La nueva temporada de No necesitan presentación, la serie de entrevistas con David Letterman, presenta en su primer episodio a Kim Kardashian West; es posible que muchos no sepan quién es el conductor, es imposible que alguien desconozca a la invitada, es una Kardashian, de hecho, es La Kardashian, y si alguien, como yo, jamás vio uno de sus programas, la podrá reconocer por estar casada con Kanye West, eso es esta mujer, una famosa, ¿qué hace?, no importa, es una referencia.
Al inicio del programa David Letterman le pregunta si ella se hizo la larga trenza que luce, a Kim Kardashian le incomoda la pregunta pero resuelve presumiendo que ella no tiene que peinarse, que hay alguien que lo hace, además, saca de su ignorancia al entrevistador señalando que la trenza es una extensión que “compró”; cuando tiene que aclarar a qué se refiere con comprar, indica que fue un intercambió, la aplicación de cabello humano a cambio de una publicación en Instagram, Letterman siente curiosidad por el costo, ¿250 mil dólares?, pícara, Kim Kardashian eleva la mano indicando que es más, mucho más el precio del intercambio, enseguida se sacude esa discusión indicando que no le parece de buen gusto hablar de dinero.
Kim Kardashian entiende que la aparición en No necesitan presentación es para un público que no necesariamente la sigue, que no sabe a qué se dedica, sólo que es famosa y de eso vive, así que aprovecha para resaltar que está estudiando Derecho y que tiene un compromiso con la sociedad, en especial con la reducción de penas por delitos relacionados con las drogas. Ejemplifica con una pobre mujer que por mover menos de un kilo de cocaína había recibido la misma pena que Charles Manson. La famosa confiesa que se involucró en esa tarea a pesar de ser advertida de que entrar en contacto con la administración de Donald Trump, podría arruinar su reputación; ante la posibilidad de ayudar a alguien a reducir una condena, ella se preguntó: ¿Mi reputación o la vida de una persona?, la respuesta fue obvia para la Kardashian: Mi reputación, más de 190 millones de seguidores en Instagram.
David Letterman pregunta a Kim Kardashian, ¿crees que lo que se está haciendo en nombre de las reformas de sentencias en este gobierno (el de Trump) permite, de alguna manera, el equilibrio de la democracia en un corredor de viabilidad? Ella hace una larga pausa antes de contestar: No tengo idea de lo que acabas de decir; la audiencia le aplaude la confesión de ignorancia, celebra, supongo, su sencillez, Letterman tendrá que reformular la pregunta, termina señalando: Tu buen trabajo es abrumador. Es una fuerza positiva que disimula lo que yo considero un comportamiento inaceptable de parte del presidente.
La fuerza positiva de Kim Kardashian, de eso se trata la entrevista. Sí, cuenta otras cosas que supongo que son de interés para sus seguidores, como el robo que sufrió en París o su reacción ante el cambio de sexo de Caitlyn Jenner, lo relevante es que a sus 39 años la famosa cumple con un compromiso social.
El intercambio de la trenza por una publicación en Instagram por más de un cuarto de millón de dólares seguramente no se verá afectado al involucrarse con la intención de reformar el sistema de condenas en los Estados Unidos, ni siquiera entiende lo que está haciendo, sólo sabe qué está haciendo bien, que la fama obtenida por la Kardashian sirve para algo más que posicionar productos.
La Kardashian reivindica su derecho a la fama, señalando que actúa como una fuerza positiva, cosa que debe tener sin cuidado a la mayoría de sus seguidores, pero que nos debería preocupar porque es una de las consecuencias de hacer famosa a gente estúpida. La intermediación de los famosos entre la sociedad y los gobiernos, entre los ciudadanos y el poder, como señala Letterman impide el equilibrio de la democracia en un corredor de viabilidad; las buenas intenciones de los famosos no pueden suplantar la obligación de los gobiernos con la justicia, los servicios, con la administración.
Aplaudir el apoyo de millones de seguidores, reconocer el valor de un famoso por poner en riesgo su reputación por una causa no puede convertirse en el motor de una acción ciudadana, de un reclamo de la sociedad. ¿Y si mañana otro famoso decide sumarse al cuestionamiento de algún derecho humano, si emplea su calidad de influencer para ir en contra de las mayorías?
El ejemplo de Kim Kardashian West puede parecer lejano, ocurre allá, en los Estados Unidos, nadie en México tiene esa cifra de seguidores… Sin embargo, el uso de los famosos ha instalado como gobernador a un futbolista. 2021 está a la vuelta de la esquina, desesperados, los partidos políticos revisan los perfiles de los famosos para hacerlos sus candidatos.
Coda. “En una época en la que hacer el mal es tan común, limitarse a hacer algo inútil es casi loable”, en De la vanidad, de los Ensayos de Michel de Montaigne.
@aldan
