- De 270 mil millones a 280 mil millones de e-mail se envían a diario en el mundo
- El 9 de octubre se celebra el Día Mundial del Correo
Desde la antigüedad, cuando surgió la necesidad de la comunicación a distancia y los primeros mensajeros, hasta el uso actual de los medios digitales, el correo es parte de la historia de la humanidad y también evoluciona de acuerdo con los requerimientos de la sociedad.
Sus orígenes se remontan a cuatro mil 400 años y encierra un acto profundamente humano: la escritura (o “la pintura de la voz”, como dijo Voltaire).
Cartas y documentos son enviados mediante este servicio, a través de los cuales se pueden plasmar pensamientos, opiniones, reflexiones, sentimientos; muy distinto a lo que sucede con los mensajes que generalmente son breves y se mandan con una aplicación de teléfono móvil. No obstante, postal o electrónico, el correo sigue vigente.
Y es que hace décadas “una carta era pretexto para la charla y el juego, para la reflexión que matiza y la confesión que tiene largas consecuencias; para, en fin, la levedad y la profundidad. Era también el espacio del acuerdo cotidiano y de las aclaraciones más bien urgentes”, expresa Alberto Vital, actual director del Centro de Enseñanza para Extranjeros, en el prólogo del libro Aire de las colinas. Cartas a Clara, de Rulfo (Plaza y Janés, 2000).
Hoy, en cambio, vemos que para los jóvenes ya no tiene tanto sentido el uso del correo postal, ni siquiera del electrónico. Se comunican de forma inmediata, con informalidad en el uso del lenguaje, y para ellos esta herramienta representa un medio arcaico, rígido, que obliga a la construcción de mensajes más elaborados, y lo usan lo menos posible, sólo cuando interactúan con sus profesores o institucionalmente, pero no con sus pares, considera Marcela Peñaloza Báez, directora de Colaboración y Vinculación de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC), de la UNAM.
En la actualidad se estima que existen cuatro mil millones de cuentas de correo electrónico en el mundo, y con el uso de dispositivos móviles esta cifra sigue en aumento. Se calcula que en México 60 millones de usuarios tienen al menos una cuenta, añade.
Se calcula que cada día se envían de 270 mil millones y 280 mil millones de correos electrónicos, es decir, una cantidad de información considerable que también incluye el llamado spam –o mensajes no solicitados con información que el usuario no quiere recibir–, refiere la experta en ocasión del Día Mundial del Correo, que se celebra el 9 de octubre.
En esa fecha se conmemora la fundación de la Unión Postal Universal, en 1874. Mediante el Tratado de Berna de ese año “se unificó una extensa variedad de servicios y reglamentos postales desiguales en un territorio postal único, instituido para el intercambio recíproco de envíos de correspondencia” (La historia, el valor y los valores del Servicio Postal Mexicano. Sebastián Villa Gago, Fernández Educación, 2016). Así, durante el Congreso de la UPU, en Tokio, Japón, en 1969, fue declarado el Día Mundial del Correo.
Historia milenaria
La palabra correo proviene del latín currere, que significa ir de prisa, correr. Los antiguos romanos utilizaban stationes (albergues) en donde los mensajeros y sus caballos podían descansar antes de continuar su viaje. Con el paso del tiempo a los sitios de descanso se les llamó postatio y de ahí surgió el término postal, como establece el mismo autor en El correo y el cartero (Fernández Educación, 2016).
El origen del correo se remonta al antiguo Egipto, cuando surgieron los primeros mensajeros a pie; y hace dos milenios, en Roma, los primeros a caballo.
En México, antes de la llegada de los españoles, esa tarea la llevaban a cabo personas expertas. Existió una organización de diferentes tipos de mensajeros: el paynani o “corredor ligero”, considerado mensajero de los dioses, que servía a los tlatoani o gobernantes; los yciucatitlantis, quienes llevaban datos urgentes a las ciudades; los tequihuatitlantis o mensajeros de guerra, y los tamemes quienes llevaban productos y mercancías.
