Entrevista a Rocío Cerón, sobre Spectio - LJA Aguascalientes
24/11/2024

 

El ruido blanco generado por el bombardeo de noticias nos está dejando sordos 

Javier Moro Hernández

 

Poesía que dialoga con el entorno, con la naturaleza, con el silencio, con las otras voces que nos rodean. Poesía que intenta entender los intersticios del ruido, las grietas por las que se cuelan el silencio, las ideas, la reflexión. Poesía que dialoga a partir de la propia voz para encontrar los ecos, las reminiscencias de otras voces, de otros espacios, de otros silencios. Spectio, el más reciente libro de la poeta mexicana Rocío Cerón, nos remite a la escucha atenta, que también nos remite al diálogo interior que se entabla cuando nuestro entorno se queda en silencio. El poeta y editor Rodrigo Castillo menciona sobre Spectio, que “ahora las pausas no son a partir de la observación visual sino de la escucha retiniana; nótese en Spectio la inestabilidad del oído bajo gravedades y timbres al tejer con la memoria los quiebres, y con ello lograr expandir, precisamente, otros cuerpos en los que su lenguaje se representan bajo la forma de montaje.” 

Justamente la obra de Rocío Cerón (Ciudad de México) se especializado en la búsqueda de tender puentes, de buscar el diálogo entre diversas actividades artísticas, entre diversas plataformas, para generar actos de poesía expandida o de performance, en donde involucra a más artistas para generar actos en vivo colaborativos, que llevan la palabra a un nuevo lugar. Justo Spectio tiene poemas que forman parte de acciones poéticas en las que Cerón ha estado trabajando junto a otros artistas y a partir de otras obras artísticas. Por ejemplo, los poemas de Intervalos en el espectro visual (Ocho movimientos de una cavidad) fueron escritos a partir de una pieza de Mario Palacios Kaim y de Pentaria. Pero además Spectio forma parte de una trilogía que la poeta ha estado trabajando, en donde la línea que une es la observación. 

Spectio está conformado por cinco cantos, construidos a partir de la experimentación entre lo material y lo inmaterial, y que abren la posibilidad de que estos poemas se conviertan en piezas de poesía expandida.

Javier Moro Hernández (JMH): El elemento del diálogo con otros artistas y otras actividades, pero en Spectio hay un diálogo con el silencio, con el entorno, con la naturaleza, con los espacios. Hay una construcción a partir de la escucha, del proceso de escuchar, pero con el objetivo de que esa escucha se convierta en voz, en materialidad sonora.

Rocío Cerón (RC): Una de las cuestiones más importantes parte de la idea de la observación, como un ejercicio que se practica no solo en la observación visual, sino de una observación también interior, y en ese sentido se relaciona con el silencio. Cada una de las secciones del libro, tiene como punto de salida una acción o los poemas detonan un performance, o surgieron a partir de nueve meses de residencia que hice en la Casa Estudio Luis Barragán, lo que permea todas las artes, aunque los dispositivos de salida o de acción, sean distintos, porque la primera parte del libro, por ejemplo, es una acción performática que hice para la Sala de Arte Público Siqueiros, en el fondo hay una articulación por el tema de la escucha y de la observación. Cada parte del libro tiene un elemento material, que son parte del dispositivo de salida, lo cual permite mantener una reflexión también entre lo material y lo inmaterial, que es parte de la trilogía, de la cual forma parte Spectio, y que conforman el proyecto de La Observante, La Observante Escucha y La Observante Toca, que saldrán como libros también. Pero vienen en relación con esos proyectos sobre las materialidades de la mirada, las materialidades de la escucha, las materialidades del tacto, pero si al final, todo tiene que ver con el silencio, porque me di cuenta de que en esa observación que uno hace hacia el exterior, uno mira hacia el exterior, pero también como una forma de reflejo del interior, y en esos espacios, sobre todo en la naturaleza, como sucedió en el Bosque de Chapultepec o en la casa Luis Barragán, lo que hay siempre es un espacio de silencio, un espacio de vacío, hay un espacio de pliegue, de traspaso, en donde uno se vuelve nebuloso, silencioso, quizás como en medio de silente, porque esa es otra idea que me interesa mucho, la estática, el ruido sordo, a pesar de su propio ruido. Creo que el libro busca dar cuenta justo de esa mirada interior como exterior, y es en los objetos o en las materialidades de los horizontes o de los escenarios, hay también espacio para el silencio.

