Hoy en día es común que escuchemos y leamos sobre los libros más vendidos del año o de cómo una novela se convirtió en un boom mundial. También, estamos habituados a que esas u otras novelas se conviertan en sagas de películas como “El Señor de los anillos” y “Harry Potter”, o en series populares como “Juego de Tronos”.
Estamos muy habituados a estos fenómenos y somos parte de ellos, los consumimos en un soporte u otro, discutimos la veracidad y adaptación de la novela al cine o televisión, tomamos partido, hacemos críticas, juegos, clubes de fans, en pocas palabras, nos apropiamos de ellas y las dotamos de significados.
Uno de los principales elementos para que esto suceda es que podemos tenerlas, su accesibilidad en cualquier rincón del mundo es lo que nos permite decir que estamos ante un suceso mundial. Este fenómeno de acceso a la literatura y sus derivados contenidos audiovisuales basados en ella es parte de nuestro entretenimiento cotidiano pero ¿cuándo inició este fenómeno?
Mucho antes de la invención del acetato de celulosa y el cine, la literatura vivió la “mundialización” de sus contenidos a través de los libros y la prensa. Gracias a los procesos democráticos del siglo XIX, las independencias y la libertad de imprenta, la alfabetización se convirtió en una de las principales políticas de los nacientes gobiernos liberales y con ello el público lector se incrementó. Obreros, campesinos, niños y mujeres fueron los nuevos lectores y surgieron, por lo tanto, nuevos contenidos.
La literatura, entonces, conoce uno de los momentos brillantes de su historia y con ella, sus autores en pleno romanticismo, se convirtieron en grandes personajes que trascendieron fronteras. Pero estamos hablando del siglo XIX, no había televisión, grandes medios de comunicación ni cine y sin embargo Alejandro Dumas, Víctor Hugo, William Blake, las hermanas Brontë, Gustavo Adolfo Bécquer, Honoré de Balzac, Mary Shelley y muchos otros más, fueron leídos más allá de sus países de origen.
Ninguno de los anteriores autores ni sus novelas fueron tan populares como Eugène Sue (París, 1804-1857), considerado por la literatura universal y la crítica literaria como un autor no tan notable como los otros, fue un médico de profesión que escribió más de diez novelas, dos ellas las más conocidas: Los misterios de París y El judío errante. Pese a las críticas, Sue fue de los autores más leídos del romanticismo francés gracias a la novela por entregas, lo que lo convirtió en un best seller mundial.
La literatura de folletín fue un método revolucionario de lectura que consistía en imprimir en la parte inferior de los diarios fragmentos de una obra literaria, en su mayoría novelas, que podía ser recortada y unida para encuadernar al final de su edición. Este sistema de literatura por entregas es el origen de las telenovelas y las series contemporáneas, y generaban esa misma sensación de intriga, incertidumbre y anhelo por saber el destino de sus protagonistas, lo que explica que se convirtiera en un método infalible de difusión y acceso a la lectura, con ello podemos explicar parte de su popularidad.
Los misterios de París (Journal des Débats, 1842-1843) es una novela que devela los secretos y miserias de la vida de las ciudades modernas, de la desigualdad social, del crimen y la intrincada trama social entre sus distintos actores. La trascendencia de esta novela en su época fue para Umberto Eco (Italia, 1932-2016) porque de alguna manera “denunció el escándalo de la miseria”.
Con Los misterios de París se inicia el fenómeno literario de apropiación en Europa, América y Asia de los llamados Misterios Urbanos, esto es, muchas ciudades del mundo occidental imitaron la obra de Sue y la adaptaron a sus propias realidades, así surgieron Los misterios de Londres, Los misterios de Ruán, Los bajos fondos de Petersburgo, Los misterios de Lisboa y la mexicana Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno, entre muchas otras.
La literatura de folletín se introdujo en México en el periódico El Siglo XIX en septiembre de 1845 con la obra de Sue Los misterios de París y con ello se modificó la manera en que la literatura alcanzó a más lectores mexicanos. Pese a ser un obra prohibida por el vaticano y gobiernos como el español, Los misterios del pueblo y la también obra de Sue El judío errante, circularon en México sin mayor complicación y alcanzaron su distribución por gran parte del territorio nacional.
Esta ola literaria llegó a Aguascalientes no sólo a través de la distribución de los periódicos de circulación nacional como El Siglo XIX y El Monitor Republicano y su literatura de folletín, sino como parte de ese fenómeno de apropiación a través del proceso de edición.
En 1851, José María Chávez (1812-1864), impresor-editor, político liberal y posterior gobernador de Aguascalientes, público en formato libro Los misterios del pueblo. El proceso del impresor fue el siguiente: leyó a través de El Monitor Republicano la novela de Sue y entonces decidió hacer la composición de la obra en sus propias prensas, conformó en un tomo los dos primeros y únicos del periódico, los encuadernó y los vendió por la región de Aguascalientes, Zacatecas y Jalisco como edición propia. De derechos de propiedad intelectual ni hablamos, es un tema que merece su propia entrega.
La importancia de la edición de Chávez radica en que es la primera obra literaria no local impresa en Aguascalientes y por lo tanto, nos habla del proceso de circulación de la literatura mundial. Mientras la obra era publicada en diarios franceses, con unos meses de distancia era leída en los diarios mexicanos y estos a su vez llegaban a varios rincones de la república.
Pero la literatura mundial no sólo era leída, era apropiada. La intención de la apropiación y distribución de la edición de Chávez fue llegar a un público más amplio, llevar a más rincones una obra literaria que seguramente significó y representó un anhelo propio de revolución, no olvidemos que en 1848 se vivió en Europa “La primavera de los pueblos”, influidas por el socialismo utópico y nutrida de una creciente clase obrera.
Así suceden los procesos de circulación del libro y las ideas. Hace más de ciento sesenta años una obra impresa en Francia, se reeditaba en la provincia mexicana con unos meses de diferencia. La circulación de la letra impresa viajando por el mundo.
@MartinezCaliope