Democracia en riesgo/ Memoria de espejos rotos  - LJA Aguascalientes
13/04/2025

It’s coming through a crack in the wall on a visionary flood of alcohol,

from the staggering account of the Sermon on the Mount,

which I don’t pretend to understand at all.

It’s coming from the silence on the dock of the bay,

from the brave, the bold, the battered heart of Chevrolet.

Democracy is coming to the USA

Democracy – Leonard Cohen

 

La democracia peligra por varias razones. Como modelo de acceso al poder, como forma de contrapesos, y como sistema político, la democracia depende del buen funcionamiento de dos subconjuntos que son íntimamente interdependientes: la ciudadanía y la clase política.


Si la ciudadanía se vuelve indolente, idiota (en el sentido griego de ser individualistas y ajenos al asunto colectivo), poco participativa, si se erosiona su pensamiento crítico, si busca los beneficios a corto plazo por encima de los proyectos trasgeneracionales, si se deja seducir por los fanatismos; la democracia peligra.

Si la clase política se llena de bribones, si este círculo de poder apuesta por las victorias por encima de la verdad y la justicia, si el grupo político construye una burbuja alejada de la realidad y se acomoda en los privilegios del poder; si esta clase usa a la burocracia como un medio y no como un fin; si pierde la brújula ideológica y basa su acción en cínicos pragmatismos; la democracia peligra.

Uno de los problemas de la democracia contemporánea es que la interdependencia de estos dos subconjuntos se ha asemejado más a un círculo vicioso que a un ciclo de virtud. A la clase política le conviene una ciudadanía erosionada e indolente, y una ciudadanía con tales características terminará eligiendo a una clase política llena de bribones.

En la contienda por el poder, esto puede ser funcional para el acceso o la renovación de grupos en el mando administrativo y político de las sociedades; pero, al mismo tiempo, compromete las acciones de largo plazo, debilita los contrapesos, y daña el entramado colectivo dejando como damnificados a la educación, al civismo, a la ética pública, y –en general- a la construcción de una realpolitik a la altura de las necesidades comunitarias.

Una construcción de ciudadanía fuerte, crítica, participativa, está relacionada a una clase política de similares condiciones. Al ser la democracia un modelo en el que individuos de amplios sectores de la sociedad pueden contender por el poder (mediante el filtro del sistema de partidos), la clase política se surte efectivamente de esa ciudadanía.

También a la inversa; una clase política que fomenta la apatía en sus ciudadanos, que promueve el desencanto por lo público, que lastima la confianza social en los actos de gobierno, o que utiliza a la política para el espectáculo demagógico y las fake news, tendrá como resultado un sistema político debilitado y tambaleante que puede abrir la puerta a otros modelos peores que la propia democracia.

Los modelos peores de la democracia, cuyo riesgo de aparición se aumenta al propiciar a la clase política bribona y a una ciudadanía indolente, son –en principio- dos: la demagogia y el autoritarismo. La demagogia nace y crece cuando al pueblo se le fomenta una creencia falaz de que es representado por la clase política, y que las acciones de gobierno son en beneficio público, cuando en realidad sólo perpetúan a la misma clase política en el poder.

Por otro lado, el autoritarismo comienza con el culto a la personalidad del líder; sigue con la idea de la infalibilidad del caudillo; continúa con la falsa impresión de respaldo unánime por parte del pueblo; y termina con los arreglos legales para que quien gobierna encarne en su voluntad, la voluntad popular. Llegados a eso, adiós a la democracia, con todos sus pros y sus contras.

Winston Churchill decía en aquel discurso emblemático, pronunciado en 1947 en la Casa de los Comunes, que “La democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las otras formas que han sido probadas de vez en cuando”. No nos arriesguemos. La democracia es perfectible, pero nunca será peor que la demagogia o el autoritarismo.

 

alan.santacruz@gmail.com

@_alan_santacruz

/alan.santacruz.9

 


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