El presidente López Obrador repite una y otra vez que en su gobierno no hay corrupción, que “se acabó el bandidaje oficial”. Sin embargo, cada semana que transcurre de este sexenio salen a la luz nuevos señalamientos de actos de corrupción entre sus cercanos colaboradores. La realidad exhibe que “los negocios al amparo del poder”, el pillaje y el amiguismo, forman parte del ADN de la 4T.
El tabasqueño sabe pagar bien a sus amigos. Basta recordar que como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, su consentido, José María Riobóo, recibió de manera directa, entre 2002 y 2005, cuatro contratos para la construcción del Segundo Piso del Periférico, que ascendían a poco más de 170 millones de pesos. Sin olvidar, claro esta, que la información más detallada de la obra fue reservada por el propio GDF.
Lo mismo pasa en el ámbito federal. Diferentes investigaciones periodísticas han revelado los jugosos negocios que han hecho empresas y personajes con la llegada de Morena y de López Obrador a la Presidencia de la República. Incluso lo han hecho en medio de la pandemia.
Hace unas semanas, un reportaje del portal LatinUs reveló que la empresa Jet Van Car Rental recibió 11 contratos de manera directa, que sumaban 600 millones de pesos, para prestar el servicio de renta de autos a funcionarios del gobierno federal.
Mexicanos Unidos contra la Corrupción reveló como el IMSS compró ventiladores para pacientes con Covid19, con sobreprecio, a la empresa Cyber Robotics Solutions, que pertenece al hijo de Manuel Bartlett, otro personaje muy cercano y leal al presidente.
El velo de la corrupción se extiende incluso a las obras y programas emblema de este gobierno. En el caso de la refinería Dos Bocas, no sólo se ha señalado a la titular de Energía, Rocío Nahle por beneficiar con jugosos contratos a su compadre, Arturo Quintanilla; sino también se ha dicho que en la construcción de este elefante blanco participaran consorcios señalados por otorgar millonarios sobornos en el caso de Odebrecht: Bechtel-Technic, Worley-Parsons-Jacobs, KBR y Technip.
En Tren Maya la historia es similar: las dos empresas que participarán en la construcción del Tramo 1 y 2, FCC Construcción S.A. y China Communications Construction Company, han sido señaladas e incluso sancionadas por practicas fraudulentas y sobornos. Además, un reportaje de la revista Proceso reveló que el jefe de Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, fundador de EnerAll, guarda un especial interés en el proyecto porque su empresa se vería beneficiada por la explotación de la agroindustria de la región, a partir de la entrada en operaciones del tren.
Con los programas sociales, como Sembrando Vida, la misma cosa: moches, tajadas, corrupción, y en la ejecución del presupuesto de diversas entidades del gobierno federal, también lo mismo: ahí están los señalamientos contra la titular de la Conade, confirmados por la Secretaría de la Función Pública en 7 auditorías en las que se han detectado irregularidades en el manejo de los recursos públicos.
El presidente sabe recompensar la lealtad: en el primer año de su gobierno, el 74% de los 2 mil 458 contratos para compras se ha otorgado por adjudicación directa. Por eso, en tiempos de campaña todo mundo quería apoyar y sumarse al movimiento de López Obrador, no porque creyeran que con él vendría el cambio de sistema tan anhelado por millones de mexicanos, sino porque sabían que con el nuevo gobierno de Morena harían jugosos negocios. Lo de la honestidad valiente y el faro de la moralidad es puro cuento.
La corrupción en tiempos de la 4T es rampante, cotidiana, vulgar y está lastimando mucho a México.