Ahí, a un ladito de la majestuosa base del horno de la Gran Fundición Central Mexicana, icono del progreso de otra época y de la modernidad aguascalentense porfiriana –esquina de las avenidas Fundición y Canal Interceptor-, existe un parquecito dedicado a don Jesús Reyes Heroles, uno de los personajes centrales de la política mexicana en la segunda mitad del siglo anterior, uno de los poquísimos que se harían acreedores al título de ideólogo.
Personaje interesante, gente pensante, ensayista, autor del principal estudio sobre el liberalismo mexicano, Reyes Heroles es de lo más rescatable de la clase política priísta, aunque también encarnó una de las peores prácticas del ejercicio público: esta idea de que un personaje puede servir para todo, desempeñarse en donde sea, frecuentemente con el sacrificio de la capacidad y la técnica, una práctica inventada en la época del PRI-gobierno, que ante la ausencia de patente ha sido replicada por los demás partidos gobernantes, y hasta la fecha; nomás voltee a su alrededor.
En efecto, Reyes Heroles se desempeñó como director del IMSS, de Pemex, presidente del PRI –cuando este cargo era de facto del gabinete presidencial-, secretario de Gobernación y de Educación Pública –supongo que fue en estos dos últimos cargos donde más a gusto se sintió-. Quizá de no haber sido hijo de español habría sido presidenciable, y dado el caso, hecho una buena presidencia, más inteligente que muchas que hemos padecido…
En fin. El hecho es que en Aguascalientes se le dedicó este parque, que incluye el pequeño monumento que muestra la imagen, y que ha sido crónicamente vandalizado -triste palabra-. ¡Hasta el busto se han llevado! Ya no existe la placa correspondiente –nomás quedaron los tornillos donde estuvo empotrada-, que seguramente algo informaba sobre el tal “Reyes Heroles”.
Creo que fue él quien acuñó una de las grandes divisas de la política mexicana; de las más luminosas, aquella que dice: “en política la forma es fondo”.
Me parece que viene al caso recordarla ahora, por esta “forma” que le han dado al monumento, los colores blanquiazules que le aplicaron. Ya sé que no hay tal, dado que la ignorancia campea entre nosotros a sus anchas, pero pareciera como si de esta casi inocente forma; casi inconsciente, se pretendiera reescribir la historia… Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].