La lucha ante lo invisible tenía, tiene una sola acción de guerra para continuar, salvarte de una enfermedad de la que aún se sabe poco y que llena los hospitales y hace más numerosas las defunciones.
Por primera vez para salvarnos lo único que necesitamos es no hacer nada, quedarnos en casa, y en pijama lograr lo que se aleja más de ser una realidad, terminar con la pandemia.
Siempre nos dicen que nos movamos que hagamos “algo” para cambiar la situación y ver un beneficio, obtener algo, sin embargo, cuando tuvimos la oportunidad de no hacer nada en Aguascalientes paró quizá lo que no debía haber parado, los pequeños negocios que cerraron por ti y por mí y que nunca volverán abrir las puertas porque tú, ese mismo que busco ser salvado por la pandemia, decidiste salir y andar por ahí moviéndote, contagiando a tus seres queridos y desconocidos, aumentado el caos y la saturación de los hospitales.
¿Será que los mexicanos, los aguascalentenses se sienten inmortales? o es el egoísmo lo que no permite que haya respeto a las normas de sana distancia, de sanidad o la lección para este terruño no es parar todo con tal de erradicar la pandemia llamada Covid sino el perder casi todo, familia, trabajo, negocio, estabilidad económica y oportunidades para darse cuenta que lo único que había que hacer, para vivir, era quedarse en casa, agradecer lo que teníamos y evitar una catástrofe más grande que cualquier pandemia, la testarudez y la inconsciencia, esa que nos lleva a no lavarnos las manos, a no creer en un virus, a no informarnos pero si hacer caso a las banalidades de las redes sociales para finalmente ser parte de esas conspiraciones que pasan en cadena por WhatsApp para nosotros mismos terminar con la humanidad gracias a nuestra credulidad.
Podemos creer lo que queramos, lo que nos dice el vecino, lo que nos llama la atención en un texto leído en un mensaje, pero no tenemos la curiosidad de comprobar que las cosas sean ciertas, que la información es falsa y aseguramos entonces que es más valiosa la ignorancia que la verdad.
Ahora y en muchos meses hablaremos de los muertos del Covid como los mártires de López-Gatell, de López Obrador y de Martín Orozco, de aquellos políticos que se lavaron las manos apelando la prudencia de su pueblo, de esos ciudadanos quienes obedientemente, seguirían la sana distancia, las medidas de higiene y el uso de cubrebocas, sabiendo de antemano que no lo harán pues si fuera así los mexicanos y nosotros los aguascalentenses hubiésemos sido más prudentes, mucho antes sobre todo en los grandes problemas que nos aquejan como la diabetes, la obesidad así como las enfermedades cardiacas derivadas de la mala alimentación.
La alimentación saludable es, como el uso del cubrebocas, una decisión personal los doctores apelan al buen juicio y las ganas de vivir de los pacientes, pero, los antojos los hacen recaer en las dietas que los llevan al borde de la muerte.
No es una cuestión de super poderes, pues nadie los tiene sino de saber que no tenemos hábitos, conciencia, que preferimos salir y mantenernos en nuestra zona de confort que poder encontrar una solución no haciendo nada, nada.
¿Cuál es la condición que nos lleva a sentirnos inmortales? El que solo algunos manifiestan síntomas de Covid graves o que no lo vemos como las bombas que caen en las guerras y por tanto no existe, mientras algunas familias, aquí en este estado ya han visto perecer a su padre, hermano y lamentan no haber creído que existía o que fueron portadores y ahora otros sufren las consecuencias por la decisión de salir y andar por ahí.
Tenemos la cantidad de habitantes perfecta para marcar la diferencia, para realizar pruebas a toda la población, para hacer estudios, estadísticas, sin embargo, nuestro gobierno se pierde en posturas y visitas para las redes sociales, sin que reaccione como verdadero sistema de salud. Hay un brote y se investiga con quienes estuvieron, se aíslan y no esperan a que la población lo haga, como gobierno toman acción y no permiten que se incremente la pandemia, se invierte en ella pues al final todos somos Aguascalientes y todos, todos somos importantes.
Es tan difícil hacer las cosas bien lo correcto que si fuera diferente esta pandemia ya hubiera acabado y entonces ¿cuál es el verdadero aprendizaje de todo esto? Hacer lo correcto, reflexionar sobre nuestra existencia, volver a lo ecológico, volver a ser HUMANOS.
Valoramos tantas cosas que en estos momentos son irrelevantes y la sola acción es la más difícil de hacer, quedarnos en casa o por lo menos, tener un espacio limitado de convivencia.
Si los bailes del Covid son ciertos me pregunto si las personas que asisten tienen seguridad social pública o privada y si previeron los gastos que les llevaría 1 o 5 horas de diversión inconsciente, egoísta. Notablemente todos tenemos menos oportunidades laborales en este momento y entonces cómo se costean los gastos médicos ante una pandemia cuando los empleos son eventuales o las empresas no otorgan prestaciones a sus empleados ¿cuánto cuesta una semana de hospitalización en el Hospital Hidalgo? ¿algunos días en terapia intensiva? ¿qué es más caro para el gobierno ejercer presión para que nos quedemos en casa o alargar la pandemia ante las presiones?
Es el momento de ver por nosotros, solo por nosotros sin esperar algo del gobierno o del vecino, si no me cuido y quedo en casa yo quizá, quizá en los próximos meses veré aumentar la pobreza en números estratosféricos, caos por el cierre de las microempresas y gobierno sin dinero por inyectar capital en apoyos cuando nos debió mantener en casa, mediante otras opciones, sin abrir puertas de negocios estableciendo otro tipo de solución que no hubiera sido dejar a cada ciudadano la opción de cuidar su salud cuando no se es responsable de sí mismo tampoco se puede ser de alguien más.
Laus Deo
@paulanajber