Con la Conquista, refiere Villa Gago, se introdujeron en nuestro país nuevas formas de entrega: a caballo o con carretas tiradas por bueyes, que operaban a la par de los mensajeros indígenas. En 1579, se estableció como actividad formal con el Correo Mayor de Hostes y Postas de la Nueva España.
En 1762 se incorporó el uso de buzones (puestos en las veredas de las rutas postales) y apareció por primera vez la figura del cartero. Y ya en el México independiente, el 21 de febrero de 1856, se ordenó el uso de estampillas postales para enviar correspondencia. La primera entró en circulación el 1 de agosto de ese año; tenía la imagen de Miguel Hidalgo y Costilla.
Para 1917 “el teniente coronel y piloto aviador Horacio Ruiz Gaviño realizó el primer vuelo de correo aéreo entre las ciudades de Pachuca y México”, refiere Sebastián Villa. En 1981 se estableció el código postal numérico para cada una de las colonias del territorio nacional.
En tanto, la llegada del correo electrónico a nuestro país ocurrió hace más de 30 años. “Surgió en los años 80 como una herramienta disponible sólo en el ámbito educativo, con una intervención importante de la UNAM y otras instituciones que impulsaron BitNet, una red computacional que permitía a los académicos vincularse con sus colegas de otros países”, recuerda Marcela Peñaloza.
Ya en los años 90 se popularizó el uso del e-mail con el surgimiento de Hotmail; ya no era necesario estar adscrito a una institución para tener una cuenta de correo.
Otros servicios
Actualmente, explica la experta universitaria, se estima que el número de cuentas de correo crece a un ritmo de tres por ciento anual. Pero hoy hablamos del reinado de Gmail, que ofrece servicios asociados a dispositivos celulares.
En ciertos ámbitos, como el de un empleo formal, es muy importante contar con un correo funcional y estar en comunicación por ese medio. En contraste, reitera, los jóvenes utilizan WhatsApp y otro tipo de mensajeros que permiten informalidad, un manejo gráfico muy intuitivo y una respuesta inmediata.
Sin embargo, utilizan una cuenta de correo electrónico como una suerte de “identificador personal” que les permite, por ejemplo, suscribirse a una red social.
El correo tradicional y el electrónico ofrecen servicios asociados. El intercambio epistolar casi se ha perdido con la era digital, pero el Servicio Postal Mexicano entrega cartas y tarjetas postales, y todo tipo de correspondencia: documentos, catálogos, revistas, regalos, avisos, etcétera. El envío de cartas y paquetes se puede hacer a 191 países.
Y podría evolucionar aún más, como ocurre en otros países, ejemplo de ello es Costa Rica donde la renovación del pasaporte se hace en línea y la entrega física del documento es vía postal, menciona la integrante de DGTIC.
Asimismo, se surten las recetas médicas de los adultos mayores por ese medio. “Nada de eso lo puede hacer el correo electrónico; por eso, ambas modalidades se complementan, más que competir”, opina la experta.
El correo postal es económico, ya que no requiere un dispositivo electrónico (computadora, teléfono celular, tableta) ni conexión a internet. Sólo se necesitan las ganas de plasmar lo que pensamos o sentimos en un papel, una pluma o lápiz, un sobre y una estampilla.
En tanto, el e-mail se convierte más en un medio de identificación que en un modo de comunicación. A partir de la pandemia hasta los niños tienen una cuenta de correo, cuando antes no había necesidad de ello, subraya la funcionaria universitaria.
Marcela Peñaloza alerta que en torno al correo electrónico quedan temas pendientes; uno de los más importantes es la seguridad, porque ahí queda atrapada mucha información delicada, como datos personales, expedientes clínicos, entre otros.
Uno más es la huella ecológica que produce, porque la inmensa cantidad de correos que se envían al día producen el CO2 equivalente a tener –cada año– siete millones de autos más en las carreteras del mundo.
La experta recomienda no enviar información delicada sin protegerla; tampoco generar diferentes cuentas de correo, tratar de tener control para cuidarlas debidamente y tener contraseñas seguras (combinación de números, letras y algún signo de puntuación); así como cambiarlas de forma constante. Por su utilidad, “tenemos correo para rato”, concluye.
UNAM