La siguiente columna parte de la reflexión del libro Mejores Camiones, Mejores Ciudades: Como planear, operar y ganar la lucha por un transporte público efectivo por Steven Higashide.
Seamos sinceros, es difícil emocionarse por un camión. No digo esto en el sentido de estar esperando por horas en la parada con ansías a llegar a un lugar, más bien me refiero a algún proyecto urbano o de inversión pública. Por ejemplo, si se anunciará una línea de tranvía o tren ligero en Aguascalientes, esta sería causa de gran revuelo y sensación; mientras que, alguna noticia sobre la instalación de nuevos paraderos de autobús pasaría desapercibida.
Sexys o no, los camiones son lo que tenemos. A pesar de esto y con toda su cotidianeidad, cuando se utilizan de ciertas maneras pueden lograr maravillas, se puede desatar su potencial transformador. Para esto hay que pensar más allá de una unidad o alguna ruta, se necesita plantear un SISTEMA DE TRANSPORTE PÚBLICO. Incluso con todas sus deficiencias, en Aguascalientes 550 camiones movilizan a una tercera parte de la población de la ciudad todos los días (Con un bajo impacto ambiental y un uso mínimo de espacio urbano). Imaginemos que pasaría con un sistema de rutas ordenadas, circulando a mayor velocidad, con mejor frecuencia y con transbordos incluidos. Seguramente no lo concebiríamos como la peor opción para moverse en la ciudad, sino que se convertiría en un medio para el acceso efectivo a la ciudad, aumentando la competitividad económica y aminorando la inequidad espacial de la ciudad.
Hay varios principios para mejorar el sistema de transporte público, algunos más abstractos como la forma de la red y otros muy específicos, como el diseño de las paradas de camión. Lo importante es que se pueden conseguir profundas transformaciones en la movilidad urbana solo cambiando el uso de las unidades que ya tenemos (y esto de manera bastante rápida).
¿Cuánto tiempo esperamos estar esperando a que llegue un autobús? Lo más seguro es que esto se relacionará con la frecuencia. Lo ideal es que estas sean altas, ya que sabremos que nunca tendremos que esperar más que algunos minutos para estar en movimiento. La frecuencia es libertad. Steven Higashide lo plantea así:
“La diferencia entre un camión que corre cada media hora y uno que lo hace cada 15 minutos es la diferencia entre planear tu vida alrededor de un horario y la libertad de llegar e irte cuando lo desees”
Otro elemento crucial es que las rutas de camión se integren formando una red. Sería mucho pedir que una sola ruta nos pueda llevar a cualquier lugar de la ciudad, sin embargo, lo podemos lograr con un sistema integrado por rutas frecuentes y permitiendo el transbordo sin costo extra. De esta manera, no pagaríamos por movernos en una ruta, sino por el acceso al sistema y con esto a la urbe.
Por otra parte, la eficiencia del transporte público trasciende a los vehículos mismos. No nos movemos entre paradas, sino entre diversos destinos y en variados horarios. El diseño urbano impacta severamente la eficacia del sistema. Es por esto por lo que es relevante invertir en la infraestructura peatonal, que la caminata a la parada no sea cuestión de incomodidad, sino que se convierta en un agradable paseo. Por otra parte, también se deberían de destinar carriles exclusivos al transporte público, no tiene sentido que los cientos de miles de personas que viajan en autobús a diario se vean atoradas en un tráfico del cual no son responsables, ¿Cuál es la prioridad de la vía, mover autos o personas?
Aunque en lo personal me gustaría que tuviéramos un gran sistema de transporte público que me permitiera dejar la bici o el auto, la inversión no se debería de concentrar solo en conseguir más usuarios, sino que se buscaría mejorar y dignificar a todos los hidrocálidos que ya se mueven en el sistema, acortando sus tiempos, dando la certidumbre de que se llegará al trabajo o la escuela a tiempo y aumentando las posibilidades de desarrollo personal con un mejor acceso a la ciudad.
Con algo de planeación e inversión estratégica, esos 550 camiones que hoy tenemos pueden iniciar ese cambio, hacia una ciudad más justa, verde, democrática y accesible. Los ciudadanos tenemos un papel activo en este proceso, participando políticamente y como actores en los espacios públicos. Steven Higashide nos recuerda:
“Cada pequeño paso para mejorar el sistema de camiones representa una considerable mejora en la vida de cientos de personas que esperan en una parada en particular, o los miles que usan alguna ruta en específico, o los cientos de miles que se mueven en el sistema cada día”
¿Qué estamos esperando para desatar los camiones?
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