Martín Willehado Chávez, el más pequeño de los hermanos Chávez Alonso, fue un aguerrido liberal, partidario del ala más radical de los liberales hidrocálidos, “los rojos”, polémico por sus declaraciones y acciones y fuerte defensor de la reforma liberal, pero también, impresor como buena parte de su familia.
Él se formó en casa de su hermano José María al quedar huérfano siendo muy pequeño y como tal, aprendió el oficio de impresor y se nutrió de las ideas liberales de sus hermanos mayores, Pablo Nepomuceno, Rafael y José María. Pero con los años, se volvió del ala más radical, lo que lo llevó a distanciarse de manera violenta de sus hermanos, especialmente de Pablo y de pasada, de José María. Su relación con Esteban Ávila y “los rojos” tuvo mucho que ver con el rompimiento de los hermanos y a partir de ello, formó su propia imprenta, la imprenta de “Ávila y Chávez” entre 1861 y 1862. Este distanciamiento ideológico es visible desde 1860, cuando Martín decidió publicar un libro: La filosofía del Trono y el Altar.
En 1859, José María tuvo que salir de la ciudad de Aguascalientes por el acoso de los conservadores en plena Guerra de Reforma, en ese año y en 1860, Martín W. Chávez se hizo responsable, de manera alterna, del taller tipográfico de su hermano. Justo en 1860, fue impreso bajo su responsabilidad el libro Filosofía del trono y del altar, del imperio y del sacerdocio, dedicada a la juventud española, del español José Presas.
Este libro, publicado por primera vez en 1829 en Burdeos, fue editado por Martín W. Chávez, quien lo conoció durante su estancia de aprendizaje en la ciudad de México un par de años antes. De este libro no se conocen más reimpresiones, ni ediciones en México, a excepción de la que se hiciera en el taller de Chávez aquí en Aguascalientes.
La edición de este libro es por muchos motivos el inicio del rompimiento con las ideas políticas más moderadas de su hermano, y con las prácticas más temerosas o prudentes como editor-impresor. Es una impresión pensada para ser leída por un sector definido de la sociedad; contiene una nota introductoria del editor, lo que nos dice que esta obra fue más una apropiación intelectual; son notorios los cambios en la producción editorial, gracias a la introducción de insumos mecanizados como el papel; es una edición pensada para la venta, trabajada desde una concepción clara de editor, y, finalmente, con la intencionalidad de trascender los límites locales y regionales.
La reimpresión de El trono y el altar no es una copia del texto, ni de la edición original. Si bien la mayor parte del texto es tomado tal cual del original, Martín suprimió una de las partes introductorias y le sumó su propia nota introductoria que, pese a que no está firmada, presumo fue hecha por el mismo editor. Esta nota introductoria se refiere al momento histórico que se vivía en México tras la Guerra de Reforma y manifiesta muy claramente la postura del editor, así como la intencionalidad de la impresión.
La nota introductoria, dedicada “al pueblo mexicano”, es una proclama propagandista del liberalismo más radical del momento, promotora de las leyes de reforma, defensora de las libertades civiles y religiosas y contra lo que considera los enemigos del pueblo: los Estados Monárquicos y la Iglesia Católica.
El objetivo que persigue el editor es que la obra sea leída no por los liberales convencidos, sino por aquellos que rechazan las reformas liberales, a los que llama a darse cuenta del nivel de subordinación en el que los tienen la religión y los hombres que la usan para ejercer el poder. Es, dice, para darles un norte para su bienestar, para que se den cuenta del “dolo, la mala fe y el interés particular de esos poderes que han dominado el universo y quieren seguirlo dominando: el trono y el altar”.
El pensamiento liberal radical de Martín se hace evidente en la nota introductoria, el mismo que llevará un año después, a las diferencias entre hermanos. La imprenta bajo la mano de Martín tomaba otro rumbo, además de continuar con el deseo moralizante que tenían los primeros impresos de José María, es notoria una nueva concepción del trabajo editorial, más moderno, menos saturado, más limpio y con una determinación clara, sin temor a suprimir texto o introducir uno propio; de esta manera, Martín se asumió como un editor, se apropió de la obra, la contextualizó y la adaptó a su momento histórico.
La edición está conformada por una nota introductoria del editor, el prefacio, veintitrés capítulos, conclusión, post-scriptum, un texto titulado “El llanto de la madre patria oprimida y tiranizada” y el índice, en un total de 124 páginas.
No es casual que sólo un año después, Martín ya estuviera inaugurando su propia imprenta con el entonces gobernador Esteban Ávila. Ambos eran miembros del Club Liberal y partidarios de las reformas más radicales, oponiéndose a los liberales más moderados como los otros hermanos Chávez.
La “Tipografía de Ávila y Chávez” fue el medio de difusión de las ideas del gobierno de Esteban Ávila, bajo el mando y como editor quedó sin duda Martín, quien tenía amplio conocimiento del oficio. El periódico oficial del gobierno, que se imprimía en la imprenta de José María Chávez, pasó a manos de Martín, quien era editor y escritor.
A partir de enero 1862 el periódico oficial, El Porvenir, estuvo a cargo de Agustín R. González y la edición era responsabilidad de J. Ignacio Medina e Inés Macías, debido a la ruptura de Esteban y Martín. Martín se volvió pronto al bando de sus hermanos, Esteban Ávila dejó la gubernatura del estado y el fin de las disputas entre moderados y radicales terminó con la noticia de la Invasión Francesa, a la que tanto Martín como José María se unieron y donde ambos perdieron la vida en 1864.