Demeritar el talento político de Andrés Manuel López Obrador reduciendo su victoria en las elecciones al tiempo que estuvo en campaña, es un error; menospreciarlo señalando la incongruencia, vulgaridad y falta de tacto de sus declaraciones, no rinde frutos; oponerse al presidente haciendo caso a sus bravatas, es rendirse a hacer política. Convertir al líder de la Cuarta Transformación en la fuente de toda desgracia en el país es un equívoco mayúsculo; mientras no se encuentre una forma distinta de hacer política, de propiciar la participación ciudadana y romper con la polarización que estigmatiza toda crítica a la posición de adversario, a López Obrador todo le seguirá saliendo de acuerdo a su plan.
Las elecciones presidenciales pasadas las ganó un solo hombre, uno que se creó su propia plataforma y sobre ella, no con el partido, se impulsó para que su promesa fuera abrazada por los millones de mexicanos irritados con la creciente corrupción de las autoridades y una brecha cada vez más amplia de desigualdad en todos los ámbitos. Aprovechó las reglas del sistema de partidos para enmascarar a su movimiento y poder convocar a que votaran por él incluso aquellos que no formaban parte de su partido.
Ganó el lopezobradorismo y el esqueleto de Morena, conformado por líderes ambiciosos que sólo saben hacer política a la vieja usanza, se reveló como el partido mediocre que es. Ahora, rumbo a la elección más grande de la historia nacional, la oposición no ha logrado organizarse ni resolver el enigma del triunfo de López Obrador; tan no lo ha logrado, que el PAN llama a conformar una alianza contra el presidente, se pone el saco del BOA (inventado desde Palacio Nacional) e invita, otra vez, al PRD y a Movimiento Ciudadano a “ir coaligados para la elección en la Cámara de Diputados”.
Marko Cortés no aprendió nada de la experiencia de la coalición Por México al Frente, el presidente nacional del PAN tampoco acaba de entender que las elecciones del 2021 son una multitud de comicios locales y está dejando de considerar la ventaja principal que tienen los partidos políticos, que en esta ocasión compiten contra Morena y no contra López Obrador. Con una ingenuidad producto de la necedad, le sigue el juego al presidente y propone, como “primera fuerza de oposición en México”, construir un proyecto que reúna a “todos los ciudadanos que hoy estamos preocupados ante lo que está ocurriendo”, siempre desde la perspectiva de unirlos contra López Obrador, como si los retos a vencer no fueran la desigualdad, la corrupción, la restricción de los derechos, la inseguridad y la violencia sino el presidente.
La jugada política de López Obrador al crear el BOA le sirve al presidente para asegurar la ausencia de crítica durante la segunda mitad de su mandato, pero a Morena le funciona para sin hacer política, de nueva cuenta como rémoras, acceder al poder.
Coda. Sobre la Esfinge, Robert Graves explica en Los mitos griegos que “Hera había enviado recientemente a la Esfinge para castigar la ciudad de Tebas porque Layo había raptado en Pisa al niño Crisipo; habiéndose instalado en el monte Picio, cerca de la ciudad, proponía a cada viajero tebano que pasaba por allí un enigma que le habían enseñado las Tres Musas: «¿Qué ser, con sólo una voz, tiene a veces dos pies, a veces tres, a veces cuatro y es más débil cuantos más pies tiene?» A los que no podían resolver el enigma los estrangulaba y devoraba en el acto (…) Edipo, quien se acercaba a Tebas inmediatamente después de haber matado a Layo, adivinó la respuesta: «El hombre —contestó—, porque se arrastra a gatas cuando es niño, se mantiene firmemente en sus dos pies en la juventud, y se apoya en un bastón en la vejez». La Esfinge, mortificada, saltó desde el monte Picio y se despedazó en el valle de abajo. En vista de esto los tebanos, agradecidos, aclamaron a Edipo como rey”, hasta ahora, ningún partido ha logrado resolver el enigma de la Esfinge.
@aldan