Mario Molina, ¿orgullo o vergüenza para México?/ De lengua y sesos con todo - LJA Aguascalientes
21/11/2024

El pasado miércoles 7 de octubre falleció el dr. Mario Molina, el único Premio Nobel en ciencia que ha nacido en nuestro país. Decenas de encabezados y miles de tuits lo titulan “orgullo mexicano”. Yo no sé si pueda llamarlo orgullo o más bien vergüenza mexicana. Y no hablo del dr. Molina, sino del país.

Somos dados, como mexicanos, a colgarnos las medallas de los éxitos de otros y ponerles el título patriotero y nacionalista de “orgullo mexicano”. Pero una realidad es que el dr. Molina, al igual que muchos mexicanos destacados en el ámbito de la ciencia, se vio forzado a dejar el país en aras de poder continuar con sus trabajos de investigación. Este país, que se enorgullece de ser el territorio donde nació el científico, no fue capaz de darle las herramientas necesarias para que realizara su investigación.

Es cierto, José Mario Molina Pasquel Henríquez nació en México, el 19 de marzo de 1946. También es verdad que se graduó como Ingeniero Químico en la UNAM en 1965. Salió del país para realizar sus estudios de posgrado en Alemania. Ya no regresó.

Los trabajos que lo llevaron a ganar el premio Nobel de Química en 1995 fueron realizados en los Estados Unidos de América, ¿por qué? Pues, porque México no contaba con apoyos para la ciencia y mucho menos en los campos que el dr. Molina se desempeñaba. Es más, en 1989 al incorporarse como profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), adquirió la ciudadanía estadounidense. ¿Esto es motivo de orgullo para el país?

El dr. Molina fue un gran promotor de que se generaran fuentes de financiamiento a la ciencia en la República Mexicana, además de un acérrimo defensor del uso de energías renovables. Por ende, un gran crítico de las políticas energéticas del actual gobierno. ¿Recuerdan que también fue señalado como “conservador y opositor de la 4T” por insistir en el uso del cubrebocas? ¡¿Él qué iba a saber?!

Paradójicamente Mario Molina, “el mexicano universal”, “nuestro premio Nobel de Química”, “nuestro orgullo”, nos dejó un miércoles de octubre. El mismo día que el mundo conocía a las dos nuevas ganadoras del premio Nobel de Química por aplicar la técnica del CRISPR-Cas en la edición genética, Emanuelle Charpentier y Jennifer Doudna (dejando en el olvido a quien descubrió el proceso, el español, Francis Mojica). Exactamente esa mañana, los periódicos y noticieros anunciaban que se había aprobado la desaparición de los fideicomisos para el apoyo de la ciencia en México.

Mario Molina fue parte del fenómeno que conocemos como “fuga de cerebros”. Entre otros muchos cerebros fugados está el dr. Arturo Álvarez-Buylla Roces. Sí, el hermano de la actual directora del Conacyt, y quien, en el 2011, ganara el premio Príncipe de Asturias por sus trabajos en neurogénesis. Pero ¡adivinen! Sus trabajos también fueron desarrollados en Estados Unidos, ¿necesito decir más?

Un día antes de fallecer el dr. Mario Molina, México, ese país que se siente orgulloso de su premio Nobel ganado en el extranjero, condenaba a miles de cerebros más a emprender la fuga, porque aquí, en este país, no hay presupuesto para el desarrollo científico y tecnológico.

Contrario a lo que se ve en países más desarrollados y ricos económicamente, la cuarta transformación considera que la ciencia y la tecnología, al igual que la educación, la salud y la cultura, son gastos superfluos, lujos, derroches.


Esto me lleva a otro tema, aunque no más agradable…

Ya no quisiera hablar de la pandemia por Covid-19. No quisiera convertir este espacio que he destinado a compartir aquellas cosas que me apasionan en un responsorio de señalamientos contra el pésimo manejo, tanto a nivel internacional como, en forma particular, del gobierno federal. De verdad, desearía poder dar un vuelco.

Pero me encuentro sentado frente a la computadora, con los periódicos en la pantalla, los videos y los tweets. Estoy atónito, viendo cómo les explotó la bomba en la cara con tan sólo un pequeño cambio en la metodología y la verdad, aún incompleta, se les escapó de la mano. “Aparecieron miles de contagios y muertes más”.

Digo que aún no es toda la verdad porque, aunque el dr. Alomía acepta hubo cambios en la definición operacional de la enfermedad, aún no es la correcta. Persisten en considerarla una enfermedad meramente respiratoria. Y, además, porque siguen sin voltear a ver el excedente de muertes respecto a años previos. Su orgullo no les permite aceptar que se equivocaron y se resisten a cambiar de estrategia para el manejo.

Oigo, incrédulo, al encargado nacional del control de la pandemia asegurar que “lo bueno es que los que ya enfermaron generaron inmunidad”. Me preocupa escuchar una declaración así de la máxima autoridad en lo referente a la Covid-19.

En algunas publicaciones se demuestra que es un porcentaje muy bajo de los enfermos quienes generan anticuerpos contra SARS-CoV-2; y, sobre todo, cuando aún no sabemos cuánto puede durar dicha “protección”. El jueves 8 de octubre, en LJA.MX, se reportaban 8 posibles recontagios tan sólo en Aguascalientes.

¿Fue dicha declaración una confesión velada de que su plan era generar una inmunidad en rebaño? 

En alguna ocasión discutía de esto en Twitter. Era una mera hipótesis que me resultaba macabra. Ya algo habían dejado entrever múltiples veces en sus conferencias. ¿Pretendían esperar a que la población se enfermara para llegar a este objetivo? De ser así sería terrible, poco o nada sabíamos de los estragos de la infección por SARS-CoV-2.

Es más, han pasado casi diez meses desde que se reportaron los primeros casos en China y aún no podemos decir que sabemos algo en forma certera sobre los efectos a mediano y largo plazo que puede causar este virus, mucho menos sobre el tratamiento.

Pero insisten en generar expectativas falsas basadas en ocurrencias populistas. El dr. López-Gatell asegura que AMLO no se ha infectado porque, cito ad integrum: “El presidente se sujeta a esas recomendaciones [de grupos de asesoría científica] en todo momento, y una de las que más escrupulosamente sigue es el tema de la sana distancia física. Él tiene literalmente, dispuesto en las distintas salas de reuniones que tenemos una valla, literalmente, para que no nos acerquemos nadie”. 

Bueno, basta observar las fotos y videos de las “mañaneras”, de las giras, etc., imágenes que los mismos órganos de prensa de la Presidencia nos entregan diariamente, para ver lo falaz de las palabras del señor López-Gatell. 

Es así de sucinta la importancia que le dan la educación, la ciencia y la cultura, de este país; pero, sobre todo, la cínica y penitente forma en que velan por la salud del pueblo mexicano.

@boylucas | robertosancheztorre.net


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