El revuelo que ha causado que el Instituto Nacional Electoral haya negado el registro a la asociación política que quieren convertir en partido Felipe Calderón y Margarita Zavala, el ruido que ha provocado la discusión de si es una revancha personalísima del presidente Andrés Manuel López Obrador, una colusión de consejeros como Lorenzo Córdova con los líderes de la Cuarta Transformación, o cualquier otra teoría de la conspiración que involucra acuerdos en la oscuridad, lo que deja ver es la facilidad con que la opinocracia nos distrae de los asuntos que requerimos discutir con urgencia, como la ausencia de una oposición y la necesaria participación de la sociedad organizada.
A pesar de la polarización, no se puede dejar a un lado que en toda democracia se requiere la discusión de las acciones de gobierno, sólo eso, no un bloque opositor a las personas, sino una constante revisión del actuar gubernamental para poder enmendar el rumbo, pensar otras soluciones. El problema es el abaratamiento de nuestra conversación pública, el país no puede estar dividido entre quienes aman y los que odian al presidente, porque nuestra democracia no es la decisión de un solo hombre, por mucho que le guste la idea a quienes, ante la ausencia de educación cívica, prefieran dejar todo en manos de papá gobierno.
Centrar la atención en que se le negó el registro al partido del expresidente Calderón y denostar al árbitro es hacer a un lado que la decisión final sobre la participación de México Libre en las próximas elecciones no la tiene el Instituto Nacional Electoral; por eso es peligrosa esa miopía de personalizar las decisiones políticas. El desencanto o la euforia que surja tras la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación pondrá en duda, de nueva cuenta, la confianza de la sociedad en sus instituciones, al volver sus decisiones en caprichos personales.
La ausencia de educación cívica, la incapacidad de involucrarse en las decisiones de gobierno, es aprovechada por los jugadores de siempre, dejando en manos el presente y futuro de nuestros gobiernos al mismo grupo de siempre, que creció creyendo a pie juntillas que sólo pertenece a la clase política para servirse de un cargo o puesto. El INE no sólo le negó el registro a México Libre, hay otras asociaciones que no lo consiguieron, pero en lo que centra la atención es en quiénes forman parte de esos liderazgos, como Elba Esther Gordillo, y lo que se deja de ver es que entre los argumentos que esgrimieron los consejeros es que los partidos aspirantes o no cuentan con respaldo popular o cometieron alguna ilegalidad para engrosar su membresía y atiborrar sus bolsillos.
Considero que la pregunta es qué clase de partidos políticos se requiere, no la cantidad, antes que suspirar por liderazgos que puedan abrir el mar a los deseos democráticos de los mexicanos.
Coda. En Los enamoramientos, Javier Marías describe: “no es posible combatir distraído en una guerra, sea declarada o soterrada u oculta, ni menospreciar al adversario terco, aunque lo creamos inocuo y sin capacidad de dañarnos, ni siquiera de arañarnos: en realidad cualquiera puede aniquilar, de la misma manera que cualquiera puede conquistarnos, y esa es nuestra fragilidad esencial. Si alguien decide destruirnos es muy difícil evitar esa destrucción, a menos que abandonemos todo lo demás y nos centremos sólo en esa lucha. Pero el primer requisito es saber que esa lucha existe” … ¿vamos a seguir distraídos con los nombres?, lo que importa son las causas.
@aldan