Historia de la Gráfica en Aguascalientes. Parte II: Trinidad Pedroza/ En la paz de estos desiertos  - LJA Aguascalientes
23/11/2024

La introducción de las Artes Gráficas en Aguascalientes fue, como recordamos, a través del Taller de José María Chávez, espacio en donde se desarrolló y enseñó el grabado, la litografía, la tipografía y también la fotografía.

Los primeros tipógrafos fueron varios y aún antes del taller de Chávez, en los primeros años de la imprenta hubo en Aguascalientes varios impresores en pequeños talleres de poca duración entre 1826 y 1848, como Felipe Granada, Guadalupe Sandoval o Francisco Jiménez de Sandi.

El grabado se introdujo a través de un taller en la Academia de Dibujo por su entonces director Antonio Valadés entre 1836 y 1839, pero la inestabilidad política y económica local no permitió que se diera continuidad a este tipo de cursos. Antonio Valadés, a quien debemos la introducción de la técnica y la enseñanza de la misma, fue el maestro artesano que enseñó a Chávez el grabado además de la composición tipográfica. En este pequeño mundo de la enseñanza incipiente de las artes gráficas se formaron también nuevos grabadores como Antonio Cornejo y Jesús F. López, quienes presumiblemente habrían tomado clases de dibujo en la Academia Municipal de Dibujo, sin embargo no se destacaron por su técnica y maestría, sin embargo sí se destacaron en la escritura.

Por entonces, en el mundo de la imprenta, los artesanos experimentaron y aprendieron varios de los oficios pero también se formaron como escritores; el nacimiento de las artes gráficas en Aguascalientes está íntimamente relacionado con el mundo de la escritura, había intereses vinculantes como la mejora de las condiciones de los artesanos y la ilustración de la población; para que existieran ambas era necesarios escritores y lectores que coincidían a través de la prensa y los libros. Así surgieron los primeros literatos de Aguascalientes, que fueron además, grabadores y tipógrafos.

Una nueva generación de artesanos se formó desde la infancia en el Taller de Chávez: Sóstenes y Martín W. Chávez y Trinidad Pedroza, todos familiares de José María. Cada uno de ellos se destacaría con los años en alguno de los oficios, por ejemplo Martín, que se inclinó por la tipografía y la escritura., o Sóstenes, a quien le debemos la introducción de la fotografía, pero fue Trinidad quien se destacó dentro de las artes gráficas.

Trinidad Pedroza era hermano menor de Néstora Pedroza, la segunda esposa de José María Chávez, mujer ilustrada que desempeñó un papel importante dentro de la imprenta. Trinidad ingresó al Taller como aprendiz y se formó en la Academia de Dibujo, vinculó ambos conocimientos y a lo largo de los años aprendió y desarrolló las artes gráficas a un nivel superior.

Hombre de confianza de José María se destacó en el grabado y gracias a ello se le confíó la introducción de la litografía, de hecho fue el primer litógrafo de Aguascalientes. Fue el primero, junto con otro joven artesano del taller de Chávez, Vicente Trillo, quien desarrolló con maestría la técnica gráfica. Ambos ilustraban los periódicos y libros del Taller Chávez.

Antes de poder formar su propio taller, Pedroza fue impresor responsable del Taller Chávez junto con Sóstenes tras el fusilamiento de José María, tras la venta del mismo y la libre, formó una sociedad con Martina Arteaga viuda de Martín W. Chávez y abrieron un Taller significativamente novedoso en la Plaza de la ciudad. También fue impresor de gobierno y con este largo camino como impresor responsable de otros talleres finalmente pudo hacerse de su propio taller entre 1870 y 1871.

Entre 1872 y 1873 tuvo talleres alternos entre Aguascalientes y León, después, ya establecido sólo en Aguascalientes, Trinidad tuvo un taller propio que duró muchos años después de sus muerte gracias a la herencia familia. Finalmente cerró 1950,


Es de destacar que en el taller de Pedroza se establecieron pautas modernas en el diseño editorial y gráfico, si bien no podemos hablar de diseño como tal, si reconocemos que rompió con el abigarramiento de su predecesor Chávez y una libertad creativa en la composición. 

Rápidamente Pedroza llevó su taller al más alto nivel, introdujo la primera máquina de vapor y se conviritó en el impresor más importante del Estado. La estabilidad del porfiriato le permitió tener el capital suficiente para mantener su taller por décadas, imprimía los informes o memoria del gobierno local, libros, periódicos y un sin fin de papelería corriente, era sin duda un negocio sólido y pujante.

Trinidad mantuvo vínculos cercanos con la élite local, eso no quiere decir que hayan sido relaciones armoniosas, por el contrario, sin embargo la importancia de su taller fue mucho más allá de cualquier filiación ideológica y política, porque hay que mencionar que fue miembro de grupos liberales, radicales y críticos toda su vida, sin embargo, antes que lo ideológico estaba el hombre pragmático, el liberal defensor del mercado libre.

Una de las relaciones más interesantes que estableció comercialmente fue con el Doctor Jesús Díaz de León, a quien le imprimió el periódico El Instructor y tres de sus libros, entre ellos el Cantar de los Cantares (1891), edición traducida del hebreo al griego, francés, latín, español, alemán e inglés e impresa con caracteres hebreos, góticos alemanes, griegos y otros, lo que le valiera que ya en pleno siglo XX el escritor José Emilio Pacheco llamara a esta edición hidrocálida una joya del Patrimonio Bibliográfico de México, historia que les cuento después.

Pedroza no era el único impresor, más de una veintena de talleres de imprenta se habían establecido en Aguascalientes después del monopolio que mantuvo José María Chávez entre 1849 y 1864. Fue la estabilidad del porfiriato lo que permitió que en Aguascalientes se viviera la etapa más floreciente de la gráfica hasta el momento y que sentara las bases más que sólidas para el desarrollo de las artes en general a finales del siglo XIX y principios del XX.

Pedroza fue, especialmente durante el porfiriato, una especie de puente entre el orígen de la imprenta y la gráfica local y el auge de las artes. Más allá de ser sólo artesano, fue un gran conocedor, maestro y ejecutante de las técnicas gráficas, con una estética propia y con ello, un agente cultural continuador de la primera escuela gráfica de Aguascalientes.

Corredor. Trinidad Pedroza. 1861.

Grabado, madera al hilo.

Colección Blaisten, Fondo Francisco Díaz de León.


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