APRO/Xavier Colás
El caso Whelan es uno de esos asuntos internacionales peliculescos que ponen en riesgo las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Rusia. El estadounidense, exinfante de marina de 49 años fue detenido el 28 de diciembre de 2018, acusado de espionaje.
En tres semanas la justicia rusa decidirá la suerte de este hombre que asegura ser turista y está recluido en la prisión moscovita de Lefortovo. El jueves 14 las autoridades le negaron a Whelan la posibilidad de enfrentar su proceso en libertad.
Excombatiente en Irak, Whelan fue capturado cuando tenía en sus manos una memoria flash con “secretos de Estado”. Según el acusado, no sabe el origen de dicha información y asegura que en el dispositivo sólo había fotografías de sus anteriores viajes a Rusia.
De acuerdo con información de la familia del exmilitar y de las propias autoridades rusas, Whelan fue aprehendido en el céntrico hotel moscovita Metropol, y aunque llegó con pasaporte estadounidense, también posee las nacionalidades británica, irlandesa y canadiense.
Información presentada ante el tribunal que lo juzga expone que el detenido había hecho varios viajes a Rusia desde 2007, en los cuales tuvo tiempo para hacer amigos en este país, quienes en 2016 pudieron leer en sus redes sociales su mensaje de euforia por la victoria presidencial de Donald Trump: “¡Adelante, presidente Trump!”.
El juicio se realizará a puerta cerrada y en él se determinará si Whelan cayó en manos de la justicia por una misión malograda o por la traición de un falso amigo.
El Servicio Federal de Seguridad (FSB) asegura que el estadounidense fue capturado cuando realizaba una operación de espionaje, delito castigado con hasta 20 años de cárcel.
Durante la detención, las autoridades locales confiscaron documentos con información que resultó ser secreto de Estado, explicó su abogado, Vladimir Zherebenkov, al portal de noticias Sputnik.
Según la versión de la defensa, Whelan era un visitante frecuente de Rusia y le pidió a una persona no identificada que le enviara un correo electrónico sobre los anteriores viajes que hizo por el país. Como Whelan no pudo descargar las imágenes, le pidió a dicho amigo que las pusiera en una unidad de memoria portátil.
“Esperaba ver en la memoria USB información personal, como fotos o videos sobre los viajes anteriores por Rusia”, explica Zherebenkov, “pero no sabemos cómo esos materiales que contienen secretos de Estado terminaron allí”.
El abogado asegura que su cliente fue detenido antes de que pudiera abrir los archivos. Y no sabe qué le sucedió a la persona que, según los informes, le dio a Whelan la memoria flash.
David Whelan, gemelo del acusado, asegura que el hombre que desencadenó el arresto es un ruso llamado Ilya Yatsenko. “Se conocen desde hace unos 10 años y en un viaje previo en 2018 Paul visitó a su familia. No se trata de alguien que piensas que te vaya a meter en problemas”, explica a Proceso este abogado residente en Canadá.
Según él, Yatsenko y Paul Whelan habían estado juntos en Serguéi Posad, una ciudad al noreste de Moscú con un bello monasterio. “Mi hermano pensó que en la memoria USB había fotos de ese viaje, pero en el momento que te dan una memoria no puedes saber lo que contiene”.
Hasta ahora ha sido imposible conocer quién puso información clasificada en esa memoria y Yatsenko no aparece.
Whelan suma 500 días en la cárcel, durante ese tiempo ha tenido asistencia consular de las embajadas de los países de los que tiene pasaporte. A los pocos días de entrar a prisión los empleados del consulado irlandés le entregaron artículos de aseo enviados por la embajada británica.
De acuerdo con varios medios estadounidenses, la detención y encarcelamiento de Whelan podría ser una respuesta de Moscú por el caso de la ciudadana rusa María Bútina, quien en 2019 salió de una prisión estadounidense después de estar año y medio encarcelada y declararse culpable de conspirar como agente extranjera no registrada. El presidente ruso, Vladimir Putin, siempre sostuvo que las acusaciones eran injustificadas y que ella no cumplía ninguna misión gubernamental. Es lo mismo que Washington dice sobre Whelan.
Pero en Rusia se ve de manera distinta. Alexandr Mijáilov, un general retirado del FSB, en declaraciones a la agencia de noticias RIA Novosti, señaló que la detención de Whelan en Moscú “realmente fue algo gordo”.
“La mayoría de los individuos que el FSB detiene por espionaje son ciudadanos de terceros países o de Rusia, no de Estados Unidos, como en esta ocasión. Si nuestra contrainteligencia no tuviera pruebas contundentes de que el detenido es culpable, no habrían divulgado esa información”, opina Mijáilov.
En 2018, Rusia detuvo a 600 personas pasando información a servicios de espionaje extranjeros, pero sólo uno tenía pasaporte estadounidense: Paul Whelan.