Please allow me to introduce myself
I’m a man of wealth and taste
I’ve been around for a long, long year
Stole many a man’s soul to waste
Sympathy for the Devil – The Rolling Stones
Las pasadas manifestaciones públicas del colectivo FRENAA (ese brazo de la ultraderecha que organiza gente para generar una percepción social a favor de derrocar al gobierno federal actual, o –cuando menos- debilitarlo) dieron un par de botones de muestra con los que se retrata de cuerpo entero al grueso de los integrantes de ese movimiento. En uno, tanto con gritos como a través de alguna pancarta, los FRENAA arengaban una consigna que para la historia nacional ha significado vergüenza, muerte, y manipulación social: Viva Cristo Rey. En el otro, una imagen que se popularizó en redes sociales, hubo una pancarta que decía “No quiero que mi sirvienta sea mi autoridad”. De ese calado.
FRENAA no es sólo un grupo de personas cegadas por sus privilegios, con mentalidad chata y derecho a manifestarse. Ese grupo implica peligros que, en defensa de la democracia, debemos prever. En este espacio no abundaremos sobre quiénes y cómo integran este movimiento de marras, ya que el tema se abordó en una emisión anterior de Memoria de espejos rotos (disponible en el enlace https://bit.ly/390AZ0D), pero sí pasaremos una breve lista de los peligros que implica el crecimiento de esta facción.
De entrada, la desinformación que difunden. Pretenden crear la percepción de un fantasma doble: que el comunismo es esencialmente “malo”, y que AMLO es comunista; ergo, es –por extensión- “malo”. Ambas ideas, es sabido, son fundamentalmente falsas. El comunismo no es “malo”, sólo es un modelo de pensamiento económico y político derivado del materialismo histórico-dialéctico cuya pretensión de ser aplicado en diversos momentos en diferentes países no ha tenido los resultados esperados, debido a factores que merecen un análisis aparte. En seguimiento, AMLO no es comunista, no es ni de izquierda, sus políticas son más bien del tipo conservador populista, y es ese populismo lo que la gente con taras que está en FRENAA confunde con comunismo.
Se suma a los peligros el perfil profundamente clasista y racista de la organización. Es comprensible que la clase social privilegiada, que por siglos ha sido beneficiada por estamentos de todo tipo (pigmentocráticos, económicos, religiosos, políticos, de camarilla, etcétera) de pronto se sienta amenazada por una mercadotecnia de gobierno que crea la percepción de la abolición de privilegios de clase. Sin embargo, la respuesta ante esa presunta amenaza ha sido el acentuar un discurso polarizador, que divide a la realidad social en un discurso maniqueo, desde una perspectiva muy nublada sobre la estratificación de clases sociales y la desigualdad económica imperante. Es decir, FRENAA le está haciendo el trabajo sucio a AMLO al darle legitimidad al discurso polarizador del propio ejecutivo.
El tema de la religión no es de soslayarse. FRENAA representa a esa mexicanidad criolla, aspiracionista, blanca, de riqueza heredada por años de desigualdad y despojo, educada en el perfil del colegio privado y la escuela extranjera; una clase social descendiente de lo más rancio del modelo de la hacienda mexicana, de la industria nacional porfiriana; derivada de lo más pernicioso de la cristiada, beneficiaria de los cochupos político-empresariales gestados durante las décadas del PRI en el poder; cuyas afiliaciones religiosas son –sin sorpresa para nadie- católicas, conservadoras, de la misma tendencia antiderechos que el infame Frente Nacional por la Familia y los grupos provida. Arengar Viva Cristo Rey en una manifestación política en Latinoamérica debería ser tan escandaloso como hacer el saludo nazi en Alemania. Lo peor es que tanto AMLO como FRENAA comparten la misma visión arcaica sobre feminismo, género, inclusión de la diversidad sexual, y universalización de derechos.
También, dada la capacidad económica que posee esta organización, es previsible que su discurso desinformado, polarizador, clasista, y rancio, encuentre cajas de resonancia mediática en espacios repetidores cuya línea editorial tenga más apego al dinero que a la ética profesional. Eso es un peligro, sobre todo en un país lego, educado por las televisoras comerciales, con una cultura fincada en el estereotipo telenovelesco, y con un fuerte arraigo a los pensamientos mágico y religioso.
Así, el peligro no es que FRENAA reúna a 20 o a 500 vehículos de lujo con manifestantes whitexicans pidiendo que no los maten de hambre mientras conducen el BMW. El peligro real es que este grupo legitima el discurso maniqueo del presidente, representa lo más pernicioso y putrefacto de nuestra sociedad, y tiene la muy amplia capacidad de exposición que da todo el dinero acopiado en décadas de despojo a la clase trabajadora. Ya no abundaremos sobre el evidente peligro que implica su petición de derrocamiento y de golpe de estado, que para erosionar a la democracia, ya tenemos a la tetramorfosis, quienes –por ahora– detentan legalmente el poder político.
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