El dictamen que apela al reconocimiento a la identidad de género de niñas, niños y adolescentes está empantanado en el Congreso de la CDMX, obstaculizado, principalmente, por el PAN y el PES. Mientras, apenas seis menores han podido obtener un acta por la vía administrativa.
Alexis Iker se mueve como Alexis Iker. Baila como Alexis Iker. Habla como Alexis Iker. Ríe como Alexis Iker. Se ve como Alexis Iker. Pero, sobre todo, se reconoce a sí mismo como Alexis Iker.
Sin embargo, antes del 30 de septiembre de este 2020, no tenía documento alguno que acreditara su identidad. En su acta de nacimiento aparecía otro nombre y otro género. Lo mismo en su credencial de la escuela y en la lista de asistencia en las clases, así como en el resto de sus documentos oficiales.
A lo largo de dos años, el joven, quien recientemente cumplió 17, luchó por obtener un acta de nacimiento con el nombre y género con el que se identifica, sin tener que recurrir a un juicio: el único mecanismo que existe para que niñas, niños y adolescentes transgénero puedan solicitar su cambio de identidad.
Este mecanismo judicial dejó de tener efecto para personas mayores de edad en la Ciudad de México a partir de noviembre de 2014, convirtiendo ese juicio largo y costoso en un trámite administrativo y gratuito ante el Registro Civil.
Sin embargo, esta reforma dejó fuera a niñas, niños y adolescentes. Desde entonces, grupos de madres y padres, asociaciones civiles y activistas han abogado porque estos cambios en la normativa los incluyan.
En el caso de Alexis, tras negársele su derecho a obtener el reconocimiento de su identidad de género en el Registro Civil –es decir, por la vía administrativa– en 2018, interpuso un amparo, con el apoyo de la organización Litigio Estratégico en Derechos Sexuales y Reproductivos A.C. (Ledeser).
Fue hasta este 2020 que un juez determinó que se le debía entregar un acta con el nombre y el género con el que se identifica.
Se convirtió así en el primero de un grupo de 18 niñas, niños y adolescentes que, de la mano de Ledeser, iniciaron este procedimiento hace dos años para obtener su acta.
Hasta el momento, seis personas de ese reducido grupo cuentan ya con este documento clave, los demás están en espera. Sin embargo, estas victorias individuales no merman la lucha colectiva, que busca cambios legislativos para que este procedimiento sea administrativo y no judicial.
El obstáculo: los legisladores del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Encuentro Social (PES), que se niegan rotundamente a discutir y votar el dictamen en el pleno, así como las opiniones divididas en otras bancadas, principalmente en el PRI, PRD y PT.
Lo que ocurre dentro del Congreso local de la Ciudad de México es un símil a las discusiones que se han dado en otras esferas públicas entre grupos conservadores, que han organizado, incluso, manifestaciones en contra de este avance legislativo, y los grupos progresistas que abogan por el reconocimiento de los derechos de la infancia en materia de identidad.
Como dice el legislador de Morena, Temístocles Villanueva, uno de los impulsores del dictamen: “El Congreso es un reflejo de esta sociedad tan complicada, que no ha sido educada sobre la sexualidad humana. Al final somos representantes populares y los estigmas, los tabúes que vive la sociedad, también los vivimos nosotros como legisladores”.
“SON MENORES, NO INCAPACES”
En noviembre de 2019 se aprobó el dictamen que propone reformar el Código Civil de la CDMX, para que los menores de edad puedan solicitar el cambio de nombre y sexo en su acta de nacimiento, por medio de un trámite administrativo gratuito, como ya ocurre para adultos.
El dictamen nació de dos iniciativas que presentaron por separado los diputados de Morena, Paula Soto y Temístocles Villanueva.
La iniciativa de Soto surgió de un ejercicio ciudadano, el Parlamento de Mujeres, en el que más de 130 mujeres de todas las alcaldías de la ciudad participaron durante ocho meses para presentar y discutir diversas propuestas relacionadas a sus derechos. Hasta ahí llegó Tania Morales, madre de un pequeño que desde los siete años se identificó como niño, pese a que se le había asignado otro género al nacer.
A los 13 años su hijo verbalizó con claridad que se identificaba como hombre y, tras una ardua búsqueda de información, diálogos con expertos, cursos y talleres nacionales e internacionales, también ella pudo constatar que tenía un hijo, que siempre había tenido un hijo.
Esto la llevó a fundar la Asociación por las Infancias Transgénero A.C. y a participar en el parlamento para presentar la propuesta de que el cambio de nombre y género en el acta de nacimiento se convirtiera en un trámite fácil y accesible, sin la necesidad de ir a un juicio, que considera discriminatorio y que vulnera el derecho a la identidad de niñas y niños. Su propuesta fue aprobada y fue la primera iniciativa que Paula Soto, presidenta de la comisión de Igualdad de Género, presentó ante el pleno como legisladora.