JMH: El tema del tacto me parece muy importante en el libro. Hay un acercamiento a lo material, a partir de la voz, pero es como reconstruir los objetos y reconstruir los entornos. Esta ida y vuelta entre la voz y el espacio nos da la posibilidad de ir descubriendo un mapa a partir de la voz.


RC: Creo que la linealidad del lenguaje, de alguna manera se vivifica con la ondulación que tiene la voz, en esa relación entre el lenguaje que se activa, o puesto en voz, que es la forma en la que a mí me gusta pensarlo, pues así como está la puesta en escena, hay una puesta en voz del texto, tu articulas el texto y entonces el texto toca y hiende al lector de varias maneras, y le permite conectarse de otra manera, colectivizas o haces comunitario el poema a través de estas puestas en escenas. Creo que la voz te permite darle una materialidad a los objetos y a las escenas.

JMH: Los escenarios que mencionas en los poemas se están reconstruyendo, toman materialidad de nueva cuenta, pero ahora partir de la voz.

RC: Es lo que viste de pronto, se materializan en una imagen mental, porque cuando uno reconstruye en el cerebro una imagen, no es solamente visual, también son emocionales, según nos dicen los neurólogos. De esa manera va construyendo el cerebro a través de imágenes. Creo que lo que sucede es como si fuera una suerte de holograma, el poema se reconstituye en su materialidad a través de la voz, y la voz tiene ese poder, que es increíble, que podemos percibir a través de cantos que te permiten conectarte, porque la voz es una materialidad muy cercana, muy primaria del hombre.

JMH: En esta ocasión tus poemas tienen un acercamiento con la escucha, pero también con el hecho de caminar.

RC: Con caminar y tienen que ver con reconocer. En el caso del primer canto del libro, Arborescencia, hay una parte del poema que tiene que ver con un boxeador. Es decir, reconocer cómo es que avanza, camina, es casi un baile, y entonces para mí esas imágenes, también tienen que ver con la respiración, entonces si uno se concentra en la respiración y se conecta con la respiración de los espacios y de las escenas que suceden a lo largo de esos lugares, uno empieza a conectar con los poemas, reconociendo los ritmos, reconociendo las sonoridades de lo que nos está rodeando. Y lo mismo pasa con el caso de Barragán, pues también creo que, si uno pudiera hacer una suerte de notación musical de lo que ve, te darías cuenta de que uno tiene las gravedades o las atmósferas muy luminosas. Por ejemplo, en la Casa Estudio Barragán, hay puertas entre cuarto y cuarto, y hay espacios oscuros que te permiten la entrada y la salida de un espacio a otro, y que tienen que ver con la humildad y la reverencia. Entonces yo me preguntaba cómo estos espacios van tomando gravedades, van tomando dimensionalidad en el poema, y eso genera un ritmo, es como una notación, como si lo que, yo veo, que pueden ser el movimiento de las hojas, el escuchar los pasos de los militares en el Bosque de Chapultepec, cuando lo cruzaba caminando, entonces al oír esos espacios y esos silencios también, cómo es que en esas mismas dimensiones encuentras justo la notación entre el silencio, los ruidos, las opacidades y lo fulgurante que pueden ser los rayos de sol cuando entran al bosque en invierno. Y todo eso es una notación.

JMH: En este libro ocupa un lugar esencial el bosque de Chapultepec. 

