Por Judith Amador Tello y Armando Ponce
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El arquitecto Alberto Kalach sustenta absolutamente un proyecto integral para el Bosque de Chapultepec, pero disiente de la pretensión de hacer un pabellón de arte contemporáneo en la Primera Sección –cuya traza es histórica–, y en la construcción de un oneroso y ancho puente que no solucionará el problema más grave: la poca accesibilidad.
El problema, dice, es que “nadie conoce realmente qué van a hacer”, al evaluar el anuncio dado a conocer el pasado domingo por la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto,
que califica así: “Muy escueto y superficial.”
Considera que un proyecto para Chapultepec debe estar en manos de un equipo muy grande de especialistas, y no de “un gran artista” como Gabriel Orozco.
Ya en 2012 el arquitecto y su equipo habían planteado la “integración de todo el bosque” al lanzar un proyecto que llamaron “Gran Chapultepec”.
Kalach, en coordinación con su Taller de Arquitectura (Tax) y la revista Arquine propusieron al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la editorial Contornos la coedición de un Atlas, que apareció en dos cuadernos de gran formato bajo el nombre Proyectos para la Ciudad de México, con un tiraje de 10 mil ejemplares.
Profusamente ilustrado con imágenes satelitales de Google Earth y proyecciones digitalizadas, desarrollaron, tras un estudio detallado de la geografía de la Cuenca de México, 37 proyectos para espacios de toda la ciudad, los más conflictivos y de urgencia para su intervención:
Rescate de lagos y humedales, de ríos y cañadas, reforestación total, delimitación de bordes urbanos y nuevos centros, recuperación de parques y plazas, movilidad y transporte. Entre ellos, los lagos de Texcoco y Zumpango, el control de inundaciones en el Valle de Chalco, de ríos como el de los Remedios y las cañadas de Tecamachalco; además, de la reforestación y agricultura de poblados, como Amecameca y el Cerro de la Estrella, Interlomas y Santa Fe; perímetros como el de la Reserva del Ajusco. Y la recuperación del Cerro del Chiquihuite.
Muy específicamente para Chapultepec, proponían en un apartado “incrementar el área pública del bosque 36%” y reducir el área de Los Pinos “de 60 a 0 hectáreas”, a partir de un enunciado:
“El Bosque de Chapultepec, uno de los espacios públicos más bellos de la ciudad, está subutilizado.”
Ahí asentaban estos otros puntos:
Revalorar la avenida Constituyentes y el bosque; desviar el transporte de carga hacia avenida Observatorio y avenida Jalisco; liberar la altura de construcción sobre avenida Constituyentes; perímetro peatonal; vialidad y transporte interno; abrir el parque 16 horas al día los 365 días del año; nueva infraestructura cultural; corregir trazos de banquetas en cruces peatonales; crear un nuevo acceso al bosque en el cruce con General Tiburcio Montiel; poner cuatro semáforos en el tramo Parque Vía-Circuito Interior; intervenciones de paisaje.
Calidad de vida
Con base en esa experiencia, señala vía telefónica a Proceso que un plan maestro debe ir de lo general a lo particular, dada su magnitud y problemas:
“Echarnos hacia atrás, volar alto y ver cómo se integra Chapultepec dentro de la ciudad. El primer problema grave es que tiene muy poca accesibilidad.”
Sobre todo en la Segunda y Tercera secciones, porque desde Polanco y las Lomas es fácil entrar, pero hacia el sur y del lado de la avenida Constituyentes resulta muy difícil:
“En ocho kilómetros y medio que tiene Constituyentes frente al bosque, o sea es su frente más largo, tiene sólo cuatro accesos, ¡cuatro accesos! Entonces las colonias populares (Daniel Garza, Las Américas, Las Palmas, Hidalgo, Belén de las Flores, por mencionar algunas), donde vive la gran mayoría de la gente, donde no hay parques, no hay áreas verdes, las casas no tienen jardín, la gente vive hacinada, no pueden entrar al bosque porque no hay accesos.”
En opinión suya, la accesibilidad es una prioridad, pero no puede resolverse con unos puentes (como se ha planteado en el proyecto de Gabriel Orozco), porque para un discapacitado, persona mayor, señora con una carriola será trabajoso, entonces “lo más civilizado es cruzar a nivel de un semáforo peatonal”.
Su proyecto prevé varios puentes para cruzar Periférico en distintos puntos. Dice que es buena idea conectar ambos lados de la avenida de esta manera, si se quiere que la gente fluya, pero es mejor, en lugar de hacer “un puentesote gordo, de 12 metros de ancho” (como la famosa calzada flotante), hacer varios de entre tres a seis metros de ancho, con el mismo presupuesto, “porque lo que vi es una suma exagerada para un puente peatonal de esa dimensión”.
La obra, diseñada por el arquitecto Benjamín Romano, costará 187 millones de pesos. Y la empresa Fredel Ingeniería y Arquitectura, S.A. de C.V., obtuvo la licitación para hacerla.