“Lo único que estamos quitando son los elementos que la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX han catalogado como discriminatorios: procedimientos judiciales a los que hoy se les somete a las niñas, niños y adolescentes trans cuando solicitan su cambio de acta de nacimiento”, señala la diputada.
Explica que, en la Ciudad de México, cualquier niña, niño o adolescente transgénero puede solicitar el cambio, pero como la reforma de 2013 los dejó fuera, son ellos quienes por medio de un acto judicial y no administrativo son sometidos a prácticas violentas y discriminatorias como: tenerse que someter a diversos exámenes psiquiátricos que determinen si es la persona que él o ella dicen ser y demostrar que los últimos cinco meses estuvieron viviendo bajo el género con el que se identifican.
“El primer derecho, es el derecho a la identidad y a la autodeterminación. Son menores de edad, no son incapaces. Como legisladores estamos obligados a garantizarles las oportunidades necesarias para ejercer su vida y sus derechos de la mejor manera y a dotarles de las instituciones que les protejan el ejercicio pleno de esos derechos”, recalca Soto.
Al tiempo en que la morenista impulsaba su iniciativa, su compañero de bancada, Temístocles Villanueva, presidente de la Comisión de Derechos Humanos, ingresaba otra en el mismo sentido para eliminar el requisito de la mayoría de edad en el cambio de identidad de género.
“Todas las personas trans o no trans tenemos la misma claridad sobre la identidad de género, lo mismo que niñas y niños trans o cisgénero, la única diferencia son las barreras culturales que provocan discriminación y que no permiten el pleno desarrollo de una persona”, dice en entrevista.
Fue así que el 14 de noviembre las comisiones aprobaron un solo dictamen para reformar el Código Civil y que los menores de edad estén considerados en el ejercicio de este derecho.
Desde entonces ha sido un ir y venir en el que el dictamen pasa de estar a punto de votarse en el pleno, con grandes posibilidades de aprobarse, a una discusión polarizada en redes sociales –en las que surgen argumentos conservadores– y que terminan en la cancelación de la discusión en el Congreso, evitando que el dictamen se vote.
Es así que decenas de niñas y niños que están en espera del reconocimiento de su identidad de género tienen que poner en pausa el ejercicio pleno de sus derechos.
NI EL PAN NI EL PES CEDEN
Días después de la aprobación del dictamen, este debía ser llevado al pleno para su discusión y votación. Era 19 de noviembre y el dictamen nunca llegó.
En cambio, el diputado Diego Garrido, del PAN, y Fernando Aboitiz, del PES, recibieron a organizaciones del Frente Nacional por la Familia y otras personas que integran colectivos que rechazan el avance en otros derechos, como el aborto, y ante ellos se comprometieron a votar en contra en el pleno.
Esa primera posibilidad se esfumó y quedó en espera de discutirse de nueva cuenta en febrero de 2020, pero una vez más quedó relegada. La última vez que se intentó poner el tema sobre la mesa fue el 8 de octubre pasado cuando de nueva cuenta se aplazó la discusión.
En medio de la pugna política, seis adolescentes recibieron, tras dos años de lucha legal, sus nuevas actas de nacimiento, pero hay todavía 12 que están a la espera y muchos más que no han siquiera podido iniciar un trámite por falta de recursos económicos y ante la falta del respaldo institucional.
SOFÍA, LA PRIMERA NIÑA TRANS QUE TUVO UN ACTA
Sofía nació en Aguascalientes bajo otro nombre y otro género. Tenía seis años cuando sus padres tocaron la puerta de Ledeser para solicitar apoyo en la obtención de su acta.
Alehlí Ordóñez, directora ejecutiva de Ledeser, cuenta que desde muy pequeña Sofía se identificó como niña y comenzó a vivir como tal en su hogar, ante su familia y luego en la escuela, donde pidió que su cumpleaños fuera de princesas.
Sus padres tenían una preocupación seria con el cambio de grado escolar, del kinder a la primaria, y los retos que la falta de una documentación acorde a la identidad de su hija pudieran presentarse, sobre todo en el ámbito de la convivencia de Sofía con sus nuevos compañeros.
Ledeser obtuvo en una respuesta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) la llave para obtener el acta sin hacer pasar a Sofía por un juicio. El Copred reconoció que era discriminatorio para cualquier niña y niño que este procedimiento no fuera administrativo, bajo el respaldo de la Ley para protección de niñas, niños y adolescentes, en la que se prohíbe la imposición de género a los menores.