RC: Para mí el bosque de Chapultepec es una de las partes fundamentales de mi educación sentimental, tanto de niña como de adulta. He ido muchísimas veces desde pequeña, pero también he vivido muy cerca del bosque, tengo casi 25 años viviendo muy cerca del bosque, y voy a él, porque me parece que justo esta conexión que uno puede tener con la naturaleza, con lo tiempos de la naturaleza, con los ritmos de la vida, te lo permite el bosque de Chapultepec, o cualquier espacio abierto, tiene esa increíble capacidad de decirnos que somos muy efímeros y que había que aprovechar la vida mucho más de lo que hacemos. Además, el bosque te adentra en otro ritmo, ralentiza la idea de la híper producción, entras al bosque y hay una dimensión sonora y visual, incluso física, que te permite entender que hay otros tiempos en un mismo tiempo. Y Spectio tiene la capacidad de entender que los tiempos siempre están en dimensión del observante, en dimensión de dónde estás parado. Incluso la respiración también cambia.

JMH: Quería preguntarte también sobre la idea del ruido blanco, que es otra idea esencial dentro de Spectio. Está reflexión sobre el sonido, sobre los alcances de la voz, pero también sobre el ruido, que también te puede sustraer de escuchar otras cosas. 

RC: De alguna manera el ruido blanco, o este no ruido, o este ruido uniforme, este sonido que tiene una misma frecuencia y potencia todo el tiempo, es igual al silencio. Esta idea de una sonoridad constante es algo que creo que tendríamos que investigar. Es como el ruido de las noticias ahora. Por ejemplo, el tema de la pandemia, del virus, no es algo fantasmagórico, lo siento más bien como un espectro, que tiene esta opacidad, pero también una presencia de ruido sordo o ruido blanco, que está ahí, y que de alguna manera también lo dejas de escuchar porque es demasiado constante, y creo que ese ruido blanco está conformado ahora por las noticias, por los medios, por el bombardeo constante, que se termina convirtiendo en un ruido que ensordece el resto. A mí me interesa mucho investigar esto, y preguntar mucho sobre la estática, entonces creo que el ruido blanco generado por este bombardeo de noticias, lo que nos está haciendo es dejarnos sordos y ya no podemos escuchar y de pronto nos olvidamos. Lo que veo es que dentro de la estática hay figuras, como en la película de Poltergeist, y para mí es una metáfora de lo que hay dentro del ruido uniforme, que quiere invisibilizar las otras cosas. Lo que yo intento en mis poemas, es ver a través de la estática y poder observar las voces de las personas, las voces de la naturaleza, de los animales, y eso es lo que a mí me interesa, es darle voz, materializar a través del lenguaje justo los puntos que están dentro de esa estática y que no escuchamos. Quizás a veces se nos olvida escuchar a los otros en muchas ocasiones.

JMH: Tus poemas se construyen como un muro de sonido, pero que nos dan la posibilidad de entablar otros diálogos. 

RC: La estática y las grietas permiten que en lugar de que haya una continuidad o una sucesión, porque el ruido sucede, pero a mí más que la sucesión me interesa la simultaneidad, que es otra idea que me interesa mucho. Me pregunto cómo es que dentro de ese ruido blanco, dentro de esa sonoridad, que es completamente sucesiva, como el tiempo, existen las simultaneidades, y en esas simultaneidades es en donde me interesa que suceda mi poesía, y por eso hay un uso de cursivas, como si simultáneamente pudiéramos ver distintas escenas, distintas sonoridades, dentro de un mismo campo visual, sonoro, geométrico, geográfico, y eso hace que cuando se lee el poema (o por lo menos es algo que a mí me encantaría que sucediera) que el cerebro del lector se activara como si el misma poema fuera una entidad radial que te permite observar, escuchar, oler, que provoque ese espacio sinestésico, en tu cabeza. Como si el poema fuera multisensorial y se moviera en varios niveles, y la idea es que el poema te disparara hacia allá. Y eso también me interesa en la obra performática o en la obra sonora. 


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