Para nosotros el Día de Muertos es entrañable. Nuestra tradición, única y colorida nos hace tener una festividad verdaderamente festiva (aunque suene redundante), lo que vivimos en familia es algo tan íntimo y tan perfecto que cada año esperamos con alegría el volver a vivirlo.
Los altares, la decoración, los platillos típicos de muertos son elementos vitales de nuestro festejo. El planear en familia el altar para nuestros seres queridos con cada detalle no es comprendido por algunas culturas, les llama la atención, es novedoso para ellos, pero no logran captar lo que realmente es, pues para cada uno de nosotros tiene un significado diferente.
Como mexicana siempre he preferido el Día de Muertos sobre todas las festividades, inclusive la navideña, y es simplemente porque se vive en todos los sentidos y verdaderamente con el corazón, sin pretensiones o alcoholizaciones masivas.
Vivir el Día de Muertos fuera de México no es lo mismo, quizá en Estados Unidos con la comunidad latina puede ser muy similar, pero cuando pasa en una nación donde hay pocos mexicanos el espíritu festivo es casi nulo.
Hace algunos años pasé un 2 de noviembre muy singular. En Francia no se celebra el 2 de noviembre, el Día de los Fieles Difuntos, sino el 1º de noviembre que es el Día de Todos los Santos Difuntos.
La tradición en la Toussaint es llevar velas rojas a las tumbas y crisantemos, pero no específicamente ese día sino antes o después. No es una tradición como la nuestra, es algo más sencillo y no todos lo llevan a la práctica, algunas fiestas de Halloween se acostumbran, pero no es algo típico sino prestado.
Las decoraciones son aportaciones de la tradición americana y, al menos en esa ocasión no hubo niños por las calles pidiendo Halloween o haciendo un desfile con sus disfraces en horas escolares.
En esa ocasión fuera de México se acercaba el Día de Muertos y todo era serenidad y calma. Llevé a Estrasburgo (la ciudad donde residía) calaveritas de dulce y de barro, algunas decoraciones que conseguí en una papelería antes del viaje así que monté para mis alumnos franceses un pequeño altar con el fin de llevarles la tradición y hacerlos partícipes de “mi fiesta nacional” preferida donde naturalmente incluí mole y los dulces típicos que venden en las calaveritas mismos que elaboré con mucho cariño.
Una de las primeras impresiones de mis estudiantes de secundaria y prepa fue ¿están locos? ¿por qué hacen eso?, la idea de festejar a la muerte les dio horror y les pareció poco “natural”, aunque algunos de ellos se organizaban para hacer una fiesta de Halloween donde trataban de encontrar el mejor disfraz terrorífico, naturalmente.
Mientras algunos se maravillaban y se sentían curiosos sobre nuestra tradición milenaria a quienes les parecía repugnante aguantaron de mala cara la sesión, eran la minoría, pero su poca disponibilidad tampoco opacaba el espíritu de muertos. Ya en la sala de maestros, aunque en un tono más serio, los compañeros estuvieron abiertos a degustar el mole y escuchar el relato de la tradición de Día de Muertos sin espantarse y dispuestos a escuchar “lo que entusiasmadamente contaba” como bien lo remarcó mi tutora en el Instituto.
En la residencia universitaria denoté que estaba de fiesta colgando un pequeño altar de muerto en cartón en mi puerta. Era bidimensional, de esos que siempre se encuentran en la papelería, pequeño y con unas calaveritas muy monas, lo colorido llamaba la atención de mis compañeros de piso.
Hasta ese momento estaba tan entusiasmada por dar a conocer nuestra tradición que no percibía el cómo se vivía allá. De pronto, me llamó la atención que las fiestas de Halloween se programaban para el 30 de octubre y no el 31, no le di importancia.
El cementerio se encuentra cerca de la residencia así que, al terminar el turno en el instituto me acerqué para ver cómo es que estaba decorado y preparado para la fiesta.
Era 29 de octubre y algunas tumbas tenían ya crisantemos y las velas rojas, algo completamente sobrio y neutro, pero no le puse atención, pues faltaban algunos días, sin embargo, al salir note un anuncio donde decía que permanecería cerrado del 31 de octubre al 2 de noviembre ¿por qué?, me pregunté, ¿no tendría que estar abierto si la Toussaint es el 1º? Pero no había nadie que me respondiera, me encontraba sola en la puerta del cementerio.
Ya en el Instituto Mme. Vincent hizo reflexionar sobre lo que es para ellos el celebrar a los santos difuntos. Estrasbourgo, como toda Europa, había sufrido las guerras mundiales y el nazismo, entre otras calamidades, pero estas marcaron un parteaguas entre vivir y sobrevivir, por lo que la muerte sólo puede ser algo serio y su pasado no les permite verlo desde otra perspectiva, sobre todo porque grupos de extremo nazis atacan las tumbas de los judíos durante esos días, las vandalizan como seña de repudio a la comunidad judía e incluso, en ocasiones, atacan directamente a las familias. La muerte para ellos ha sido atroz y no pueden verla de otra manera, sobre todo cuando el gran enemigo aún los persigue. Estrasburgo es una ciudad fronteriza con Alemania.
La noticia después de esa profunda explicación es que habría toque de queda la noche del 31 y del 1º de noviembre además de que me recomendaba no salir el 1º por aquello de tener el infortunio de encontrar a alguno de esos grupos y exponer la vida.
Así que no hubo fiesta el 1º de noviembre y tampoco el 2, nos quedamos en la residencia como si fuera un fin de semana normal, sólo atentos a la radio para saber cómo se encontraba la ciudad, afortunadamente sin daños personales únicamente con vandalismos, pero sin haber perdido vida alguna.
Como mexicana fue un choque cultural muy fuerte, primero porque su percepción de la muerte es muy sombría, segundo porque el silencio respalda el honor de sus muertos y tercero porque un Día de Muertos sin pan de muerto es algo sumamente desolador.
La muerte no es para todos lo mismo, y aunque la Covid limite nuestra movilidad, la tradición sigue latiendo en nuestros corazones y eso nos hace vivir la tradición acogedoramente en casa.
Este 2 de noviembre es diferente: tu vida está en tus manos, celebra en casa y hazlo conscientemente por ti y por tus seres queridos.
Laus Deo
@paulanajber