Fue así que el Registro Civil, ante sus facultades para interpretar la ley en favor de los derechos humanos, emitió el acta que reconoce a Sofía como niña y de este modo sentó el precedente para que ninguna niña o niño tenga que ir a juicio para ejercer este derecho.
Pero después, según narra Ordóñez, todo se paró. Volvieron los prejuicios y los tabúes y para el resto de niñas y niños que apelaron a este derecho, el trámite se volvió más complejo.
“La reforma al Código civil es importante, pero hay que recordar que los servidores públicos tienen la capacidad de interpretar la ley en favor de los derechos humanos y que podrían evitar –como en el caso de Sofía– que un niño, niña, pase por un juicio”.
De 25 casos que tomaron, 20 continuaron el litigio y al final fueron 18 los que en los últimos meses siguieron activos. En el camino, hubo quienes adquirieron la mayoría de edad o los que se retiraron por voluntad propia tras los diversos obstáculos institucionales que surgieron en el camino.
EL PAPEL DE SHEINBAUM
Las seis actas que se otorgaron recientemente, y que forman parte de este grupo, se dieron tras la consolidación de un consejo interinstitucional, encabezado por la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Gobierno, la Consejería Jurídica, el Mecanismo de Seguimiento y Evaluación del Programa de Derechos humanos y el Copred. Fue anunciado por la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, en un evento público del 5 de septiembre y que, a decir de la gobernante, sería el ente que revisaría los casos que podrían tener un acta sin necesidad de acudir a un amparo.
Lo que vino después, explica Janet Castillo, coordinadora de la Clínica Jurídica de Derechos Sexuales y Reproductivos de Ledeser, A.C, fue una reunión con el consejo y la presentación de sentencias favorables al cambio de identidad en acta de varios niños y niñas. Se habían detenido porque la misma jefa de Gobierno había presentado una inconformidad, alegando que la entrega de estas actas sólo debía ocurrir tras haberse iniciado un juicio. La respuesta del consejo es que Sheinbaum se desistiría, pero esto no ha ocurrido.
Cinco de las seis actas que se han obtenido, incluida la de Alexis, se otorgaron tras el visto bueno del consejo que estableció Sheinbaum, y se otorgaron directamente a las familias sin dar aviso a Ledeser y a Aleh Ordóñez, la representante jurídica de las y los niños. De hecho, a decir, de Castillo, fue un requisito que las familias se presentaran sin sus representantes legales para que sus hijos pudieran acceder a este derecho.
Hasta el momento no hay ningún documento público que explique por qué el consejo que estableció Sheinbaum otorgó actas sólo a cinco menores y dejó fuera al resto. La sexta acta se obtuvo a través de la sentencia de amparo que obligó al Registro Civil a realizar el trámite.
“En los casos donde Sheinbaum se inconformó tras las sentencias que obligaban a la entrega de actas, aunque se desista, esto llevará meses resolverse, mientras niñas y niños tienen que poner en pausa el ejercicio de sus derechos”, detalla Castillo.
ALEXIS IKER ES ALEXIS IKER
Alexis baila como si no hubiera mañana. Los brazos se mueven con ritmo, las piernas con fuerza. Escurre pasión. No siempre fue así. Recuerda que ese gusto que adquirió y que lo hacía sentir libre, se volvió pesado.
“No me gustaba ver mi cuerpo ni sentirlo. Había días que no me disfrutaba por eso”. En 2017 dejó de bailar. Fue hasta que comenzó su transición que retomó su pasión.
“No es algo que elijamos. No es más fácil quedarte así, podríamos elegir –entre comillas– quedarnos así, pero nunca seríamos felices”, señala.
El acta de nacimiento con la identidad que le identifica era un trámite que completaba su transición y, como lo marca la Constitución, era un derecho llave que abría las puertas a otros derechos, como al nombre propio, a la personalidad jurídica, a la nacionalidad y, por ende: a la salud, a la educación, a la protección y a la inclusión en la vida económica, cultural y política del país.
Y que si bien son derechos con los que la mayoría contamos y que quizá no notamos, para Alexis y otros niños estas faltas de certezas se vuelven problemas cotidianos, que tienen consecuencias emocionales que merman su desarrollo, como tener que escuchar un nombre que no es el suyo en un pase de lista o no poder abordar un avión.
Por eso, a los legisladores, Alexis sólo les diría una cosa: “quítense sus prejuicios, hablen con personas trans, hablen con niñas y niños trans; esto no es un capricho, sean empáticos”.
Mientras tanto, la discusión está paralizada, al igual que el ejercicio de los derechos de decenas de niñas y niños trans en la Ciudad de México. (Con información de Vanessa Cisneros).
@AleCrail