Frenéticos/ Bajo presión - LJA Aguascalientes
15/11/2024

 

El mundo polarizado de la Cuarta Transformación, en el que todo juicio o expresión política sólo puede estar a favor o en contra de las acciones del gobierno, en el que se ama o se odia al presidente López Obrador, ha eliminado los matices, no hay espacio para la deliberación porque antes de comenzar el diálogo se debe establecer de qué lado se está, como si la discusión de los asuntos de interés público fueran un partido de futbol, sólo importa que un equipo gane, no la belleza del juego, no el desarrollo de la competencia y la satisfacción de los espectadores.

El incuestionable triunfo de López Obrador evidenció lo mejor de nuestro sistema democrático: el cumplimiento de la voluntad ciudadana por encima de la violencia, la ilegalidad y la corrupción. El ascenso a la presidencia fue gracias a la conversión en votos de la frustración, el enojo, el desencanto, de la sociedad contra un sistema que privilegiaba el actuar de las cúpulas en beneficio propio, casi siempre en contra del beneficio de la mayoría.

En el 2000, cuando Vicente Fox sacó de Los Pinos, por primera vez al Partido Revolucionario Institucional, parecía que la alternancia partidista serviría para construir un nuevo modelo democrático que permitiera mejorar el país, combatir la desigualdad, mantener un crecimiento sostenido, mejorar el bienestar para toda la población, ampliar servicios de calidad en todo el territorio y combatir la inseguridad; no fue así, la chabacanería del primer presidente panista no fortaleció las instituciones, por el contrario, basó su gobierno en la estructura priista, dejando intacto los privilegios de unos pocos.

Volvió el PRI, la corrupción e ineptitud de la administración de Enrique Peña Nieto nos recordó que teníamos en nuestras manos la responsabilidad y capacidad de cambiar el sistema, la elección que ganó López Obrador, sigue siendo un triunfo de todos, incluso de quienes votaron contra él o de quienes salieron a votar sin creer en las instituciones; la polarización de la vida pública, ha logrado que olvidemos este logro colectivo.

Esta simplificación de conmigo o contra mí, de fifís contra conservadores, el juego de buenos y malos, la supuesta batalla de los tetratransformistas contra los corruptos, ha afectado la forma en que nos pensamos como sociedad y hoy permitimos que todo lo bueno se personifique en un dirigente infalible, en vez de fortalecer nuestro actuar colectivo nos rendimos a la profesión de fe en el super hombre.

En un país sin matices, en uno donde se desestima cualquier oposición y se le transforma en adversario, se propicia el surgimiento de otros monstruos, seres que crecen en la democracia, pero que para triunfar la consumen, y ahora han salido a la calle, sin disfraz, sin máscaras, a promover la ilegalidad y la violencia.

El fin de semana, el Frente Nacional Ciudadano (FRENA) convocó en distintas ciudades a manifestaciones contra Andrés Manuel López Obrador, todos tienen derecho a manifestarse, lo que vuelve peligroso estas expresiones es que parten de mentiras y polarizaciones, apostando a que sólo fuera de las reglas del juego se pudiera modificar el sistema. No importa quiénes están detrás de esas ideas, lo hacen faltando a la verdad con tal de conseguir adeptos, de incendiar las calles, califican a la administración de López Obrador de comunista, esparcen el miedo inventando dictaduras y cancelación de derechos, se lanzan en contra de las instituciones demandando la remoción del presidente, faltan a la democracia demandando cambiar las formas de gobierno por vías distintas a las elecciones.

En especial, dinamitan las bases de la participación social, eso es lo más peligroso, reducir la actividad política a la manifestación del enojo, limitar la organización a la proclama, resumir la desobediencia civil al desconocimiento del gobierno; con una estrategia basada en la mentira y la simplificación, frenéticos que demandan combatir fuego con fuego.


Coda. En Nocturno de la democracia mexicana, Héctor Aguilar Camín sintetiza así la situación política del país: “El enardecimiento que gobierno el momento mexicano nubla el juicio pero también marca un rumbo. La agenda urgente de México es la corrupción, la impunidad, la violencia, la baja calidad de los gobiernos, el desprestigio de los partidos y de los políticos”, coincido, nada de esta agenda se resuelve sin nosotros, nada de estos temas encontrarán solución sin la participación ciudadana.

 

@aldan


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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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