Este martes 3 de noviembre 240 millones de estadounidenses tienen la oportunidad de votar, principalmente, por el presidente republicano Donald Trump o por el exvicepresidente demócrata Joe Biden. Hay que destacar que, hasta el 31 de octubre, poco más de 92 millones ya habían emitido su voto de manera anticipada. Por tanto, este martes Estados Unidos podría experimentar la participación ciudadana más alta en su historia.
Más allá de quién será el próximo presidente, conviene adentrarnos a lo más profundo de la complejidad del escenario político estadounidense. Para nosotros los extranjeros es común ver y entender a la democracia estadounidense como un férreo bipartidismo entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano. Asimismo, el sistema, aparentemente antidemocrático, del Colegio Electoral nos resulta extraño y anticuado. Y en cierta medida lo es, porque dificulta la representación de partidos o movimientos políticos terceros.
Hablar entonces de demócratas y republicanos y entenderlo como la totalidad del sistema político estadounidense es un error que no nos permite comprender los procesos históricos y sociales que marcan bienalmente los ciclos electorales nacionales, y mucho menos nos ayuda a visibilizar la diversidad política que existe en Estados Unidos.
Es cierto que no es común que candidatos ajenos a los partidos del elefante y el asno lleguen al Capitolio, pero es cierto también que las agrupaciones políticas menores han conseguido victorias modestas —ya sea ganando un cargo popular (victoria electoral) o consiguiendo momentum (victoria mediática)— en algunos estados. Además, en muchas ocasiones estas agrupaciones menores son un dolor de cabeza para ambos partidos, puesto que en algunas ocasiones han evitado la victoria de republicanos y demócratas en puestos locales o estatales o han modificado los resultados presidenciales en estados clave.
Hay que destacar que hay numerosos obstáculos que limitan el actuar de estas agrupaciones, por ejemplo, sólo los candidatos con un 15% de la intención del voto en las encuestas acceden a los debates o no todos los movimientos tienen representación en las boletas electorales. Por tales motivos, conviene repasar algunos movimientos que han irrumpido en el escenario político de los últimos 30 años.
Perot y el Partido de la Reforma
Quizás, la actuación más destacable de los últimos años fue la campaña de Ross Perot, multimillonario texano, que condujo una campaña populista equiparable a la de Trump en 2016. En la elección presidencial de 1992 Perot alcanzó casi el 19% del voto popular. No obtuvo ningún voto electoral, pero el porcentaje que alcanzó en el voto popular fue el mayor obtenido por un partido o candidato menor desde que Teddy Roosevelt con el Partido Progresista obtuvo el 27.4% del voto popular en la elección de 1912.
Años más tarde, en 1995 Perot formó el ‘Partido de la Reforma’ con una plataforma populista y de centro. Perot fue el primer candidato reformista, en 1996, pero apenas alcanzó el 8.4% del voto popular. Los reformistas obtuvieron su mayor logro en 1998 cuando Jesse Ventura ganó la gubernatura de Minnesota.
Para la elección de 2000 Ross Perot declinó ser nuevamente candidato, lo que probablemente selló el declive de los reformistas. Las primarias reformistas de 2000 estuvieron marcadas por el desinterés y la controversia, especialmente por enfrentar a candidatos radicalmente opuestos. De hecho, lo anterior ocasionó el retiro del principal contendiente: Donald Trump.
Para esta elección de 2020 el empresario Rocky de la Fuente, egresado de la UNAM y la Anáhuac, es el candidato reformista.
El Partido Libertario
El fin del Patrón Oro (Gold Standard) bajo la administración Nixon propició la creación de un partido que aglutinó las fuerzas políticas que apoyaban el laissez-fairez, la libertad individual, el anarcocapitalismo y el liberalismo clásico. El Partido Libertario es el movimiento político menor con mayor tradición e incidencia en el sistema político estadounidense, el que cuenta con el mayor número de afiliados y cargos públicos.
Aunque no han tenido una actuación memorable como la de Ross Perot, su influencia en las políticas estadounidenses ha ido creciendo con el paso de los años. Especialmente, son capaces de influenciar en las políticas del control de armas, seguridad nacional e inteligencia.
Su mejor actuación, en 2016, donde dos exgobernadores republicanos (Gary Johnson, candidato a la presidencia, y Bill Weld, nominado a la vicepresidencia) obtuvieron 4.5 millones de votos, fue producto del descontento de millones de votantes en contra de Trump y Clinton. Posiblemente, el resultado que los libertarios obtuvieron en 2016 fue afectado por la pésima campaña y los constantes errores mediáticos que cometió Gary Johnson.
En 2020 cuentan con un representante en la Cámara, Justin Amash (exrepublicano) del distrito 3 de Michigan. La candidata libertaria para el 2020 es la psicóloga y académica Jo Jorgensen. Aunque no se espera una gran actuación en este ciclo, en algunos estados Jorgensen mantiene entre el 3 y el 7% de las preferencias. Cabe destacar que el Partido Libertario se encuentra en la boleta de los 50 estados y el Distrito de Columbia, siendo el único partido menor que tiene acceso a todo el electorado.
El Partido Verde
El Partido Verde es el cuarto partido político más grande en Estados Unidos. Su historia es compleja y es producto de disputas entre pragmáticos ambientalistas e idealistas ecosocialistas. La influencia del Partido es limitada. Apenas en los últimos cinco años han cobrado cierta relevancia en la agenda pública sobre el cambio climático y la inequidad. Sus posiciones se asemejan a las del senador Bernie Sanders o a las de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez.
Pese a que su crecimiento es reciente, la candidatura Verde de 2000 es uno de los episodios más representativos del impacto que pueden tener o no las agrupaciones políticas menores en los resultados de una elección.
Ralph Nader, activista y abogado, el candidato del Partido Verde en 2000, presuntamente, contribuyó a la derrota de Al Gore en 2000. Nader obtuvo el 2.74% de la votación nacional de ese año; en Florida —el estado que decidió la elección y que ganó Bush por 537 votos— Nader atrajo al 1.6% de los votantes impidiendo la victoria de Gore, puesto que se considera que la similitud de la ideología política de ambos candidatos dividió a un pequeño, pero decisivo, grupo de votantes demócratas.
Howie Hawkins, sindicalista y activista ecologista, es el candidato de los Verde en esta elección. La plataforma de este año incluye la construcción de un Green New Deal, una propuesta rechazada por la fórmula presidencial demócrata.
@MigueIMojica