De un tiempo a esta parte entendí que no podía hacer una bandera de la frase “Dejen de hacer famosa a gente estúpida”, ese reclamo al que es fácil rendirse cuando se trata de entender qué es lo que los otros están diciendo en redes sociales; la hiperconectividad y la multiplicación de las voces a través de esos canales obliga a un esfuerzo mayor para tratar de aprehender lo que ocurre en el mundo y lo que sobre eso se piensa, porque una enorme mayoría se refiere a los hechos a partir de sus referencias más cercanas, el debate sobre la alta cultura y la cultura popular ya fue rebasado, no se trata de defender uno contra el otro, sino de desarrollar la capacidad para comprender que se mezclan y conviven. Negar el derecho al otro de expresar su visión del mundo a partir de la música que conoce o las figuras a las que admira es cerrarse a la conversación.
Si las personas deciden comentar el mundo a partir de lo que hace la gente estúpida (y eso logra que sean cada vez más famosos) se tiene la obligación de intentar comprender por qué ha elegido esa referencia, antes que descalificarla porque nos parece vulgar o inadecuada. Para entender al otro y abrir la conversación no se le puede exigir que sea en nuestros términos.
La socialización del conocimiento a través de las redes sociales demanda una conciencia mayor acerca de las circunstancias del otro, en un mundo donde lo que priva es la máscara, implica estar abierto a todas las formas de expresión, no al prejuicio; si el intercambio requiere saber quiénes son las Kardashian, el niño Edgar o el nombre de los perritos del meme, no hay más remedio que añadir ese conocimiento para poder entendernos.
Quizá no se pueda evitar que dejen de hacer famosa a gente estúpida, pero lo que sí podemos intentar es no diluir en la banalidad de esos famosos los asuntos de interés público.
El fin de semana apareció un video de cómo la esposa de un senador se pintaba los labios mientras el político daba un discurso relacionado con su actividad, por esos días también se hizo tendencia la respuesta de ella y cómo mostraba sus tenis para desviar el tema que a él le interesaba platicar; las reacciones le pueden parecer graciosas a quien sea, tiene derecho a difundir en nombre del sentido del humor, lo que le plazca, aun corriendo el riesgo que al viralizar esas escenas termine trabajando para la promoción de un político; ese no es el problema, la complicación tiene origen cuando a esa viralización se le inviste de un sentido que no tiene, como indicar que la influencer desdeña al político como respuesta a la demanda social de no dejarse vencer por los actos machistas de su marido.
Olvidamos los límites, como con la foto del subsecretario de Salud en la que se le ve besando a otra persona y se presenta como noticia, se le emplea para señalar que no está cumpliendo con la sana distancia; con un ánimo idiota hay quienes quieren emplear esa imagen para denostar a la figura política y sus decisiones en el manejo de la pandemia, ¿y el derecho a la privacidad?, nos lo pasamos por alto, en el afán de responder rápidamente, dar a conocer nuestra opinión para establecer que todos los puntos de vista valen lo mismo, ya no estamos distinguiendo entre las esferas de lo público y lo privado, ni en los asuntos que tienen un interés público real y aquellos que son para las conversaciones privadas.
Considero que el riesgo no está en seguir haciendo famosa a gente estúpida sino en crear historias de interés público donde no lo hay, la facilidad con que se viola la intimidad del otro, la falta de juicio sobre lo que se puede o no compartir y lo innecesario de intentar imponer al otro nuestra visión del mundo.
Coda. El INE en Aguascalientes cumplió 30 años, el mensaje de Ignacio Ruelas Olvera no tiene desperdicio, me permito citar la parte final: “La ética cívica resiste y nos enseña a ¡Soñar juntos!, los sueños se construyen desde la utopía. El bien, el amor, la justicia, los valores y las virtudes, han de ser conquistados a cada instante; el éthos resiste la sociedad globalizada, en el mérito de estar más cercanos con un sólido proyecto ciudadano; resiste la política que se vuelve frágil; resiste alentando el diálogo como vía expresa de la política y de la vida social”. El vocal ejecutivo del INE parte de una cita de Deleuze: pensar es crear y crear es resistir, hay un largo camino por recorrer.
@aldan