Palacio Nacional, Ciudad de México. 29 de junio de 2020. El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, responde, en los siguientes términos, a una pregunta sobre la motivación de su inminente viaje a la Unión Americana: “El motivo es el participar en la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, ese es el motivo principal, el motivo del viaje”.
El hombre de cabello plateado agrega: “Esto para México va a significar inversión, es decir, va a seguir llegando inversión foránea” y luego agrega: “Se puede tener una muy buena relación con un país como Estados Unidos que es un país vecino, manteniendo nuestro decoro, nuestra dignidad, nuestra soberanía”.
La escena arriba descrita sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar por qué la perspectiva de nuestros socios comerciales de América del Norte, en los días previos a la entrada en vigor del Tratado México-Estados Unidos-Canadá, difiere del debate que este acontecimiento provoca en México.
El 30 de noviembre de 2018, en Buenos Aires, Argentina, los líderes de los países integrantes del T-MEC –Donald Trump, Justin Trudeau y Enrique Peña Nieto- signaron el acuerdo comercial que reemplazaba al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La rúbrica del convenio otorgaba un triunfo a Trump, quien cumplía una de sus promesas de campaña, y presagiaba un comienzo venturoso para la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
No obstante, lo anterior, dos acontecimientos alteraron los planes: en septiembre de 2019, el premier Justin Trudeau convocó a elecciones generales. Esto significó que la aprobación canadiense del T-MEC tendría que esperar; al mes siguiente, la central obrera AFL-CIO, muy allegada al Partido Demócrata, requirió la inclusión de estándares laborables practicables.
Noviembre de 2019 se caracterizó por las tensas negociaciones para lograr un protocolo modificatorio que satisficiera los intereses de las partes: en el caso de México, respetar la soberanía nacional y rechazar tajantemente cualquier intromisión extranjera en cuestiones laborales; en el caso de los Estados Unidos, satisfacer las demandas del laborismo y tomar en cuenta el punto de vista del Big Business.
El 10 de diciembre de 2019, en Palacio Nacional, la viceprimera ministra, Chrystia Freeland; el subsecretario para América del Norte, Jesús Seade Kuri; y el representante comercial, Robert Lighthizer, signaron, ante la mirada complacida y orgullosa de Andrés Manuel López Obrador, el protocolo modificatorio del T-MEC.
Luego de que, tanto la Cámara de Representantes como el Senado aprobaran el acuerdo, Donald Trump firmó, el 29 de enero de 2020, el T-MEC. Asimismo, Canadá efectuó la ratificación final el 13 de marzo. Sin embargo, la aparición de la Covid-19, un padecimiento infeccioso provocado por el coronavirus, hizo que la prioridad a nivel global y, en especial, en América del Norte se centrará en combatir la pandemia.
Tras repasar los antecedentes, el escribano pretende explicar cuál es -a diferencia de México, en donde el debate se centra en si Andrés Manuel López Obrador debe ir o no a Washington, D.C. y si su presencia en la capital estadounidense puede ser decisiva en la campaña presidencial de Donald Trump- la óptica de nuestros socios ante el arranque del T-MEC.
El 15 de junio del año en curso, el premier Justin Trudeau y AMLO sostuvieron una conversación telefónica. Para los canadienses, el nuevo TLCAN fortalecerá los profundos lazos económicos y contribuirá a salir del marasmo económico provocado por la pandemia del coronavirus.
Dos días más tarde, el embajador Robert Lighthizer compareció ante el Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes. El enviado comercial comentó que el T-MEC era “el mejor acuerdo comercial en la historia estadounidense”1 porque ponía punto final a “los desastrosos tratados comerciales del pasado y colocaba en primer lugar a los negocios, rancheros, granjeros y obreros de los Estados Unidos”2.
Mientras tanto, el 23 de junio, Donald Trump viajó a Yuma, Arizona, para supervisar otra de sus promesas de campaña: la construcción del muro fronterizo con México. En el “Estado del Gran Cañón”, el mandatario estadounidense comentó: “Hemos implementado acuerdos innovadores con México. Quiero felicitar al Presidente de México. Es realmente un gran tipo. Creo que vendrá pronto a Washington, a la Casa Blanca”3.
El día 25, el secretario de Defensa, Mark Esper, anunció que, a petición del Departamento de Seguridad Nacional, hasta 4 mil soldados permanecerán en la frontera con México. El despliegue de los efectivos militares terminará en septiembre de 2021. La función de los elementos castrenses es realizar acciones de detección y monitoreo y proporcionar apoyo logístico4.
El escribano concluye: primero, tanto Canadá como los Estados Unidos perciben al T-MEC como un medio para acelerar la recuperación económica; segundo, en el caso de los estadounidenses, vaya o no AMLO, Donald Trump ya cumplió dos promesas de campaña: reforzar la seguridad en la frontera sur y renegociar el TLCAN; tercero, a cuatro meses de la elección, es mínimo el impacto que AMLO pueda tener en la elección presidencial en los EUA; por último, quizá el único beneficio político que, tanto AMLO como Trump, puedan obtener es el manejo que otorguen al Operativo Rápido y Furioso, en el cual sus respectivos adversarios Barack Obama/Joe Biden y Felipe Calderón estuvieron inmiscuidos.
Aide-Mémoire.- ¿El supuesto apoyo ruso al talibán es otro ejemplo de las Fake News?
1.- Opening Statement of Ambassador Lighthizer to the House Ways and Means Committee https://bit.ly/3ihMa9s
2.- Testimony of Ambassador Robert E. Lighthizer United States Trade Representative House Committee on Ways and Means hearing on the President`s 2020 Trade Policy Agenda June 17, 2020 https://bit.ly/3eZW0L2
3.- Remarks by President Trump in Roundtable on Border Security / Yuma, AZ https://bit.ly/2NLwbCw
4.- Troops to remain at US-Mexico border through 2021 https://bit.ly/2BOW4id