En un patriarcado, como el de Afganistán, es una tragedia el tener solamente hijas y ningún varón en casa. La tradición cuenta que es importante y necesario que nazcan hombres en los senos familiares para que continúen el legado y el nombre de la familia.
Sin embargo, en ocasiones no nacen varones en la familia o fallecen muy jóvenes por lo que ese espacio no puede quedar vacío y tiene que ocuparse por un miembro de la familia, aunque para ello tenga que vivir una verdadera transformación.
Entonces, para poder tener un hijo varón en un seno familiar donde hay solo niñas una de ellas tiene que transformarse para poder cumplir con las actividades que realizan los hombres en la casa y se convierte en Bascha-posh.
Bascha-posh viene del persa, significa vestida como niño y a lo largo de los siglos la tradición ha variado según los usos y costumbres de la sociedad, ahora quizá es cuando enfrenta un mayor cambio.
Decimos entonces que a las niñas se les viste con ropa de niño y se le corta el cabello para que pueda hacer las actividades que llevan a cabo los varones en casa, como ir de compras, trabajar para apoyar al padre y en casos muy radicales, tener la oportunidad de ir a la escuela.
Hay familias donde desde que nacen las niñas las transforman en bascha-posh en caso de que ningún varón llegue a nacer por lo que no se dan cuenta los familiares y vecinos que son niñas hasta que llegan a la pre adolescencia.
Decíamos que, dentro de la tradición, ser bascha-posh ha cambiado con el paso de los siglos.
En un principio las jóvenes que no tenían muy buen ver eran transformadas en bascha-posh para cuidar a las mujeres del harem, así no eran hombres quienes las custodiaban sino mujeres por lo que corrían menor riesgo de ser traicionados los reyes con algún hombre a su servicio.
En aquellos años los bascha-posh portaban uniforme de guardias y al igual que los hombres, llevaban el rostro cubierto por una máscara, no como las de ahora claro, pero formaban parte de su vestimenta para que no pudieran reconocerlos y en su caso, pasar por hombres y no por mujeres.
Con el paso del tiempo y la historia la tradición de bascha-posh se volcó en evitar que las niñas fueran identificadas desde pequeñas para evitar el matrimonio infantil. Vestidas de niños pasan desapercibidas y pueden tener una niñez más normal, aunque algunas de ellas, pese a eso, al tener su primer periodo menstrual son vestidas de niñas y en pocas semanas dadas en matrimonio a temprana edad a quienes ofrecen los mejores dotes a los padres. Una niña puede casarse entonces a partir de los 9 años.
Aunque muchos son los esfuerzos por detener el matrimonio infantil la pobreza es un factor preponderante para que éste no pare.
En la actualidad, y antes, los bascha-posh tienen los mismos derechos que los hombres por lo que “son más libres” pueden salir de casa, ir a jugar y a la escuela, al pasar a niñas la mayor parte de ellas, sí tienen permitido asistir a la escuela, continúan sus estudios mientras esperan el matrimonio o que sus familias les permitan seguir su desarrollo personal.
Pocas familias permiten que continúen como bascha-posh el tiempo que ellas lo decidan. Para los padres es muy fuerte el dejar que sigan siendo “niños” pues son muy criticados y señalados, ellas también sobre todo porque en algunos lugares les es prohibida la entrada no porque sean lugares únicos para hombres sino porque ya no deberían ser bascha-posh y van contra la tradición.
Por el contrario, los bascha-posh que son casadas a las pocas semanas de haberse convertido en niñas viven una experiencia traumática. Pierden su libertad, deben dejar los pantalones y vestir como mujeres, aprender las cosas de las mujeres y en muchos casos, atender de inmediato a un marido.
No todas soportan el matrimonio a tan temprana edad, se dañan a fin de encontrar alguna manera de suicidarse para poner fin a esa tortura. Cuando las casan tan pequeñas las lleva a hogares donde ya hay dos o tres esposas, además de que la madre del esposo tiene mucha autoridad sobre todas, son maltratadas, violadas y si al embarazarse no tienen un varón son despreciadas y tienen múltiples embarazos a fin de lograr lo que tanto esperan en casa, un niño.
Los padres pueden elegir muchas cosas para sus hijos, pero mientras algunas sociedades llevan a cabo diferentes tradiciones, en Afganistán, las niñas sufren el no poder ser libres sino se visten como hombres e irremediablemente dejar de serlo cuando la realidad las atrape.
Lo cierto es que, las sociedades patriarcales continúan dejando a un lado la libertad de decisión y de acción de las mujeres, muchas tradiciones deben de parar y algunos tabúes dejar de serlo para que cada día tengamos una vida más equitativa.
Los bascha-posh son la muestra de que, aun en este siglo, el tener hijos varones es un símbolo de poder, en una creencia arcaica, mientras que el matrimonio infantil es un delito abiertamente aceptado por el simple hecho de preservar un nombre en una sociedad patriarcal.
Laus Deo
@paulanajber