- Vive, pero en “terapia intensiva”, considera Miguel Ángel Rivera Ríos, del Programa de Posgrado en Economía de la UNAM
- Medio ambiente, bienestar de la población y la tecnología al servicio de la sociedad, características para el nuevo modelo
El capitalismo, proceso económico que se gestó en décadas anteriores, se agotó y se encamina a su fin, por lo que hoy hay un intento desesperado por preservarlo, pero contra la lógica de la historia, afirmó Miguel Ángel Rivera Ríos, tutor en el Programa de Posgrado en Economía de la UNAM.
Añadió que la culminación de la era de ese modelo económico no es un proceso de “corte quirúrgico”, porque internamente hay confrontaciones y luchas entre diversos puntos de vista e intereses que hacen que la transición se prolongue.
La emergencia sanitaria, refirió, es un severo shock para la estabilidad mundial del capitalismo, porque puso al descubierto fallas internas que se gestaron en el periodo de crecimiento mundial que inició en la década de 1980.
Además, la desigualdad social actúa como amplificador de los efectos de la pandemia; si el mundo tuviera una distribución más equilibrada de la riqueza, como antes de 1970, los efectos de la crisis actual serían menores y la respuesta más rápida, enfatizó.
Miguel Ángel Rivera señaló también que el debilitamiento del poder público en casi todos los países del mundo deterioró, a largo plazo, los sistemas sanitarios y de salud, lo que produjo la actual crisis social.
“No sólo están socavadas las bases del crecimiento mundial, sino que al mismo tiempo la mayor parte de la población sobrelleva un enorme peso y no existen estrategias integrales para solventarlo”.
De ese modo, aseveró, el capitalismo se encuentra en un periodo crítico: “Estamos ante un cambio de época que puede dar lugar a una transformación de fondo, aunque los grandes giros históricos llevan un tiempo considerable, porque hay luchas internas, de poder, que mueven engranajes profundos”.
A partir de 2008, cuando se detonó la crisis financiera, el crecimiento se vino abajo. En ese contexto y con la economía postrada, se efectuó una operación importante orquestada por los grandes bancos centrales del mundo que consistió en lanzar masivamente dinero a la circulación, con el fin de mantener a flote la economía capitalista mundial.
En la actualidad, ese sistema económico vive, pero en “terapia intensiva”, de manera artificial. No obstante, esa política que no se conocía antes de 2008 es sumamente arriesgada, pues fracasó y el deterioro mundial se acentuó a partir de 2017.
“Desde entonces, la economía capitalista venía empeorando y la pandemia se presentó en el contexto de una economía mundial debilitada”, expuso Rivera Ríos.
Hoy, en el contexto de la emergencia sanitaria y en una carrera contra el tiempo, los bancos centrales buscan salvar al sistema de un fenómeno que se conoció en los años 30: el estallido de una crisis y su extensión como recesión económica por una década. Sin embargo, eso es lo que tenemos a la vuelta de la esquina, tocando a la puerta, opinó.
El especialista refirió que el Estado debe recuperar el poder que se le dio al sector privado, en lo que se llamó privatización o reforma neoliberal. “Es una necesidad que tendrá que asumirse, se quiera o no; porque el proceso que se gestó en los últimos 40 años se agotó, y llegó a entramparse. No cabe duda de que se impondrá una recuperación del poder público, pero aún se está gestando la forma precisa, los perfiles específicos de esa recomposición”.
Lo que viene
Miguel Rivera dijo que el modelo a seguir debe anteponer el bienestar de las grandes masas de la población, poner la tecnología al servicio de las necesidades sociales y preservar el medio ambiente.
Abundó que se requiere un nuevo pacto social que permita modificar de forma radical las prioridades que estuvieron vigentes y que, en cierto modo, son responsables de una excesiva explotación de recursos naturales con fines de valorización capitalista: “El binomio salud pública-medio ambiente, es decisivo para el futuro”.
El universitario consideró que necesariamente emergerá un cambio relacionado con el ejercicio del poder mundial. Lo más favorable para la humanidad sería que sea compartido, en el que China y el mundo occidental aporten sus valores superiores y sus aspectos negativos se minimicen, de modo que se produzca un lazo solidario suficientemente fuerte para resistir los cambios que vienen, como el de la inteligencia artificial que generará transformaciones profundas en la sociedad.
Para evitar que esos cambios se conviertan en catástrofes debe existir una sólida fundamentación del ejercicio del poder mundial, concluyó Miguel Ángel Rivera Ríos.
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