¿Podríamos hablar de federalismo en México? No, al menos en la concepción que los padres norteamericanos crearon, es decir, con dos órdenes de gobierno vertical con claras y excluyentes funciones: los estados y la Federación. En el nuestro, la amplia cantidad de facultades coincidentes, provocan que nos alejemos de aquella visión de los vecinos del norte, pues la Federación, los estados y hasta los municipios comparten muchas de las mismas tareas, estamos pues en un estado multicompetencial, como lo llamo yo, o compuesto, como lo menciona Serna de la Garza en su obra El federalismo mexicano. Las concurrentes, las define Jorge Carpizo como aquellas “que tanto la Federación como las entidades federativas pueden realizar por disposición constitucional”.
Justamente entre otras secuelas que deja la pandemia, es mostrarnos las debilidades del federalismo a la mexicana, desde varias aristas: económica, de facultades, de responsabilidad y sí, de culpabilidades. Volvemos a este problema añejo retratado por muchos especialistas, todos se echan la culpa mutuamente: Federación a los estados, estados a Federación, municipio a aquellos y así, al infinito. Todos exigen que sea el orden contrario el que resuelva los problemas.
¿Tendría que, la Federación, apretar las tuercas y exigir acciones contundentes a los estados y estos a su vez a los municipios? Esto es un problema, pues la salud se trata de una facultad coincidente, es decir, que la ejercen tanto la Federación, como los estados y los municipios. Luego ¿quién debe de emitir el decreto que regule el cierre de lugares o la inmovilidad de personas? Nadie sabe, bueno, tal vez sí, pudiera ser el Consejo de Salubridad General, uno de esos entes con extraña función, no sabemos a ciencia cierta si es federal, para-federal o nacional; su compleja estructura (aglutina a los titulares de diversas secretarías y entidades de salud, colegios de médicos y de comerciantes, representantes de los estados) provoca justamente lo contrario de lo que se pretende: falta de coordinación.
Para muestra basta un botón, el semáforo para la apertura de las actividades, fue emitido por la Secretaría de Salud federal, el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 14 de mayo de 2020, no señala la metodología para clasificar a uno u otro estado en cualquiera de los cuatro colores, y entonces se presta a que se politicen los resultados, de la Federación hacia los estados y viceversa. Peor aún, las consecuencias de situarse en uno u otro color tampoco están claras y determinadas, de igual forma quién será el encargado de aplicar los cierres.
Otra cosa nos ha mostrado esta pandemia en cuanto a federalismo: una debilidad financiera de los estados y municipios, cosa que por cierto ya sabíamos, si revisamos una radiografía (https://bit.ly/32yfPEg) del Presupuesto de Egresos de la Federación, tendremos que mientras el gobierno federal ejerce el 72% de los recursos presupuestados, los 32 estados y los aproximadamente 2500 municipios, apenas ejecutan cerca de un 28%. Esto ha llevado a los gobernadores a exigir un nuevo pacto fiscal, de replantear la Ley de Coordinación Fiscal y la forma en que se distribuyen los dineros de los impuestos entre estados, Federación y municipios. Las inconformidades de los gobernadores son claras y se irán recrudeciendo e intensificando en la medida de que avance este sexenio, incluso a pesar de que Morena consiguiera más gubernaturas, las necesidades regionales generarán esta exigencia de mayores dineros a la Federación.
Y en todo esto, surge una duda ¿Por qué los municipios callan? Creo, se debe en primer lugar a que los pequeños (la mayoría del país) siempre han sufrido las inclemencias de la falta de recursos por lo que asumen un paternalismo hacia los gobernadores y dejan todo en sus manos. Por el contrario, tenemos el fenómeno de que los grandes municipios de las zonas conurbadas no salgan a quejarse en conjunto, de la falta de recursos de la Federación. En el fondo creo que se trata de un tema político, pues al ser tradicional la rivalidad con los gobernadores, prefieren que estos se desgasten con el ejecutivo federal, a cambio de un posible ascenso en el futuro.
En suma, el federalismo mexicano es un desorden, este tema de la pandemia lo ha demostrado, nadie sabemos quién debería de respondernos y ordenar las restricciones necesarias, los que están a favor del presidente, se lo exigen al gobernador y viceversa, como dice Ricardo Raphael: “Cuando una persona no puede distinguir con precisión qué instancia del Estado es responsable de garantizar su derecho o ante qué instancia deben cumplirse las obligaciones, el conflicto es mayúsculo” (https://bit.ly/2G2Yv2H).