el Baile de los 41 se considera la salida del clóset de la homosexualidad en el país: “Antes de este momento nadie conversaba del tema. Nunca se mencionaba directamente, y a partir de ese baile se visibilizó y todo el mundo empezó a hablar abiertamente del tópico. Este escándalo le dio visibilidad a la homosexualidad en el país. Eso me parece básico en la historia de México y debería estar en los libros de la Secretaría de Educación Pública (SEP), con lo importante que son nuestra identidad sexual y nuestra orientación sexual”.

Revilla estudió comunicación en la Universidad Iberoamericana y un máster en publicidad de la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid, España) y en competencia literaria de la Escuela de Letras de Madrid. Escribió en dos series originales de Netflix, ambas dirigidas por Manolo Caro: La casa de las flores y Alguien tiene que morir.

También escribió en dos miniseries históricas para Canal Once, Juana Inés, un retrato de la poeta del siglo XVII Juana Inés de la Cruz, y Malinche, de la vida de la traductora del conquistador Hernán Cortés.

–¿Cómo fue escribir el guion de El baile de los 41?

–Existen muchos artículos de periódicos de la época, de hecho reunidos en el libro El baile de los 41, publicado a los 100 años del evento por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En esas notas periodísticas de la época hay varios problemas. Se contradicen entre sí. Por ejemplo, en algunas dicen que la redada sucedió porque estaban haciendo mucho ruido. Toda esa información se ofrece juzgando a los aprehendidos, los feminizan mucho, a manera de ridiculizarlos, porque lo femenino es lo que está mal visto en todo esto. No hablan nada más de homofobia, igual de misoginia.

Su labor, cuenta, fue un poco leer entre las líneas: “Con esos datos efectuaba un ejercicio de la imaginación. De que eran 42 hombres que se tenían una confianza impresionante para abrirse, con lo peligroso que era en ese momento, y compartir ese secreto. Quizá estamos hablando de una sociedad clandestina, suficientemente organizada para rentar una casa grande, mandarse a crear vestidos con un sastre, que igual debió haber sido en secreto. Tal vez se frecuentaban bastante como para saber quiénes eran. Poseían un espacio para reuniones. Usaban ciertos códigos. Se disfrazaban, se travestían. Entonces de ahí hay que sacar un ambiente”.


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