Rosario Piedra Ibarra es una usurpadora. En contra de la ley llegó a la presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a pesar de no cumplir con los requisitos, el aparato de la Cuarta Transformación le cumplió el capricho al presidente, todavía no cumple un año en el encargo con el que fue beneficiada y su desempeño al frente de ese organismo sólo da cuenta del esfuerzo para acabar con la institución encargada de proteger los derechos humanos de los mexicanos. Es una usurpadora no sólo porque se apropió injustamente del cargo, en el discurso con que intenta justificar su comportamiento, intenta apoderarse de la identidad de otras personas declarándose una víctima.
Para evadir los cuestionamientos por su desempeño y la exigencia de que renuncie, Rosario Piedra Ibarra descalificó la toma de instalaciones de la CNDH en el centro histórico, asegurando que se debía a intereses políticos. En una de sus comparecencias ante legisladores, empleando el plural mayestático con que se quiere cobijar a una causa, se quejó: “Hemos sido y estamos siendo sujetos de una formidable campaña mediática de desprestigio y de mentiras, pero puedo decirle que la CNDH hoy se maneja con absoluta honestidad y transparencia. Se ha pretendido difundir versiones escandalosas y calumniosas. Ejerzo a plenitud mis facultades alejadas de presiones e influencias”.
Más allá del intento de compartir responsabilidades al señalar que es objetivo de una campaña, como si al cuestionarla se pusiese en duda no sólo a ella sino a Andrés Manuel López Obrador y a la Cuarta Transformación; más allá de su intento por evadir la pleitesía que le rinde al presidente antes que a su cargo al frente de la CNDH, es preocupante que la encargada de la Comisión, con tal de salvar el pellejo, sea capaz de denigrar e insultar a las verdaderas víctimas al asumirse como una.
El objetivo esencial de la CNDH es la “protección, observancia, promoción, estudio y divulgación de los Derechos Humanos previstos por el orden jurídico mexicano”, este organismo es el puente entre las víctimas y las comisiones ejecutivas de atención a víctimas federal y locales, y con las demás instituciones públicas que forman parte del Sistema Nacional de Víctimas, la CNDH está para proporcionarles asistencia y apoyo. Se puede cuestionar que la Comisión no sea el contrapeso requerido, que sus recomendaciones públicas no vinculatorias sean insuficientes, el corto alcance de sus programas preventivos, lo que es inaceptable es que una usurpadora se victimice para negarse a acompañar a las verdaderas víctimas.
La usurpación que hace Rosario Piedra al declararse víctima no sólo insulta a los verdaderos afectados por la violación de sus derechos, además los agrede al invisibilizarlos.
Coda. En Campos de sangre, Karen Armstrong señala: “La Ilustración predicó la igualdad de todos los seres humanos; sin embargo, la política occidental en el mundo en vías de desarrollo a menudo ha adoptado un doble rasero, de modo que tratamos a los demás de un modo distinto a como nos gustaría ser tratados. Nuestra insistencia en la nación parece haber impedido que cultivemos una actitud global que necesitamos en nuestro mundo crecientemente interrelacionado. Debemos deplorar cualquier acción que derrame sangre inocente o siembre el terror. Pero también hemos de reconocer y lamentar sinceramente la sangre que hemos vertido en la consecución de nuestros intereses nacionales. De otro modo no podremos defendernos de la acusación de mantener un ‘silencio arrogante’ ante el dolor de los demás y crear un orden mundial en el que la vida de algunas personas es más valiosa que las otras”. El silencio arrogante de quien oculta su agresión al negarles o robarles personalidad a las víctimas.
@aldan