Cuando supe que Ida Haendel venía a tocar con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, resultaba difícil de creer, una de las mejores violinistas del siglo XX, con todo el reconocimiento en Europa, ¿qué necesidad tenía de venir a México a tocar con nuestra Sinfónica? Bueno, el motivo era por demás comprensible, venía a presentarse al festival de arte y cultura más importante de América Latina, el Festival Cervantino de Guanajuato, su presentación sería con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, sí, en efecto, una de las mejore orquestas de México, y por si alguien lo duda, –ya ves que nunca faltan los escépticos que pretenden minimizar los grandes éxitos de la cultura, o más que escépticos, los que cuestionan en automático, generalmente sin el más mínimo conocimiento de causa, y generalmente su cuestionamiento va en función de tirar por la borda los alcances logrados en términos de arte y cultura, en este caso, de nuestra Orquesta Sinfónica–, nuestra máxima entidad musical ha sido convocada para grandes eventos, por ejemplo, la inauguración del Auditorio Telmex en la ciudad de Guadalajara, Jalisco acompañando al tenor Plácido Domingo el 1 de septiembre de 2007. Fue convocada también para la interpretación de la Cantata Escénica Un Quijote en América que Luis Enriquez Bacalov escribió con motivo de los 400 años de que Cervantes dio vida a su Ingenioso Hidalgo, esto fue en el Teatro Diana en el marco del Festival Internacional del libro (FIL) de Guadalajara con el mismo compositor en la dirección orquestal. De esta manera nuestra Sinfónica ha sido protagonista de grandes acontecimientos en el arte y la cultura a nivel nacional, le falta, claro, el gran brinco al extranjero, una gira a Europa, por ejemplo, asignatura pendiente. Pues bien, uno de estos logros que visten de etiqueta a la OSA fue justamente haber sido convocada para acompañar a la violinista Ida Haendel en un concierto celebrado en el Teatro Juárez de la capital cervantina de América en donde se interpretó la adaptación para violín de Pablo Sarasate de la Suite Carmen que Bizet hizo sobre su propia ópera.
El motivo de dedicar las presentes líneas a tan sublime violinista es que ella murió el pasado martes 30 de junio a los 91 años de edad, y así como me sorprendió su visita a México y su concierto con la OSA, así me sorprendió enterarme de su muerte. Vi la publicación en facebook del maestro Francisco Reyes de Lara, gran músico de Aguascalientes y de inmediato busqué la información, sí, había muerto la que quizás fue la última representante de la generación de grandes músicos nacidos a principios del siglo XX, esa vieja escuela de la que ya casi no queda nadie, o tal vez, insisto, ella fue la última representante de esa manera de tocar el violín tan ortodoxa y purista, respetando las formas y cuidando los más insignificantes detalles, esa generación que no se permitía muchas de las licencias que hoy se suelen permitir los nuevos virtuosos de cualquier instrumento, y no estoy diciendo que esté mal, es más, ni siquiera estoy diciendo que no me gusta, aprecio en gran medida el trabajo de grandes músicos jóvenes como el pianista Leif Ove Andsnes, cuya versión del Concierto para piano No.3 de Rachmaninov la pongo a la altura del que se te ocurra, bueno guardando la respetuosa e insalvable distancia marcado por el pianista Vladimir Horowitz, para quien esto escribe, el mejor intérprete del llamado Rach 3, incluso el mismo Rachmaninov le encargó a este sublime pianista su concierto, pero salvo este caso imposible de superar, la versión del maestro Andsnes es de otro código postal, y como este caso, encontraremos otros, y no me refiero a esos músicos de gran talento, eso es indiscutible, que están situados en esa delgada línea donde termina lo ortodoxo, y más que permitirse ciertas licencias, se permiten verdaderos atrevimientos. Por otro lado, hablando de músicos relativamente jóvenes que son los grandes protagonistas de la escena internacional de la gran música de concierto, me gustaría dedicar próximamente un Banquete a los directores, a esa generación de batutas que siguen una escuela vigente y de moda, con mucha gesticulación, un alto nivel de protagonismo como es el caso de Gustavo Dudamel o en México Alondra de la Parra, pero ya nos dedicaremos de eso en su oportunidad.
Como decíamos, Ida Haendel es de la vieja escuela, ella trabajó con verdaderas leyendas de la música como es el caso de Sergiu Celibidache, Geroge Enescu, Rafael Kubelik, Bernard Haitink, Gerog Solti o Sir Simon Rattle, pero al mismo tiempo era un apasionada del repertorio del siglo XX, hizo majestuosas versiones de los conciertos de Bartók, William Walton o Benjamín Britten.
Ida Haendel representa la prolongación de la vieja escuela y con su muerte, la ejecución virtuosa del violín pierde a una de sus piezas esenciales, cabe ahora preguntarse, ¿y después de Ida Haendel qué?, Admiro mucho el trabajo de músicos como Nigel Kennedy o Ara Malikian y otros más, pero…
Yo tuve la oportunidad de entrevistarla, crucé con ella algunas palabras en la rueda de prensa para promocionar el concierto en el Cervantino con la OSA, desde la primera palabra, desde el primer gesto, te das cuenta de quién se trata, el virtuosismo que escuchamos en sus grabaciones de los conciertos de Wieniawsky, de Sibelius, de Dvorak, Beethoven o Brahms se hace evidente mágicamente al verla sonreír mientras preparaba su concierto con la Sinfónica de Aguascalientes.