No soy de los que niegan la existencia del bicho este que nos está lastimando sin misericordia, mira, intentaré explicarme, prefiero ser de los ingenuos que tomaron todas las precauciones ante esta terrible pandemia, y no ser de los que no se la creyeron y contagiaron a decenas de personas, no obstante tengo muchas dudas, y bueno, intentaré darme a entender.
No tengo la menor duda de que este virus existe, estoy seguro que hay muchas personas contagiadas, y claro, hay defunciones a consecuencia de este asqueroso, putrefacto y maloliente virus, creo, de hecho, que esto es casi tan malo y perverso como el reggaetón o la banda, es decir, casi tan malo, porque ante la perversidad de este inmundo sonidero nada se compara, pero sí, el virus en cuestión ha hecho mucho daño.
También creo que fue creado, no surgió como un accidente ni es consecuencia de comer murciélago, es una consecuencia de un perverso proceso de laboratorio y que de alguna manera se buscaba desestabilizar esta forma convencional de vida, esto ha venido a modificar y desestabilizar nuestras creencias, nuestros gustos, usos y costumbres, nuestra manera de vivir, entender e interpretar la vida. Este virus vino a colapsar nuestras estructuras y esquemas de vida, nos alejó de las cosas que nos gustan, hizo inalcanzables nuestras tradiciones más arraigadas, pero sobre todo vino a destrozar una de las cosas más sagradas que tenemos y nunca debemos de perder, atentó contra nuestra naturaleza, ahora sucede que está prohibido el acercamiento físico con el fin de mostrar afecto. Nos han dicho que no debemos abrazar a las personas que queremos, no debemos dar la mano, no debemos besar, en pocas palabras, resulta ahora inapropiada esa tendencia natural del ser humano. ¿Estamos conscientes de qué manera nos afecta esta crueldad? Prácticamente el sexo está prohibido y esto afectará, evidentemente la procreación entre muchas otras cosas connaturales al ser humano, en fin, si te das cuenta, nos están diciendo que no debemos practicar muchas cosas que son propias de nuestra naturaleza y nos hacen mejores personas, y para colmo, hasta se pretende alejarnos de las artes, eso que no hace ser y que nos dignifica como seres humanos, y no estoy diciendo que tengamos el arte prohibido, por supuesto que no, no al menos de una manera explícita, pero ya no podemos visitar los museos y galerías, teatros, salas de concierto, cine, presentaciones editoriales, las librerías han permanecido cerradas o con horarios restringidos, se han suspendido conciertos, óperas, festivales –tan propios de este verano nuestro-, conferencias, lecturas de poemas, entregas de premios que siempre han sido abiertos al público, tertulias literarias, mesas de discusión y análisis, cursos, talleres. Ahora es imposible una reunión entre amigos, tomar un café o un trago mientras se comenta una película, un libro, se repasa la discografía completa de Pink Floyd, se intercambian puntos de vista sobre las diferentes versiones de Gymnopédies de Erik Satie, o sobre la impresionante Metamorphosis de Philip Glass, o hablando de minimalismo, intentas convencer a un despistado del inmenso valor de la inmaculada obra de Arvo Pärt.
Todas esas cosas que antes hacíamos sin prejuicios, sin inhibiciones, sin miedo y sin la menor restricción, ahora están controladas, limitadas, incluso prohibidas. ¿Qué está pasando?, ¿qué perversa mente diseñó esta atrocidad? ¿Qué enfermo y perverso espíritu está interesado en que los seres humanos dejemos de abrazarnos, de reunirnos? La sana reunión ahora se ha convertido en la sana distancia, somos seres sociales por naturaleza, ahora se nos pide que actuemos anti natura.
Esta realidad que ahora vivimos es más, mucho más cruel que la robotizada sociedad que nos presenta Aldous Huxley en su obra Un mundo feliz en donde los seres humanos creados en laboratorio tienen un fin específico y han sido creados para desempeñar una labor específica y se dedicarán a eso y nada más. La música está controlada y el lenguaje sinfónico como lo conocemos hoy está prohibido a riesgo de que te pueda llegar a sensibilizar. Por supuesto, el amor es considerado como una atrocidad, incluso una perversión propia de los seres primitivos no civilizados, las relaciones sexuales no son para procrear y, por supuesto, menos para expresar amor; esa es la nueva civilización que nos plantea el escritor inglés en su obra Un mundo feliz, cualquier semejanza con la multicitada nueva normalidad es… ¿mera coincidencia? Ya lo planteaba George Orwell en su obra 1984 en donde encontramos una sagaz manipulación de la información con complejos sistemas de vigilancia masiva, el Big Brother, con el fin de tener el control de todo, incluso del pensamiento, teniendo para ello una policía del pensamiento, y la consecuente represión ante lo que ese tipo de sociedad pueda considerar subversivo, incluso cuando la subversión sea la natural intención de recuperar nuestra humanidad.
Así las cosas, no es difícil darnos cuenta de que a través de esta pandemia, la cual, insisto, no tengo duda de que fue planeada y premeditada, se nos está condicionando a una suerte de obediencia a eso que podríamos llamar el Nuevo Orden Mundial al que de alguna forma le incomoda que seamos, como dice Nietzsche, humanos, demasiado humanos, por lo que están echando a andar un lento pero al parecer irreversible proceso de deshumanización, pero nosotros tenemos la respuesta, como decía John Lennon en su canción Mind Games: “El amor es la respuesta y de seguro lo sabes”, siendo conscientes de ello, no hay que olvidar que siendo el arte una consecuencia lógica del amor, siempre tendremos el arte para liberarnos del caos.