“El hermano de alguien le puede decir: ‘sabes qué, sí te dono, pero me das un terrenito’. Uno esperaría que esto no se presentara, pero sí”, reconoce el doctor Aczel Sánchez, especialista del ISSSTE. Por el momento, casi no se están realizando trasplantes a causa del Covid.
EMEEQUIS.– Lejos de las películas en las que a la víctima se le extrae un órgano en la bañera, para después ponerlo en la hielera y venderlo, lo que realmente existe en México en una simulación jurídica, es decir, casos en los que donantes lo hacen porque van a recibir algo a cambio.
En entrevista con EMEEQUIS, Aczel Sánchez Cedillo, coordinador nacional de trasplantes del ISSSTE, explica que el término de tráfico de órganos se ha acuñado por mucho tiempo, pero hay un término “más correcto”, que es el de la “simulación jurídica”, para realizar trasplantes fuera de la Ley.
“Más que un tráfico de órganos, se refiere a que se llegan a presentar simulaciones para hacer trasplantes, qué quiero decir: que tanto por principios rectores de la Organización Mundial de la Salud como en nuestra Ley General de Salud en México, todos los órganos provenientes de donantes tienen que ser dados de manera altruista, tanto de vivo como de fallecido. Eso significa que no debe haber ningún ánimo de lucro ni remuneración económica por recibirlo”.
Desafortunadamente, se ha detectado que en algunos casos no es así; por ejemplo, en la mayor parte de donaciones de personas vivas, se pacta sin interés, normalmente es entre familiares. No obstante, hay ocasiones en que se pide algo a cambio. “El hermano de alguien le puede decir: ‘sabes qué, sí te dono, pero me das un terrenito’. Uno esperaría que esto no se presentara, pero sí”, señala.
“No siempre tenemos la posibilidad de garantizar que no existe lucro, porque precisamente existen actos de simulación jurídica en los que, digamos, hay coacción por la donación”.
El pasado 11 de junio, EMEEQUIS publicó el caso de un hombre acaudalado de 81 años que en 2018 recibió un riñón de un joven de 20 años que ni conocía. Un correo enviado a autoridades de salud de México reveló una red de tráfico de órganos en un hospital privado del país. El hombre, antes de la operación, dijo que contaba con “altos” contactos que podían ayudarlo a comprar un órgano.
ASÍ EVADEN LAS REGLAS
Evitar esto depende de cada programa de trasplantes. Cada uno de tiene un comité interno que, dentro de sus atribuciones legales, tiene la de verificar, en la medida de lo posible, que no exista algún acto de corrupción en la realización del trasplante. En los procesos intervienen psicólogos, psiquiatras, el responsable jurídico del hospital, los mismos doctores, quienes de repente llegan a detectar desviaciones.
“Puede haber alguien que ‘quiere donar’, pero realmente no, con exámenes médicos y con la evaluación psicológica, a veces se identifica. El comité interno, dentro de sus atribuciones como órgano colegiado, dice: sabes qué, aunque ellos (paciente y donante) digan que no hay lucro, nosotros detectamos que sí. Entonces el trasplante no se realiza”.
Eso se puede hacer y sucede, pero de todos los miles de trasplantes que se hacen al año, es difícil saber en cuántos de ellos se eliminó por completo el ánimo de lucro, indica Sánchez Cedillo.
“Por eso decir que no existe el tráfico de órganos es una realidad. No es posible que alguien le saque un órgano a alguien en una bañera, como sale en las películas, lo meta a una hielera, y después vaya con un médico y le diga ‘oye aquí traigo un órgano ¿lo quieres?’. Y que el médico le diga: ‘sí’. Eso no es factible, porque el trasplante es un procedimiento complejo, hay que hacer una serie de estudios antes. Pero sí existe el otro aspecto (la simulación jurídica). Desafortunadamente, todavía no sabemos qué tan efectivas sean las medidas que se toman para evitar que se presente la simulación jurídica para realizar trasplantes”.
Respecto a si se pueden dar actos de corrupción en la lista de espera en la que, de acuerdo con el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra), hay más de 23 mil pacientes aguardando un órgano, apunta que es más sencillo evitarlos por el esquema en el que opera.
