La esquizofrenia a Morena tiene a muchos en Aguascalientes en una disyuntiva perversa sin saberlo. Piensan que si se construye un proyecto alternativo al PAN-Gobierno se podría imponer una versión aterrizada del lopezobradorismo, pero si no, seguirá imponiéndose una vez más, la lógica caudillista, el desenlace y las opciones serían muy similares: caudillismo o caudillismo.
“Ni Morena ni PAN ni Movimiento Ciudadano son iguales aquí, en Jalisco, en Zacatecas o en Guanajuato”
La discusión en México sobre el nivel de la oposición tiene fallas de asimetría elementales, la oposición no se puede definir desde los ojos del vencedor, además, no se puede hablar de oposición en abstracto, tendríamos que valorar continuamente a las múltiples oposiciones, por momentos y por regiones. Ni Morena ni PAN ni Movimiento Ciudadano son iguales aquí, en Jalisco, en Zacatecas o en Guanajuato. Las oposiciones son divergentes y singulares, aunque limitadas, las más serias buscan su autenticidad en medio de la paradoja: ser uno siendo como los otros.
Al igual pasa con la corrupción, el término en singular refiere a todo y nada. Tan complejo es, que la ley no la define como tal, sino por como se materializa, abuso de poder o cohecho son ejemplos. Entonces, porqué no pensar en corrupciones, en múltiples de formatos y formas.
Las corrupciones se pueden vestir de galantería, de astucia banal o hasta de vulgares atracos, sin embargo, el resultado es el mismo, nuestra decadencia pública nos orilla al desprecio por lo público y a pensar la política en una elemental, penosa y tristísima compra de votos: así se disminuye las políticas a la política, las corrupciones a la corrupción y las oposiciones a una sola oposición.
Pasar de lo estratégico a lo táctico entorpece a los proyectos políticos en Aguascalientes que, sin ningún talento, ordinariamente se voltea a ver a los palacios para trazar rutas. Es decir, se vislumbran en su creatividad la mega campaña, pero no son capaces de aterrizarla con ideas disruptivas que no vengan de la oficina del oficialismo. Esos monumentos que, desde la órbita de sus coronas, creen apropiarse de los poderes, espacios públicos y a veces hasta privados: creen controlar la opinión, la abstención y hasta estimar el futuro.
La desconexión con la ciudadanía es tal, que la sobrevaloración del político ha hecho que emerjan una cantidad presumible de cuasi-comunidades virtuales para hablarse entre narices y ombligos: no le hablan a nadie más que así mismos. La sacudida al estatus político es tan necesaria como evitar que se incendie tu casa cuando la del vecino ya se quemó.
Para romper el encapsulamiento de la polarización que desde el megáfono presidencial nos recetan, en la dinámica local hace falta algo de imaginación y talante democrático. Que las oposiciones se consoliden, alrededor de las causas y no de las personas, puede ser la mejor noticia para la vida pública local. Si imaginamos las oposiciones locales que se pueden construir desde los partidos, las OSC, las universidades o las instituciones estaríamos frente a otro escenario menos polarizado y con más futuro. Insisto, alrededor de las causas y no de las personas.
No se puede denunciar la corrupción con miopía ni ser democráticos a modo. Pasar otros tres años o más sin oposiciones fuertes nos encadenaría al yugo de la familia real, de los de ahora: al final la élite en el poder seguirá decidiendo, por este o por aquel partido, pero lejos de lo que nuestra sociedad necesita. Lo lamentable de ese escenario, es que, si no se construyen oposiciones, eso podría convertirse en nuestra condena. Todavía nos quedan horas, semanas y meses cruciales para construirlas.