Añade Kalach que todo está en el qué y el cómo. Y opina que muchos de los qués del proyecto Chapultepec de Orozco son atinados –porque “son de sentido común, vemos que se necesita cruzar de un lado a otro, porque además nosotros lo hemos publicado desde hace 15 años y es de dominio público mucho del trabajo que hemos hecho–, pero el cómo es la segunda parte y hay que hacerla bien”.
Información pública
Aunque son varios los temas que deben atenderse, pareciera que todo se ha centrado en la discusión de un museo en la Primera Sección, ¿por qué?
“Porque hay un interés particular del director del proyecto, Gabriel Orozco, porque él es un artista contemporáneo y él quiere estar ahí frente al Museo Tamayo, frente al Museo Nacional de Antropología, pero ahí ya no hay espacio. Si se hace, deberá abrirse otra discusión sobre ampliar el presupuesto a Cultura para darle recursos operativos a los museos que ya existen, porque parece que no hay presupuesto. Entonces, ¿para qué hacer otro museo si no hay presupuesto para los museos?”.
Otro tema por discutirse es la apertura real de diversas áreas, particularmente las militares (no se ha abierto el Campo Marte, por ejemplo) y Los Pinos (aunque no haya ido a vivir ahí Andrés Manuel López Obrador, como prometió en su campaña):
“Siguen siendo una barrera, porque es la extensión de cuarteles militares más grande y siguen ahí. Hay que completar la acción de sacar los cuarteles para que efectivamente permee Chapultepec.”
El conjunto ocupa alrededor de 50 hectáreas. La Casa Blanca en Washington, el Palacio de la Moncloa en Madrid o el Palacio del Elíseo en París no tienen más de cinco hectáreas. Y para dar una idea de la dimensión, señala que en 50 hectáreas podría instalarse un campus universitario completo, y el ir y venir de estudiantes le daría mucha vida al bosque.
El principal problema seguirá siendo el acceso.
De ahí su propuesta de transporte interno, que no requeriría de inversión porque ya hay calles y calzadas bastante anchas al interior del parque, sólo necesitarían adecuaciones, colocar paradas y concesionar o comprar autobuses ecológicos. Les llama Chapulinbús:
“Con ello se haría accesible todo el bosque, porque caminarlo o recorrerlo en bicicleta, como propone Orozco… pues no tiene idea de lo que es la escala, es muy grande, la gente quiere ir a descansar y a pasear. Si toma un autobús porque se bajó del Metro Auditorio y lo deja en el Museo de Antropología y luego en unos cinco minutos ya está en el Museo del Niño o el Museo de Historia Natural… entonces se hace una ruta inteligente, son soluciones asequibles, económicas, en un momento en el que el dinero no sobra, nunca ha sobrado, pero menos ahora.”
La gran mayoría de visitantes, indica, llega por tres estaciones del Metro: Auditorio, Constituyentes y Chapultepec, ubicadas en la Primera Sección. A las otras secciones es más difícil acceder, por lo cual el transporte interno ayudaría. Para solucionar estos problemas, dice, se deben hacer estudios de flujo de población y movimiento de gente, cuántos miles de personas viven en el perímetro, cómo llegan, a qué se dedican, cuáles son sus necesidades. Sobre el tráfico y el agua, qué cauces corren por las barrancas de la Tercera Sección y cuánta puede ser tratada.
“Supongo que después de un año y medio de que anunciaron el proyecto, ya los deben tener. Sería interesante pedirle a la autoridad que nos comparta los estudios de cómo va a ser la movilidad dentro del bosque, dónde van a ser los accesos, dónde habrá semáforos peatonales para la gente que vive en todos esos barrios.”
Reconoce en Orozco un gran artista a quien respeta mucho. Evita así la confrontación y hablar de una posible enemistad, pues para él lo importante es el debate de las ideas, pero “no todos conocen de todo, en una sociedad donde la división social del trabajo existe hace muchos años, debería tomarse en cuenta”.
Kalach ha señalado que en el proyecto oficial encuentra varias de las propuestas de Gran Chapultepec. Recuerda que, al inicio, Orozco “se acercó a mí, me dijo que quería participar, le dije ‘con mucho gusto’, que era un proyecto colectivo y cuantas más cabezas se unieran sería mejor, pero él decidió hacerlo solo. Y como tenía el apoyo de la secretaria de Cultura, dije, ‘por favor, adelante’. Pensé ‘ojalá y lo hagan bien’. Lo anunciaron hace un año y medio y después de entonces no hemos visto gran cosa”.
Y nada de un plan maestro que amarre todo, dice a Proceso:
“Hay muchos temas que deben revisarse, que deben ser abiertos, todo es perfectible, y la intención de platicar con ustedes es abrir la discusión de ideas, las mejores ideas para tener el mejor proyecto.”
fin