La soledad no es la vida solitaria, define Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, la vida solitaria requiere estar solo, mientras que la soledad se revela más agudamente en compañía de los demás, la vida solitaria puede convertirse en soledad cuando se pierden las condiciones de diálogo, cuando comenzamos a pensar que nadie nos comprende y optamos por el silencio.
Durante el festejo del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, en redes sociales sus seguidores le manifestaron al presidente que no estaba solo, hicieron cuentas alegres con el número de votos obtenidos y el porcentaje de personas que aún aprueban su desempeño, ante cualquier crítica o señalamiento forman un muro con el que supuestamente lo protegen y lo que realmente lograr es aislarlo. No importa lo que se diga, si no es la repetición de los mandamientos tetratransformistas, seguramente es algo que puede dañar a López Obrador, o su círculo cercano.
Nadie puede escribir “AMLO es heterosexual” porque una horda de ignorantes inunda esas publicaciones con amenazas y agresiones; no se puede señalar una actitud mezquina de la esposa del presidente, sin que el rebaño, de inmediato, descalifique a quien lo apunta; la estrategia de los defensores es anular al otro a través de la descalificación, y qué mejor forma de hacerlo que señalar que los adversarios lo son porque están enojados.
Sonríe, vamos a ganar, les prometieron en campaña y convirtieron ese eslogan en un arma contra quienes muestran su desacuerdo, si te quejas, criticas, señalas, estás ardido, enojado, lleno de ira, y los fúricos no merecen respuesta alguna porque su irritación alcanza grados de demencia. Así de simple.
A quien no votó por López Obrador, se le anula indicando que sólo lo motiva la ira, como no ganó su candidato o partido, entonces odia y es incapaz de ver la realidad del país de los otros datos del presidente.
Si alguien se atreve a cuestionar al presidente desde un medio de comunicación, se le anula porque está molesto, el motivo que se inventan los seguidores de López Obrador es que perdieron su chayote, que ya no se les da dinero desde el gobierno, la furia lo ciega a tal grado que está incapacitado para reconocer que el país está en jauja.
No importa la realidad, basta con que señalen que estamos enojados para descalificarnos. Tampoco importa la memoria, porque se le ha reducido al país donde todo estaba mal y nadie decía nada, porque sólo se recurre al pasado para encontrar villanías y malditos que siempre superaran con sus actos cualquier mezquindad o error del gobierno actual.
“Lo que prepara a los hombres para la dominación totalitaria en el mundo no totalitario –de nuevo Hannah Arendt– es el hecho de que la soledad, antaño una experiencia liminal habitualmente sufrida en ciertas condiciones sociales marginales como la vejez, se ha convertido en una experiencia cotidiana de crecientes masas de nuestro siglo”, yo creo que cada vez nos estamos quedando más solos, hablando con nadie. Acallados por una horda de amplia sonrisa.
Coda. En entrevista con El País México, Carlos Urzúa, excolaborador de López Obrador, lo pinta de cuerpo entero, señala que tiene un estilo personal de gobernar muy autoritario, que en materia económica es un ignorante y que emplea la palabra “neoliberal” como un insulto, “en lugar de decir ‘pendejo’ o ‘chinga tu madre’, dice ‘neoliberal’ porque él generalmente no dice malas palabras. Creo que es absurda la manera en cómo él y cómo Morena, en general, emplean el término”. No creo que el extitular de Hacienda esté enojado; yo creo que debe estar triste, como muchos a los que nos descalifican porque la Cuarta Transformación no nos da motivos para sonreír.
@aldan