Y empezamos el onceavo mes del 2020, el veinticuatro del gobierno del presidente López. Orgulloso, como siempre, el líder de la Cuarta Transformación se pavonea ante los mexicanos como fiel creyente de la idiosincrasia del “pueblo bueno” mexicano. El sábado 31, en los patios de Palacio Nacional, junto con su esposa, aceptaron, serios, ser objeto de una tradicional “limpia mazateca”, de manos de la “compañera rezadora”, Teresa Ríos, indígena oaxaqueña, para “acercarse a los seres queridos idos”, según palabras del primer mandatario, e iniciar los tres días de luto nacional por los mexicanos muertos por la pandemia del coronavirus, sí, la friolera de 91,289.
Todo esto sucedió alrededor de la discusión del paquete económico con el cual, el gobierno de la 4T, pretende dar la batalla por el crecimiento y desarrollo del país en el 2021. El gobierno federal estima un gasto de alrededor de 6.25 billones de pesos, aunque, después de la pandemia, el PIB caerá alrededor de 8 o 9%; los ingresos sólo alcanzarán a percibir 5.54 billones de pesos, esto es, un 3% menos que durante el 2020. Sin embargo, Hacienda espera aumentar el gasto en 1.3%, lo que espera compensar con un aumento en la producción petrolera (!) y la esperanza de un promedio en su precio de $42.1 usd; y también, a contrapelo del discurso nacionalista del presidente, el establecimiento de un techo de deuda pública de 700 mmdp y 5200 md. La contracción en el presupuesto, en términos generales, ascenderá al 17%, sin embargo, el presupuesto de la Secretaría de la Defensa crecerá en un 19.7%. De los megaproyectos de la Administración federal ni hablar. El Tren Maya, la refinería Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía o Felipe Ángeles, no son menoscabados en el presupuesto, ¿qué tal?
Para que avance este proyecto, ha sido necesario trasladar los costos y sacrificios a los estados y municipios, ese 17% de reducción, impactará en los programas e inversión en obra pública de las entidades y los ayuntamientos, aunque sus entregas fiscales a la Federación deban mantenerse o, incluso, incrementarse durante el 2021.
Esta realidad fiscal y presupuestal, caló hondo en el ánimo y preocupación de los gobernadores del país, aunque, de entre ellos, sólo diez optaron por manifestar su descontento al titular del Ejecutivo Federal, primero en el seno de la Conago, y ante la inutilidad de ese mecanismo, construyendo un nuevo instrumento de interlocución con las autoridades federales, la Alianza Federalista. Han sido dos semanas intensas de intercambio de opiniones y argumentos, entre el presidente López y los “rebeldes” gobernadores aliancistas. Como siempre, el presidente descalificó a la Alianza, tachándola de politiquera, de gobiernos que estaban perdiendo sus privilegios, de entrada, corruptos, y así. Ante la posición firme y seria de los gobernadores, tuvo que recular y aceptar que en breve se realizaría una reunión de acercamiento con los “alzados”. Naturalmente, alrededor de la posición oficial, se agruparon algunos gobernadores moderados, de diferentes colores, llamando al diálogo y a la unidad y sacrificio.
En medio de esta discusión, y por si fuera poco, a iniciativa del presidente López, las cámaras de Diputados y Senadores, lidereados por las bancadas morenistas y sus aliados, impulsaron la desaparición de 109 fideicomisos y fondos, que requerían la intervención del poder legislativo (así, con minúsculas), para allegarle al gobierno federal de recursos fiscales adicionales, con el argumento del combate a la pandemia. Esto fue otro golpe a las finanzas de los gobiernos locales, sin opción a un financiamiento alterno. Cabe señalar, que hay una instrucción de Hacienda por desaparecer otros 82 fideicomisos y fondos que no requieren pasar por la aprobación del Congreso, y sólo, a través de un decreto presidencial, anunciar su desaparición, claro, mediante la engorrosa ruta burocrática que marca la ley, y que tanto fastidia al presidente López. Otros 60 mmdp para “combatir” la contingencia sanitaria, la 4T dixit.
Contradictoriamente al argumento de la mayoría morenista transformadora, en la semana se aprobó la desaparición del fondo de salud destinado para la atención de enfermedades catastróficas y el traspaso de dichos recursos al Ejecutivo. Otros 33 mmdp para su “heroica” lucha. Aquí el golpe no es contra los Estados o municipios, aquí el golpe es contra la población vulnerable a esas enfermedades. Luego, esta decisión incrementa los segmentos o sectores rebeldes a la 4T y su “proyecto” de nación.
El secretario Arturo Herrera debió aceptar lo obvio en la pasada entrevista con el periodista Luis Miguel González de El Economista, “El tema de fondo es que necesitamos más recursos”. Según el secretario, la discusión de la coordinación fiscal, es tema saldado. El paquete económico ya se discutió en el Poder Legislativo, y vuelta a la hoja. Anticipando que el asunto esgrimido por la Alianza Federalista, por los tiempos, y sobre todo por el año electoral 2021, ya no es posible su revisión. Admite que el gobierno mexicano es incapaz de recaudar al menos lo que el promedio latinoamericano de recaudación que asciende al 17% del PIB, y México sólo logra el 13.8%. Argumenta también, al más puro estilo lopezobradorista, que la responsabilidad es de los propios gobernadores quienes, en muchos casos, dice, aprobaron la reforma fiscal que contiene el esquema actual de distribución. Sí, pateó el bote.
En este marco, de dineros públicos, de rebeldías, de gobernadores, de la población, el futuro se insinúa complicado. El país no camina unido en este escenario difícil de pandemia, economía atorada, inseguridad creciente, hacia el 2021, que, además, polarizará los ánimos por ser El Año electoral. México, necesita ya, al frente, un líder, un estadista, que una, que convoque al trabajo conjunto, coordinado, que dé seguridad y confianza a la población toda, a los inversionistas, a los Estados, a los municipios. Desafortunadamente, ese personaje, no se distingue en el futuro inmediato del país, y, el salir adelante, estará en manos de los propios mexicanos.