- Aquel 13 de agosto surgió una luz de esperanza entre la oscuridad de la pandemia: un acuerdo para garantizar vacunas contra el Covid. Pero en las dependencias federales parece no haber rastro documental de ese convenio
EMEEQUIS
Son poco más de las 19 horas del jueves 13 de agosto de 2020 y el gobierno mexicano ha anunciado, a través del subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud, Hugo López-Gatell, que México sobrepasa el medio millón de contagios de Covid-19 (505 mil 751): hasta esa tarde, acumula 55 mil 293 defunciones y tiene en análisis 83 mil 075 casos sospechosos.
Un grupo de gobernadores lleva dos semanas exigiendo la renuncia del subsecretario encargado de liderar la política frente a la pandemia. Entre el personal de la Secretaría de Salud se especula que la Organización Mundial de la Salud (OMS) está por lanzar una fuerte crítica por la falta de pruebas en el país.
La única esperanza parece estar en el discurso que el canciller Marcelo Ebrard lleva impulsando desde semanas atrás: este 2020 habrá una vacuna contra el coronavirus y estará disponible en México.
Horas antes de las cifras Covid de las 19 horas, ese mismo jueves 13 de agosto, en Palacio Nacional el mismo secretario de Relaciones Exteriores insistía en la promesa.
“Ya existe este proyecto para tener la vacuna contra el Covid, contra la pandemia, lo que significa tranquilidad y salud (…) algo excepcional que nos va a ayudar mucho a que se mantenga la esperanza, a que se acabe la incertidumbre”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Entonces Marcelo Ebrard tomó la palabra y se refirió a un acuerdo con el laboratorio AstraZeneca, la Universidad de Oxford y la Fundación Slim. El acuerdo entre el gobierno mexicano, describió Ebrard, marcaba la producción de una vacuna que ya estaba en fase 3 y cuyos resultados se presentarían ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) en el mes de noviembre.
El canciller habló de cuatro memorándums de entendimiento para estas vacunas y ese día presumió un acuerdo de producción en México y Argentina de entre 150 y 250 millones de vacunas que se distribuirían en la región.
“Ya estamos hablando de fechas, ya estamos hablando de producción. Es una gran noticia para México”, dijo.
Pero, en realidad, esos acuerdos no se materializaron en papel. No hubo documento que acreditara estos compromisos ni con el laboratorio AstraZeneca ni con la Universidad de Oxford ni con la Fundación Slim, tan sólo acuerdos verbales, de buena fe.
Aunque se vio a los representantes del laboratorio –Sylvia Varela– y de la Fundación Slim –Carlos Slim Domit– acompañando al primer mandatario y su gabinete en lo que se presentó como un anuncio formal de las buenas nuevas ante la peor crisis económica y sanitaria del último siglo, no había un respaldo.
Ni la Secretaría de Salud, ni el Instituto de Salud para el Bienestar, ni la misma Secretaría de Relaciones Exteriores –encargada de los trámites–, ni la Secretaría de Hacienda –encargada del etiquetado de los recursos– tienen entre su historial copia de contratos, convenios, memorándums o cualquier documento que acredite que lo que se presumió aquel 13 de agosto era serio, formal.
“No hay evidencia”. “No se ha celebrado ningún acuerdo con las instituciones antes mencionadas (AstraZeneca, Universidad de Oxford, Fundación Slim)”, contestó la Secretaría de Salud, a cargo de Jorge Alcocer Varela, a la pregunta explícita sobre estos acuerdos.
La Secretaría de Hacienda, que dirige Arturo Herrera, dijo que tras las declaraciones del 13 de agosto, en la conferencia matutina del presidente, se advierte que aunque se habló de que se harán pedidos de vacunas, garantizando el pago correspondiente, no se sabe cómo ni a través de qué dependencia o entidad se realizarán los pagos y la distribución correspondiente y que, mientras tanto, en ese organismo no hay información útil sobre el tema.
Lo mismo informó la SRE de Ebrard: no hay contratos, no hay convenios, no hay acuerdos, no hay información.
Fuentes de la dependencia que comanda el canciller comentan que si bien lo que se dijo en aquella conferencia era parte de las conversaciones informales que Ebrard llevaba con gobiernos y laboratorios internacionales, la presentación surgió como un apagafuegos: fue una forma de dar luz entre tanta oscuridad, alentar la esperanza a la cura y, por ende, al fin de la pandemia.
Pero también bajar las críticas al subsecretario Hugo López-Gatell y a la administración de AMLO por el mal manejo de la pandemia en el país que al cierre de este secreto acumula 847 mil 108 casos confirmados y 86 mil 059 defunciones, sin contemplar a aquellos que han fallecido sin una prueba que acredite la presencia de la enfermedad.
Esta presentación tuvo, además, otro acuerdo de palabra entre los representantes de AstraZeneca y Fundación Slim gestados por Ebrard, detallan las fuentes: presentarse para darle credibilidad a la información sobre la vacuna y negar toda entrevista o fuga de información desde las dependencias privadas sobre el supuesto acuerdo que se había formalizado aquella mañana.
Dos meses después de aquel 13 de agosto, una vez más en una conferencia mañanera, se presentaron tanto Alcocer Varela, como Ebrard y Arturo Herrera, a informar sobre los planes para ahora sí, de manera formal, aspirar a tener una vacuna que, por supuesto, no estará lista este 2020.
Este 13 de octubre se informó sobre la firma de tres acuerdos de compra con tres farmacéuticas: Pfizer, CanSino y AstraZeneca. Esta firma teóricamente garantizará que 100 millones de mexicanos tengan acceso a las vacunas.
¿Habrá papel que esta vez lo confirme?
@emeequis