“Habitualmente, las donaciones en las que han perdido la vida los donantes, no saben a quién y a dónde van sus órganos. Existen lineamientos bien establecidos por la Ley para que la distribución sea equitativa y supervisada directamente por los órganos reguladores y con estricto apego a criterios médicos de compatibilidad con el receptor. Ahí se busca el máximo beneficio dentro de hospitales, que muchas veces no tienen nada que ver con el hospital donde se hizo la procuración de los órganos”.
Refiere que en donantes fallecidos es donde más se puede garantizar que no hay un acto de simulación, “no nos hemos dado cuenta de cómo pueda ser y no se ven resquicios donde se pueda instalar ahí la corrupción”.
TIEMPOS DIFÍCILES
Este año, en el primer trimestre antes de la recomendación del Cenatra de suspender los programas de trasplantes en el país, se lograron concretar mil 492 operaciones: 819 de córnea, 625 de riñón, 42 de hígado y seis de corazón.
Los trasplantes realizados durante los primeros tres meses del año cayeron 6.75% respecto al número de procedimientos que se llevaron a cabo en igual periodo de 2019.
El doctor Aczel Sánchez acepta que el Covid-19 trajo retos mayores para los trasplantes y donaciones. En México, como en muchos países, en estos meses de contingencia sanitaria llegan a tasa cero. Con ello, la tasa de mortalidad en los pacientes en lista de espera crecerá inevitablemente.
Detalla que ya se está revisando cómo se pueden ir reactivando los programas de trasplante en el país, que tendrán que ser escalonados, siguiendo la lógica del semáforo de la Secretaría de Salud. Se está planteando la adecuación de zonas de bajo riesgo de contagio, es decir, que se tenga libre lo más que se pueda de Covid-19.
El que se vuelvan a hacer trasplantes dependerá de cuánto se vaya bajando el índice de ocupación en hospitales y también de la transmisión comunitaria.
“Se ha intentado no suspender estos programas en muchas partes del país, pero la verdad es que, como en todo, el mundo el riesgo es muy alto, porque cuando trasplantamos a alguien, después le damos inmunosupresión y este es un factor de riesgo importante: el bajar las defensas para que el órgano no se rechace, pero por otro lado le damos una ayudadita al virus”.
También supondrá un reto la procuración de órganos de donantes muertos, pues se requerirán hacer pruebas repetidas para descartar la existencia de Covid-19. El año pasado se concretaron 2 mil 493 donaciones de personas fallecidas.
MUCHOS A LA ESPERA
Hace unos días EMEEQUIS publicó la historia de Pablo Trejo Olguín, quien a cuatro días de su trasplante de riñón le suspendieron la operación, pero no es el único.
Agustín, un paciente con cirrosis avanzada, asegura que era el siguiente en la lista para tener un hígado nuevo.
Desde hace tres años le detectaron la enfermedad, ha tenido varios episodios de hemorragia, pero a finales de 2018 tuvo el más grave, ahí pensó que iba a morir, pero no. Ahora sólo espera que el coronavirus no complique la llegada del órgano que tanto espera.
Agustín, de 46 años, ya sólo estaba en exámenes médicos de rutina para asegurar que esté en óptimas condiciones para recibir el hígado. “Ahorita no hay nadie quien me atienda, no hay doctores”.
“Me dijo mi doctor que él me iba mandar un mensaje, pero no me ha mandado nada, yo creo que es porque va a seguir esto y ahí donde me atienden, ahí están los enfermos del coronavirus”.
Al igual que muchos otros enfermos, sólo sigue con su tratamiento y cuidándose mucho. Él no puede quedarse guardado en casa, tiene que salir a trabajar en un autolavado para subsistir. Asegura que está bien, porque no tiene mucho contacto con la gente y no hace mucho esfuerzo.
Agustín se está atendiendo en el Hospital General de México. Dice que hace siete meses ya le habían dicho que podía recibir un hígado, pero había otra persona más grave que él, por lo que accedió a esperar un poco más. Ahora no sabe cuándo será.
@ptcervantes