Hay algo que nadie sabe: tú Adrián, Arturo Robles Apodaca y yo estábamos por arrancar una seria lucha contra el suicidio en Aguascalientes. Hay muertes como la tuya con las que muere la esperanza para muchos. Si tú vivieras, Adrián, habríamos trabajado duro para combatir la auto-inmolación como una opción; no sé si lo habríamos logrado pero, como tú decías, con una sola vida que conservemos valdría la pena. Sin tu espíritu generoso la fundación no podrá ser y muchas vidas se estrellarán en una cañada sin que podamos evitarlo.
Adrián Ventura Dávila tomó su avioneta, en una soleada mañana de un viernes 5 de junio de 2020 en calidad de copiloto y voló directo hacia el cielo, paseando entre las nubes como lo habría hecho otras tantas ocasiones pues, amaba volar, amaba viajar, amaba conocer nuevos sitios y admirar tantas bellezas ¡Adrián amaba la vida! Tanto como a sus amigos, sus padres y hermanas, sus hijas e hijo; la política y el servicio público, el derecho, los negocios y la filantropía.
Hay algo que nadie sabe: en tu avioneta de viaje permanente, viajaba un perrito ¡Porque eras amigo de los perros! y benefactor de los protectores de animales que nunca escuchamos la palabra “no” de tus labios. –Sí, maestra, con gusto- me decías en tono suave y sereno, y ese sí se convertía en el pago de cuentas de veterinarios, en traslados de animales heridos, en pago de hospitalizaciones y pensiones para perros sin techo. ¡Sí! dijiste a los perros en situación de calle que pasaron a vivir en el jardín de la notaría 55. Si tu vivieras Adrián los tratamientos más complicados para perros en desgracia serían costeados, pero ya no será posible y sólo podremos brindarles sacrificios humanitarios; no hay nadie tan generoso para costearlos, no abundan los corazones como el tuyo.
Hay algo que nadie sabía y es que no te movía el interés económico por gobernar Aguascalientes; te movía el amor por nuestra querida tierra. Largas horas pasamos tomando Coca-Cola light mientras diseñábamos el plan de gobierno que no llegará a escribirse, ni ejecutarse. Nadie sabía que te preocupaba dejarles a tus hijas e hijo un Aguascalientes sin rumbo; en manos de la opacidad, del contubernio con grupos delincuenciales, de la frivolidad y la improvisación. Si tú vivieras, Adrián, serías al menos un extraordinario rival a vencer, pero con tu vuelo sin fin, dejas el camino libre a rapaces y baladíes. El 05 de junio fue jornada electoral para alguna o alguno que no pudieron disimular su sonrisa triunfal.
Si tú vivieras, Tayde, Alejandro, María Fernanda y Sofía no tendrían que aprender a comunicarse contigo a través de los whats que van al cielo; Paty y Alejandra no tendrían que aprender a ser padre y madre a la vez pues, ya no estarás para compartir alegrías y tristezas; Arturo Robles, Raúl Reyes Agüero, Beto Viveros y Enrique Rangel (Quique Maracas) tendrían a su socio-amigo, su compadre, su compañero de tantos viajes, su compañero de aventuras. Cada uno de tus amigos, decían que tú eras su mejor amigo y no se equivocaban: en verdad lo eras.
Hay algo que tú no sabes: fuiste el orgullo de mi amigo el profesor Herminio Ventura, tu padre; la fortuna de tu madre Laura y el amigo-hermano cómplice de Irina y Marcela. Tus padres y hermanas perdieron mucho más que un hijo o un hermano. Si tú vivieras no tendrían que vivir en la eterna esperanza de un milagro, aunque yo les deseo que sea así: que cuelguen en su puerta un farol, símbolo de quienes conservan viva la certeza de volver a ver a la persona que aman.
El dolor paralizó la pluma que escribe estas líneas e interrumpió la crónica de una terrible pandemia en Aguascalientes: 97 defunciones, 2,212 casos de infección confirmados al arribar a la doceava semana que llegó el virus al terruño. Por eso fue, Adrián, que tu velación y sepelio se convirtieron en eventos para pocos cuando hubieran querido estar muchos. Hay algo que tú no sabes, y es que para algunos y algunas cobardes como yo, las restricciones para acceder a tu despedida terrenal se convirtieron en el alivio de la excusa pues, para ser honesta yo no quería estar ahí: hay seres como tú con tanto para dar en vida, con tanto por hacer por la vida de otros, con tanta vida en torno suyo; que uno no puede concederle a la muerte el significado convencionalmente acordado. Lo diré con sencillez ¡Yo no creo en tu muerte!
Mi versión de lo acontecido un viernes 5 de junio de 2020, es que tomaste muy temprano tu avioneta para ser el copiloto. Acompañado de tu familia política y su fiel mascota, te elevaste con gran emoción hacia el cielo. Al tomar altura contemplaste las nubes, sentiste el aire cálido y húmedo de junio y escuchaste el suave rumor de las aspas y el motor. De pronto algo llamó tu atención y era un sonido rítmico en alguna playa desconocida donde un grupo originario celebraba algo importante y quisiste saber qué era. ¡Vayamos hacia allá! Instruiste a Polo, el piloto; para bajar a conocer ese lugar y esas alegres personas. Tú y tus acompañantes fueron bienvenidos y hubo dulces atenciones para el pequeño perrito. Al día siguiente partiste del lugar con la intención de regresar ¡Pero! recordaste ese lugar exótico a donde fuiste con Beto Viveros; donde las mujeres bailan cubiertas de velos de colores y los hombres fuman peculiares pipas y decidiste ir ahí; Polo el copiloto, con una sonrisa en los labios decidió complacerte y tus acompañantes se mostraron encantados, tanto como el peludo de pelo blanco que ladraba entusiasmado; así al día siguiente y al día siguiente y al día siguiente.
Hay algo que nadie sabe, Adrián Ventura, y es que algún día, volverás para llevar en tu vuelo eterno a Rocío tu esposa; será cuando sea su momento y su tiempo. Hay quienes se preguntan cómo puede Rocío Ávila con el dolor de dejar ir a sus padres y su hermana contigo, pero yo creo que ella lo sabe: sabe que puede confiar en ti. Sabe que le prometiste llevar a su hermana y sus papás con ella a donde esté y así será cuando deba de ser; sabe que cumplirás tu palabra.
Adrián Ventura volverá a Aguascalientes muchas veces para transportar a sus seres amados, de una en una y de uno en uno al cielo. También vendrá por los perritos que tanto amó. Con seguridad, algún día Dios le pedirá una cocinera-política y mi cocina se honrará con tu presencia en donde te espero con un bolillo con crema y chile en vinagre que esta vez será para llevar.
Hay algo que nadie sabe Adrián, y es que los seres como tú no pueden morir, es innecesario decir “si tú vivieras”; porque sigues viajando y sigues viviendo.