“Pequeño virrey de las camas vacías y de los muertos en casa”, llamó la senadora Lilly Téllez a Hugo López-Gatell al tiempo que le entregaba un bastón para ciegos, pero eso no fue lo peor que le ocurrió al subsecretario de Salud durante la comparecencia en el Senado, pero sí lo más llamativo, lo que se vuelve tendencia, en lo que se coloca la atención, porque resume el grado de desesperación de quienes no están de acuerdo con la forma en que la administración de la Cuarta Transformación ha manejado la pandemia, porque existe un gobierno de un solo hombre que se niega a escuchar y es incapaz de atender otra voz que no sea la suya.
La sesión en la que compareció el subsecretario de Salud fue suspendida porque el presidente de la Comisión de Salud del Senado indicó que no había garantías de civilidad por parte de algunos senadores que mostraron su desacuerdo. La senadora Verónica Delgadillo exigió la renuncia de López-Gatell y lo acusó de criminal por “preferir quedar bien con su jefe mientras el coronavirus convierte a México en un cementerio”.
La suspensión de la comparecencia se llevó a cabo justo después de que López-Gatell les respondiera a los legisladores inconformes, soberbio, el subsecretario declaró que sí satisface las expectativas de Andrés Manuel López Obrador y a mucho orgullo, porque “no son las expectativas de un hombre, no son las expectativas de un dirigente político, son las expectativas de un pueblo que ha estado históricamente dolido, históricamente negligido, históricamente violentado en todos sus derechos” El funcionario aseguró que “la malversación sistemática, la corrupción rampante y el abuso de poder y la negligencia y la arrogancia de quienes desde una minoría rapaz gobernaron el país” estuvieron a punto de convertir a México en un Estado fallido, y que en esa medida, lamentaba que la minoría opositora pretendiera “dar lecciones de moralidad, de ética, de probidad, cuando todas y todos, el pueblo en su conjunto conoce la historia”.
Los comentarios sobre la comparecencia se dispararon a los extremos, reduciendo la comparecencia al momento en que llamaron virrey al subsecretario, demeritando la caricatura porque la hizo la senadora panista que antes estuvo en Morena, porque es fácil desacreditarla; quienes se alteran por el insulto que recibió López-Gatell y salen en su defensa, no quieren ver que la forma en que fue llamado responde y tiene la misma gracia a cuando en el debate, López Obrador descalificó a su adversario llamándolo Ricky Riquín Canallín. Ambos calificativos están al mismo nivel de vulgaridad, los dos nombres basan su eficacia en el daño que pueden hacer a la reputación de quien es insultado.
Atentos al intercambio de insultos, a considerar como ganador a quien realice el mejor chiste, a quien se aviente la mejor puntada, reducimos el interés en el asunto público a una competencia de albures, torneo que gana quien elabora el mejor ataque. ¿Qué se dijo en la comparecencia, qué resultados se evaluaron, cuáles las respuestas acertadas, cuáles las omisiones? No importa, sólo nos quedamos con el escarnio.
Tanto para los defensores de la Cuarta Transformación como para la oposición este nivel de debate público los afecta en su desempeño, porque no se trata de tener buenas maneras o de ser correcto sino de intercambiar ideas. De permitir que así se sigan desarrollando estos encuentros, los funcionarios de López Obrador y el mismo presidente ya sólo estarán preparándose para la frase matona, mientras que la oposición concentrará su esfuerzo en el apodo poderoso que descalifica a la persona; ambos bandos se perderán en afilar los cuchillos antes que pulir las ideas.
En medio de este duelo de albures, estamos todos nosotros, los que no pertenecemos a ningún extremo.
Coda. Señala Arthur Schopenhauer: “quien insulta pone de manifiesto que no tiene nada sustancial que oponerle al otro; ya que de lo contrario lo invocaría como premisas y dejaría que el auditorio extrajera su propia conclusión; en lugar de ello, proporciona la conclusión y queda debiendo las premisas, queriendo dar a entender así que ello sucede únicamente en aras de la concisión”.
@aldan