¿Qué esperamos aquí, en la plaza reunidos?, a los bárbaros, que hoy llegan, inicia el potente poema de Constantino Cavafis, el poeta describe las dudas que despierta la calma en el Senado, su inacción, por qué no hacen leyes, por qué está paralizado su mundo, las razones por las que todo se prepara para la llegada de los otros. En las estrofas finales de “Esperando a los bárbaros” se revela qué ha ocurrido con el enemigo:
-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.
El enemigo nunca cruzó las murallas, el enemigo quizá nunca existió y, sin embargo, la ciudad toda respondió a lo que le habían señalado las autoridades, a los preparativos que desde el gobierno se hacían para recibirlos. Así estamos en México, convocados por el presidente para, a su lado, defendernos de quienes no quieren la transformación prometida, los defensores de la corrupción, quienes desean que todo vuelva a ser como antes, ese pasado que Andrés Manuel López Obrador no duda en manipular a su conveniencia, que describe desde el púlpito mañanero sin detenerse en matices, generalizando a su conveniencia para establecer que el adversario está allá afuera, listo para atacar.
Los bárbaros inventados por López Obrador son los adversarios, los del régimen corrupto que se oponen a que los pobres sean primero, los que atacan a sus funcionarios, los mal portados en el Congreso de la Unión; los enemigos del presidente son quienes él decida que se oponen a la interpretación que hace de la voz del pueblo. Todos los días, López Obrador hace un llamado a que no bajemos la guardia y nos reunamos en torno a su persona, a sus decisiones; inculca el miedo indicando que arrasarán con el paraíso hacia el que nos lleva, la cornucopia lopezportillista donde viviremos en jauja.
Los adversarios de la Cuarta Transformación son los enemigos del presidente, con esa premisa, López Obrador se toma el tiempo necesario para nombrarlos a la menor provocación, que la masa de seguidores no tengan duda de su existencia, cuando así lo decide los designa como una maléfica y bíblica serpiente (BOA), otra toma sus siglas para describir lo que quieren hacer con la marcha hacia el paraíso (Frena). Ante la duda de la existencia de esos bárbaros que se le contraponen, eligió colocarse en el centro de la crítica y como la encarnación del deseo del pueblo que considera es, el presidente estableció que quien lo critica, nos critica.
Signa Lab, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, realizó un estudio que se titula “Los límites de la democracia: la 4T y la construcción del enemigo”, en el informe del Iteso se describe el uso que hace el presidente de la conferencia matutina para señalar a los adversarios. El estudio indica que “la estigmatización, descalificación y escarnio” con que López Obrador trata a quienes considera sus adversarios está alcanzando “niveles preocupantes por hacer referencia a discursos de odio que aumentan la tensión ya imperante en las relaciones entre gobierno y críticos”.
El presidente abrió una de sus conferencias matutinas exhibiendo una lista con los nombres de quienes escriben contra él, a López Obrador no le importan las consecuencias de su descalificación, irresponsable, alienta el asedio a la libertad de expresión, seguro de que sus seguidores lo defenderán en masa, descalificando a quienes se atrevan a llevarle la contraria, porque jamás hemos vivido, como hoy, tanta libertad de expresión.
Los enemigos que se inventa López Obrador no existen, no son ellos los bárbaros, sí, le sirven como solución momentánea, ¿qué será de nosotros cuando se revele que no existen?
Coda. Es irresponsable, pero está en su derecho, López Obrador podrá seguirse inventando enemigos, quizá valga la pena recordarle lo que escribió José Emilio Pacheco: “Siempre somos la bestia negra de alguien que en secreto anota los agravios que involuntariamente le infligimos. El día menos pensado nos presentan la cuenta”, no es una amenaza, es un recordatorio de cómo funciona la imposición del miedo.
@aldan