Manifestación comunitaria hacia la nominación de Geoparques Mundiales Unesco en Aguascalientes
Señala el investigador social Guillermo Bonfil, que “…el universo transcurre en una sucesión de círculos, […]. Cuando un ciclo termina otro similar comienza. Esa armonía se expresa ritualmente en las ceremonias del calendario agrícola que simbolizan la renovación de la vida…”, donde el Festival Gastronómico Biocultural del Bosque de Cobos, en un contexto espacio-temporal, se constata dialéctica y cíclicamente año con año, siendo los pobladores del lugar, los cocreadores y custodios de la biodiversidad que en este foro expositivo se pone en valor, que materializan los saberes de lo inmaterial que emergen de la relación con la naturaleza para la satisfacción de las necesidades vitales y espirituales de los grupos humanos que habitan o han habitado el lugar.
El Festival se da en el mes de septiembre de cada año en la comunidad rural de los Parga, perteneciente a la jurisdicción del Municipio de Aguascalientes. Se disfruta y festeja la biodiversidad y los paisajes del lugar, considerando que nuestros ecosistemas naturales forman parte del México megadiverso, cualidad que se advierte en su dimensión de gran importancia biogeográfica, ya que compartimos la vecindad con las zonas áridas del país que albergan 60% de especies endémicas, por ejemplo, de cactáceas del mundo, tierras de donde emergen estos saberes y que son representativos del estado.
Es en este entorno, en el que indisolublemente, se juega un papel esencial en la construcción de las identidades culturales, que se han encontrado en ese día de fiesta comunitaria y de autogestión, con el acompañamiento del grupo Amigos del Bosque de Cobos, constituidos por los ambientalistas de mayor raigambre y trabajo con base social en el estado, que se ha consolidado contando con la ascendencia y participación por parte de los habitantes del lugar, el cual es el territorio de la distribución geográfica de este bosque espinoso de mezquites y bastión del ambientalismo en Aguascalientes.
Mediante la gestión emprendida por este generoso grupo interdisciplinario de la sociedad civil, conformado por biólogos, geólogos, paleontólogos, arquitectos, informáticos, y docentes, entre otros profesionales, encontramos el involucramiento en actividades por la lucha, defensa y conservación de este entorno natural desde el 2008, lo que ha impulsado procesos sociales de participación ciudadana concienciando a los habitantes sobre la importancia de proteger sus patrimonios natural y cultural, así como del medio ambiente, iniciativas que se encausan por medio de la educación ambiental, y la cultura con una visión sistémica, que encuentra eco en el desarrollo sostenible, en el que el geoturismo, poseen valor fundamental.
El Festival Gastronómico Biocultural del Bosque de Cobos, subraya la importancia de la gestión de espacios inmateriales, como lugares para el fomento y visibilización de las comunidades, en este caso rurales, que se orientan a la creación de industrias creativas desde el patrimonio, del que podemos avizorar un gran potencial dentro de la economía creativa, que alienta a nuevos públicos a visitar y conocer los sitios, aportando al desarrollo que contribuye al bienestar que favorece a las economías locales y la generación de empleos.
Este festival, posee cualidades identitarias que permiten generar experiencias culturales a través de la rica y ancestral tradición culinaria que une el territorio transformado por los creativos grupos humanos asentados en Bosque de Cobos y sus alrededores, que al igual que sus ancestros habitantes de Mesoamérica, edificaron su cultura y por ende su dieta, mediante una cuidadosa selección de cultivos de maíz, de chile, el frijol, aguacate y la calabaza, que se hibridaron culturalmente con la herencia europea, cuyas experiencias se han proyectado por siglos en lo regional afincando la cohesión social y su identidad cultural, visibilizándoles, a la vez que resguardan valores propios que promueven a la localidad, el empleo y el crecimiento económico.
La gastronomía como una de las expresiones más altas de la humanidad, es un espacio para el desarrollo de la creatividad, la fantasía, la investigación, el afecto, los lazos familiares y el arte. Constituye también un laboratorio y una vasta galería de saberes heredados que los grupos humanos traen evolutivamente en los genes, que les permiten explorar, experimentar, encontrar y expandir su universo físico y simbólico: su patrimonio.
En los productos culinarios tradicionales ofrecidos allí, (por mencionar solo algunos, están el agua de tuna, los condoches, pico de gallo con xoconostle, pan de elote, bollos de nopal, quesos, esmeriles), se aprecian las características biológicas y geográficas de nuestra región, que nos incluye en el marco de un país megadiverso al lado de Colombia, Brasil, China o Indonesia, que se manifiesta en una amplísima riqueza cultural presente en el manejo de los recursos biológicos a lo largo de generaciones y de la historia, que nos hace comprender que la biodiversidad y la cultura, se suponen una a la otra, y que el hombre es el reflejo del ambiente en donde vive.
Estas obras inmateriales, nacen de una historia. Son ante todo el andar por los ciclos de la vida que se arraiga gracias al amor por la tierra, en un lugar que geológicamente es testigo de la creación y de la evolución de la vida del planeta Tierra, cifrado en procesos de adaptación al medio y al entorno no siempre favorables en algunos ciclos naturales para la subsistencia de las variadas formas de vida.
Estas estrategias humanas en un continuo han creado un oleaje de paisajes, en cuya piel, se han domesticado ancestralmente a plantas y animales, presentes hoy en día en los modos de vivir, las creencias, las festividades, las artes, los cantos, las costumbres, en los hábitos alimentarios de nuestro estado o del país, no importando como lo expresa el antropólogo citado arriba, que a pesar de más de 500 años de dominación, de agresión directa o sutil del mundo colonial o del sino de la globalización estandarizadora del capitalismo tardío contra la cultura de los pueblos, no hayan logrado obstaculizar la sobrevivencia histórica de esa sustancia esencial del México profundo, cuyos grupos humanos han resistido y se han adaptado a los cambios con el fin último de permanecer, en el contexto de una crisis civilizatoria, que busca el progreso a toda costa y el crecimiento económico sin límites, que se centra en los valores del consumo insaciable esgrimidos por la cultura occidental, el hedonismo y el dominio del hombre sobre la naturaleza.
