El laberinto de AMLO/ Bravuconadas  - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El pasado viernes 17 de julio, arribó al país, en un vuelo especial fletado por la FGR, el controvertido exdirector general de Pemex y cercano colaborador de Enrique Peña Nieto, Emilio Lozoya Austin. Tras un gran montaje publicitario construido por las autoridades mexicanas, y toda la parafernalia preparada para darle mayor dramatismo a quién, a decires de personeros de la 4T, sería el enterrador de los restos del neoliberalismo agazapado. Una espera tras el aterrizaje de tres horas, tiempo durante el cual, se descubrió unos malestares de la estrella caída en desgracia, los médicos en su valoración de Lozoya Austin, descubrieron una anemia y un problema en su esófago, motivo por el cual, sería llevado a un hospital para su atención. Con un impresionante despliegue de camionetas, patrullas, motocicletas, ah, y un patiño, hicieron creer a los medios de comunicación que Emilio Lozoya, sería ingresado en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México. Mientras otros vehículos trasladaban al susodicho a un hospital privado, con todas las medidas de seguridad y discreción.

En la mañanera de ese mismo viernes, Alfonso Durazo, balbuceante, no atinaba a responder los cuestionamientos de su jefe, el presidente López. La improvisación en la toma de decisiones y el diseño de las estrategias de seguridad, eran una vez más exhibidas ante la opinión pública atenta a esa conferencia. El Secretario Durazo, es parte del gabinete de seguridad, pero no lo juntan para las cosas importantes.

Lozoya Austin, no llegó a México como acusado por los tres delitos que la Fiscalía General de la República ha presumido en múltiples ocasiones, a saber, cohecho, lavado de dinero y asociación delictuosa, ya que ninguno de ellos amerita prisión preventiva de oficio, pero ellos, sumados a las acusaciones en contra de la esposa, la madre y la hermana del buen Emilio, hacían el coctel necesario para la “apertura” de la voluntaria colaboración del referido, convirtiéndolo, según el Senador Monreal en “testigo protegido”. Sin embargo, ese mismo día, apenas unas horas después, aparece en las redes sociales un video mostrando un grupo armado con 19 vehículos presumiblemente blindados y más de 70 hombres fuertemente armados y uniformados con ropas similares a las de las fuerzas militares mexicanas, manifestando su lealtad al “Señor Mencho”. El video de dos minutos y medio, hiela la sangre literalmente. Fuerzas del cártel hegemónico que opera en el país, retaba abiertamente al Estado Mexicano, ante la opinión pública. La reacción del Gobierno Federal, en voz del Secretario Durazo, descalificaba el video, señalándolo como un mero montaje. El presidente López en su visita a Jalisco, frente al gobernador Alfaro, señaló, enfático, que ninguna fuerza criminal lo amedrentaría, que juntos, Estados y Federación, harían frente a la amenaza. ¿Cambio de estrategia? ¿adiós a los abrazos? Veremos.

Pero el panorama general de la República, se aderezó también con el desplegado de decenas de intelectuales, periodistas y académicos publicaron a media semana invitando a construir una gran alianza opositora, que enfrente, en el 2021, a las propuestas que la 4T pueda presentar a los comicios de ese año. El presidente López, fiel a su estilo, lo descalificó de plano, y comentó que “los abajo firmantes” extrañaban sus privilegios y la descompuesta vida pública del neoliberalismo que añoraban, que simplemente, “daban pena ajena”. Su reacción fue más virulenta que contra la amenaza a la paz pública y la seguridad que mostraba el video del Señor Mencho.

En este mismo tema, Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente provisional de Morena, anunciaba la suspensión del proceso de renovación de los cuadros dirigentes de ese partido a su cargo, por no existir las condiciones de seguridad sanitaria (bendito coronavirus) para llevarlo a cabo. Así que tendrán que transitar la organización de los comicios del 2021, con la elección de 15 gubernaturas, las locales en otros tantos Estados y la renovación de la Cámara de Diputados, tejer sus alianzas, y compensar la ausencia de López Obrador en las boletas, sujetos y expuestos al fuego amigo.

En medio de todo esto, la pandemia provocada por el coronavirus, siga atacando sin misericordia la salud de los mexicanos, con más de 340 mil contagiados y casi 40 decesos, y las autoridades mexicanas con singular alegría, siguen intentando administrar la crisis sanitaria a través de pintar el país, hoy, entre rojo y naranja, con criterios laxos y poco sólidos, caprichosos. No podemos olvidar que esos colores determinan la apertura o no de diversas actividades en las entidades, sobre todo las económicas, vitales para la estabilidad social y financiera de los Estados. Esta determinación de la Secretaría de Salud, ha provocado la franca rebelión contra el tristemente célebre semáforo epidemiológico, de al menos 5 de las entidades señaladas en rojo para la semana que inicia, Baja California Sur, Quintana Roo, Yucatán, Jalisco y Tabasco, autoimponiéndose el color naranja para esas entidades.

Todo este entorno condiciona el deterioro de la gobernabilidad del país, hoy cuestionada adentro y afuera, los mexicanos cada vez con mayor insistencia señalan aquellos problemas que actualmente dañan su calidad de vida, en materia de salud, sigue persistente el desabasto de medicamentos para aquellas enfermedades catastróficas más allá del coronavirus, destacando por emblemáticos, los niños y mujeres con cáncer. La violencia e inseguridad minando el desarrollo de la vida cotidiana de las personas, el rampante desempleo, sobre todo entre la población joven, sin distingos de género. La violencia contra las mujeres escalando. Los servicios educativos en el limbo, nadie sabe cuando iniciaran las actividades docentes. López Gatell dice que hasta su semáforo esté en verde.

El gobierno se muestra paralizado, en shock, llegando a extremos para optimizar sus recursos a través de una austeridad ya no republicana, sino espartana. Las oficinas públicas federales, ahorrando el 75% de su presupuesto para recursos generales y materiales, retiro de computadoras, con ahorros drásticos en papelería, agua, y otros servicios. Pidiendo a sus funcionarios, aportaciones “voluntarias” de sus ingresos.

Así el laberinto actual de la Cuarta Transformación, el presidente López sin brújula, y nosotros en el medio.


 

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