Como suele pasar en muchas de mis tardes, se me suele antojar una coca fría. Conociendo mi falta de disciplina, he decidido nunca mantener cocas en mi refrigerador, así que si de verdad la deseo, me veo en la necesidad de salir de mi hogar o de donde esté para comprar alguna en un comercio cercano. Muchas veces esto es suficiente para desalentarme y dejar pasar mi antojo; sin embargo, en otras ocasiones me transporto hacia alguna abarrotería para satisfacer mi ansia. Dependiendo de mi ubicación y la de el sitio de venta de cocas frías más cercano decidiré de que forma transportarme. Si existe un agradable y corto camino, probablemente me incline a decidirme por caminar, mientras que un hostil y largo trayecto me orillará a conducir un auto (y aquí también tiene que ver el privilegio de poder acceder a uno).
Como podemos ver, esta decisión está profundamente relacionada con el espacio que habitamos y que incluso llega a moldear nuestro estilo de vida. Por esto gran parte de nuestro impacto ecológico tiene que ver con el diseño de nuestro hábitat. En el caso de México, la mayoría de la población vive en las ciudades (alrededor del 80%), por lo que estas serán un gran frente en el combate contra el cambio climático. Es claro que será imprescindible transformar nuestras urbanizaciones bajo los principios del desarrollo sustentable. Existen muchas estrategias que resuelven diversas vertientes del problema, como lo pueden ser la gestión del agua, el manejo de los residuos, la producción alimentaria, etc. Estos estarán profundamente relacionados con las condiciones únicas de cada urbe, a su contexto y territorio. Sin embargo, también podemos encontrar algunas generalidades que comparten muchas ciudades, como la movilidad y el uso de suelo.
Es claro que actualmente nuestras ciudades no son sustentables, de hecho, cada día lo son aún menos. Este fin de semana ocurre algo preocupante, pues alcanzamos el “día de sobrecapacidad de la tierra” o earth overshoot day. Este indicador nos señala que día del año la humanidad ha consumido todos los recursos que la tierra genera durante el mismo año, el 22 de agosto en este 2020. A partir de este momento se podría decir que entramos en una deuda ecológica con el planeta, todo lo que se consuma y contamine quedará afectando a nuestra biosfera. Me parece que ha esta altura ya no hay necesidad de justificar la importancia de buscar una coexistencia con el planeta. Sin embargo, es momento de iniciar a hacer cambios en nuestras vidas, sociedades y ciudades; que el desarrollo sustentable no se quede en el discurso ambientalista y que se inicie a reflejar en nuestro hábitat.
Como venía hablando en un inicio la movilidad urbana tiene un gran protagonismo en el desarrollo sustentable. Sin embargo, el debate no se reduce a las ciclovías o un buen sistema transporte público, también se puede abordar desde el uso de suelo, algo que desde mi punto de vista queda comúnmente en segundo plano. Por ejemplo, en una colonia completamente residencial el desplazamiento que se requiere para acceder a cualquier equipamiento, trabajo o comercio será considerable; mientras que en un barrio de uso mixto se esperaría que hubiera algunos de estos sitios a una distancia caminable, por lo menos una tienda para que me compre mi dichosa coca.
Sin embargo, también tiene que existir un mercado de tamaño suficiente para garantizar la subsistencia de los comercios. Aquí entra en juego la densidad de población. Si consideramos que podemos caminar 400 metros en cinco minutos, los clientes que podrán acceder a una tienda estarán en relación con el área de influencia de esta. Si solo existen grandes casas unifamiliares, no podrá haber muchos clientes que lleguen caminando; si encontramos viviendas compactas, mezcladas con departamentos y quizá con algunos centros de trabajo, sobrarán clientes. Posiblemente no tengamos solo unos abarrotes a cinco minutos, también podría haber algún restaurante, una nevería o algún un bar, inclusive muchos otros servicios más.
Quizá en este momento muchas ciudades de México aún no cuenten con el capital o voluntad política para invertir en medios de transporte público rápido (BRT, tren ligero y metro), pero estos barrios densos y de uso mixto que describía previamente son más fáciles de servir con transporte público y ciclovías, ya que son generadores y destinos de viajes a distintas horas. Debido a esto garantizarían una mejor relación de costo beneficio al momento de invertir en infraestructuras más robustas, facilitando la justificación de estas inversiones en un futuro.
Finalmente, podemos ir transformando nuestras ciudades bajo modelos de desarrollo más sustentable. Densificando y mezclando los usos de la ciudad que ya tenemos se puede lograr canalizando la inversión privada con los reglamentos y normas apropiadas, por lo menos podría ser un sólido inicio. Quizá la facilidad de ir caminando a la tienda por una coca (retornable) pueda ser un indicador de la sostenibilidad de nuestras ciudades.
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