Es la diversidad de ecosistemas uno de los componentes determinantes de la diversidad cultural de un país, de un territorio. Lamentablemente se observa que se encuentran a nivel global amenazados por los principales problemas ambientales de impacto planetario como consecuencia de las acciones antropogénicas, tales como la pérdida de la diversidad biológica, aumento de la contaminación, degradación del suelo y desertificación, cambios climáticos y calentamiento global, así como el agotamiento de la capa de ozono.
En el marco de los problemas citados, se menciona el crecimiento descontrolado de la mancha urbana, deforestación, incendios forestales inducidos o accidentales, el monocultivo, la inadecuada explotación o la conversión del medio a otro tipo de actividades como la creciente ganadería o la agricultura intensiva, que ponen en riesgo los diferentes servicios ecosistémicos que nos proporcionan éstos, como son los de provisión, regulación, soporte o, culturales. Que se hacen patentes ante las inconsistentes y desafortunadas medidas regulatorias para transitar hacia el desarrollo sustentable, minando la capacidad de resiliencia del planeta ante el modelo económico hegemónico mundial.
A nivel local en ese lugar, es alarmante la contaminación del Bosque de Cobos, presente en el entorno por la quema de residuos sólidos urbanos, provenientes de la ciudad o de la industria, utilizados como combustible para la quema de ladrillos, arrojando anualmente al ambiente, una gran cantidad de toneladas de gases contaminantes como el CO2, que en muchas ocasiones se dispersan hacia la ciudad afectando la calidad del aire que respiramos, además de aportar su grano de arena al cambio climático y al calentamiento global.
Con mayor impacto e intensidad y quizás no cosmético, se encuentra la contaminación por aguas negras vertidas al cauce del arroyo de Cobos, provenientes de la planta de tratamiento de aguas residuales que se ubica en el fraccionamiento habitacional Valle de las Palmas al oriente de la ciudad capital, a la que se suma otra, que vierte sus aguas contaminadas a la Presa Pargas, proveniente de comunidad rural Calvillito, perteneciente al municipio de Aguascalientes que no funciona desde el año 2016.
Esto ha provocado la disminución de algunas poblaciones de tortuga casquito, y la pérdida de la biodiversidad aún insospechada de especies, con la concebida contaminación del acuífero, y no así, por el uso agropecuario del territorio que ha tratado de mantenerse en equilibro con el ecosistema, ya que los productos que se obtienen satisfacen las necesidades de consumo y de mercado de la comunidad y de las inmediaciones, por lo que en parte en este medio natural, no ha sido sometido a estrés ambiental del cual no sea posible recuperarse, ya que existe un uso racional de recursos en armonía con la naturaleza.
Dentro de ese mundo, resulta alentador asistir a los recorridos por senderos interpretativos a cargo de especialistas en Ciencias de la Tierra, dirigidos al público en general, con la participación de la comunidad que integra a este grupo de profesionales, a las niñas y niños guías (los geochic@), quienes han adquirido un conocimiento de su propio entorno natural y cultural y que orgullosamente ponen en valor ante el visitante.
El alcance que pueda tener el trabajo entre la comunidad, la sociedad civil, la academia, las instancias gubernamentales y la iniciativa privada, podrá apoyar una gran cantidad de acciones en pro del conocimiento, la conservación, preservación y difusión del patrimonio natural y cultural de ese territorio, mediante el impulso a la investigación y al turismo, tanto de la biodiversidad, como de los yacimientos paleontológicos, así como de vestigios humanos.
En ese sentido el grupo Amigos del Bosque de Cobos, a planteado la necesidad desde hace varios años atrás, mediante un anteproyecto macro que incluye entre otros, el plan de negocios y renders arquitectónicos, trabajar en la conservación y restauración de esos entornos, siendo el eje el desarrollo sustentable, propuesta que incluye una escuela ambiental, la casa del guardabosques, restaurante, centro artesanal, ecomuseo, cabañas, senderismo, recorridos paleontológicos por la era del hielo con varias estaciones, y un safari, en la extensión territorial que rebasa el Área Natural Protegida, declarada por el Gobierno del Estado de Aguascalientes, con 176 ha, que incluye la Presa Pargas, los arroyos de Cobos y Pargas, y el, Rancho Pargas.
Actualmente el Instituto Cultural de Aguascalientes se encuentra impulsando en el estado, varios sitios para la denominación de Geoparques Mundiales de la Unesco, “Que son áreas geográficas únicas y unificadas, en las que se gestionan sitios y paisajes de importancia geológica internacional, con un concepto holístico de protección, educación y desarrollo sostenible”, a partir del cual las comunidades locales se empoderan desde la base social, no sólo con acciones entorno a un patrimonio estrictamente geológico, sino que se engarzan a los distintos patrimonios, natural, tangible e intangible, del área de influencia con la conciencia de que el Sistema Tierra, a través de millones de años “ha modelado cada aspecto de nuestras vidas y nuestras necesidades”, arena en la cual la comunidad de Bosque de Cobos y sus Amigos, encontrarán seguramente cabida a sus afanes de patrimonialización de carácter internacional en trabajo conjunto con la institución rectora de la cultura en el estado, al abrirse otra sucesión de círculos que anuncian un devenir promisorio.
Septiembre 2020