APRO/Juan Carlos Cruz Vargas
La nueva etapa comercial de América del Norte, inaugurada el miércoles 1 con la entrada en vigor del tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) quedó enmarcada por la preocupación de los sectores productivos de los tres países por el uso político que puede darle el presidente Donald Trump, cuatro meses antes de las elecciones en las que busca su reelección; pero también hay alerta por el “cambio de reglas” por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Lo anterior quedó claro en un posicionamiento conjunto firmado por el Consejo Coordinador Empresarial de México, la Cámara de Comercio de Estados Unidos y la Cámara de Comercio de Canadá, quienes expresaron el mismo miércoles 1:
“Instamos a los gobiernos a operar dentro del espíritu del acuerdo y a abstenerse del uso de aranceles por motivos de seguridad nacional. Nuestra asociación norteamericana no amenaza la seguridad nacional de nadie; por el contrario, es una gran fortaleza para los tres países. Sugerir que estos aranceles pueden regresar sólo amenaza cadenas de suministro transfronterizas relevantes. Más aún, el T-MEC sólo tendrá éxito en la medida en que los tres gobiernos demuestren compromiso, participación y, sobre todo, respeto a los marcos legales y regulatorios.”
Lo que está en juego no es cosa menor. Se trata, según la Secretaría de Economía (SE), de un tratado que representa a la región con 6.5% de la población del planeta; equivale a 18.3% de la economía mundial, y tiene implícita una capacidad exportadora que representa 15.9% de las operaciones comerciales a nivel global.
Una semana antes del llamado de atención de las principales representaciones empresariales, la American Fuel & Petrochemical Manufacturers (AFPM), que agrupa a refinerías y empresas petroquímicas en Estados Unidos, manifestó a Trump su preocupación por las “restricciones” a las inversiones por parte del gobierno de López Obrador al sector energético.
“No sólo las inversiones directas que han realizado las empresas estadounidenses, sino también los ingresos futuros y empleos estadounidenses para realizar esas inversiones a largo plazo. También hay cuestionamientos serios sobre si tales acciones son permisibles bajo la ley mexicana y dentro de las obligaciones de México bajo el nuevo acuerdo comercial (T-MEC)”, lanzó la AFPM en una misiva fechada el 23 de junio.
Más allá de esos focos rojos están abiertas las “rendijas” del Protocolo Modificatorio del T-MEC, el cual negoció de manera solitaria el subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Jesús Seade Kuri, con sus contrapartes estadounidense y canadiense en noviembre de 2019. Es decir, Seade no necesitó el apoyo del llamado “Cuarto de Junto”, integrado por los diferentes sectores, así como por especialistas en lo referente al comercio exterior.
Dicho protocolo cambió algunas disposiciones originales del Tratado en materia laboral, ambiental, propiedad intelectual (medicamentos), cumplimiento del acuerdo y reglas de origen automotriz (acero). Sin embargo, la parte laboral es por donde Estados Unidos puede ejercer presión sobre México.
Kenneth Smith Ramos, el exjefe negociador técnico de México del T-MEC durante el sexenio pasado, comenta a Proceso: “Creo que enfrentamos una situación compleja: el tratado sí va a ayudar eventualmente a la recuperación económica. Pero tenemos elecciones presidenciales en Estados Unidos en noviembre y va a haber incentivos para que la administración Trump presione a México en materia laboral”.
De acuerdo con Agon, un despacho de consultoría especializada en economía, derecho y estrategia comercial, los sindicatos van a jugar un papel muy importante en las elecciones, sobre todo en los estados del Midwest: Wisconsin, Michigan, Filadelfia, Indiana e Illinois, entre otros.
“Ahí hay una presencia sindical fuerte y van a ser los estados ‘bisagra’ donde se va a definir el futuro de la elección, junto con estados como Florida, con gran producción agrícola. Podemos esperar presión por la parte laboral, como ya lo mencionamos, pero también por la parte de estacionalidad agrícola”, dice.
El sector agropecuario mexicano ya empieza a sentir los efectos de esas presiones, sobre todo en cuanto a la mano de obra infantil y el trabajo forzoso.
Bosco de la Vega Valladolid, presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), alerta: “Ya traemos productos que están investigando. Además hay demandas demócratas, atendidas por medio de instrumentos independientes del T-MEC. Son mecanismos unilaterales de certificación en Estados Unidos, los cuales pueden prohibir la importación o gravar las mercancías”.
Bajo la lupa están productos como frijol, café, pepino, berenjena, melón, cebolla, azúcar, tabaco, tomate y chile, mientras que para trabajo forzoso se encuentran bajo la mira de Estados Unidos el tomate y el chile.
México trabajó a marchas forzadas para afinar los últimos detalles a nivel legislación, para acompañar la entrada en vigor del T-MEC.
La Cámara de Diputados aprobó por unanimidad, el pasado 30 de junio, –un día antes de que arrancara el acuerdo– las leyes secundarias del T-MEC: La Ley de Infraestructura de la Calidad, que sustituye a la Ley Federal sobre Meteorología y Normalización; una Ley de Protección a la Innovación Industrial, que va a reemplazar a la Ley de Propiedad Industrial, una Ley de los Impuestos Generales de Importación y de Exportación, que va a renovar a la ley vigente en la materia.
Previamente en el Senado se discutieron y aprobaron esas legislaciones, además de dos reformas legales: una al Código Penal Federal en materia de grabación no autorizada de obras cinematográficas, así como la Ley Federal de Derechos de Autor, en materia de protección de derechos de propiedad intelectual en el ámbito digital.
En este contexto López Obrador realizará una visita a Washington, donde se reunirá con Trump el miércoles 8 y el jueves 9, “con el propósito de iniciar la etapa nueva del T-MEC”.
En una de sus conferencias matutinas previas a la entrada en vigor del T-MEC López Obrador presumió: “A nosotros nos ayuda mucho porque es un momento oportuno. Estamos en una situación, como se sabe, difícil en lo económico y hemos echado a andar un plan de reactivación económica. Con el tratado vamos a lograr que mejore sustancialmente la economía del país, que llegue más inversión y se generen empleos en México. Entonces, es algo importante”.
En contraste, el director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, José Luis de la Cruz Gallegos, sostiene: “El propio T-MEC va a tener que enfrentar el hecho de que Estados Unidos, Canadá y México están en recesión, por lo que el efecto económico probablemente se va a ver restringido… Hay toda una serie de elementos que implican modificaciones; y México está llegando sin contar con la solidez suficiente para hacer esos cambios rápidamente para poder adaptarse a este nuevo entorno”.