Dolores, generala zapatista de Aguascalientes - LJA Aguascalientes
15/11/2024

A lo largo de nuestras cuatro transformaciones históricas hay miles de mujeres y hombres que se han conducido de manera heroica, los nombres de la mayor parte de estas personas son casi desconocidos para nosotros y están dentro de una enorme anónima colectividad que siendo personas comunes que bien podríamos verlos caminar por nuestras calles, decidieron realizar acciones extraordinarias en beneficio de todo nuestro pueblo.

Algunas de estas personas, a pesar de que en un tiempo fueron protagonistas representativas de su tiempo, ahora están desafortunadamente casi olvidadas para la mayoría de nosotros.

Entre esos casos hay una, Dolores Jiménez y Muro, mujer admirable nacida en Aguascalientes que fue periodista, poeta y general brigadier del Ejército Libertador del Sur al mando del General Emiliano Zapata.

Nacida en nuestra ciudad en 1848 perteneció a una familia liberal que a pesar de la época le permitió tener acceso a la lectura y a ilustrarse, cuando todavía no cumplía los diez años se trasladaron a residir en San Luis Potosí donde en su juventud intercambió ideas con Camilo Arriaga, Paulino Martínez, Filomeno Mata, Juan Sarabia y con otros abogados o estudiantes del Instituto Científico y Literario de San Luis. 

En 1901 participó en el Congreso Liberal, conformó la organización política Hijas de Cuauhtémoc y se unió al Partido Liberal Mexicano (PLM) escribiendo sus primeros artículos periodísticos, ya en 1910 junto con Juana Belén publicaba en la revista “Vésper” y en “El Diario del Hogar”, que dirigía Filomeno Mata en tanto que impulsaba el crecimiento de la agrupación “Socialistas Mexicanas”.

Fue la redactora del Plan de Tacubaya en 1911 vinculado a los postulados del PLM en el que señala que “en nuestro ser político y social es preciso llevar a cabo ciertas reposiciones y reformas, exigidas por las necesidades de la generación contemporánea, las cuales son imposibles de realizar bajo el régimen de un gobierno dictatorial y plutócrata, como el que tenemos” y en el que exigen la restitución de propiedades a afectados por la dictadura porfirista, salarios justos y jornada de ocho horas.

Al encontrar coincidencias ideológicas se vinculó en 1911 al movimiento zapatista donde el General Emiliano Zapata le encomendó redactar el proemio del Plan de Ayala en el que sentencia sobre los anhelos contenidos en ese documento que “es preciso que el proletario, sobre todo el indio, ese mártir de tantos siglos, se regenere y se instruya, a fin de que sea lo que debe ser en no lejano día… y para que esto se realice, es preciso que no tenga hambre; que no lo martirice el frío; que sea el hermano de sus semejantes y no su propiedad menospreciada como ha sido hasta hoy”, y añade sobre la ideología zapatista que “este ideal tan noble y bello, eslabón precioso y complementario de la obra libertaria de 1821 y 1857, es la tercera y grandiosa etapa de nuestra evolución política y social”.

Por su coincidencia ideológica se incorporó en 1913 al Ejército Libertador del Sur por invitación de Emiliano Zapata quien la reconoció como periodista e intelectual, dándole el grado de General Brigadier. 

En esos mismos meses fue detenida por su labor periodística y encarcelada en la prisión de Belén por el gobierno golpista de Victoriano Huerta. Estando bajo proceso el gobierno golpista le ofreció la libertad a cambio de ser negociadora para una solución pacífica con los zapatistas, pero ella lo condicionó a que se liberara a todos los presos políticos del país, se convocara a una convención nacional con todas las fuerzas revolucionarias para que sus exigencias de justicia y derechos sociales fueran plasmados en la Constitución.


Varios meses después pudo salir libre y se incorporó al Ejército Libertador del Sur acompañando a la tropa en su lucha revolucionaria en el campo, escondiéndose en cuevas, viviendo los combates de 1914 hasta 1919 con la muerte de Zapata.

Luego de la muerte de Emiliano Zapata, continuó su labor periodística y a favor de los derechos políticos y laborales de la mujer, falleciendo a los 77 años de edad en 1925 en la Ciudad de México.

La vida de mujeres como Dolores Jiménez y Muro o “Lola” como cariñosamente le llamaban es la de muchos buenos mexicanos que cada día se empeñan en lograr la consolidación de nuestra transformación política.

Desafortunadamente su obra periodística está poco difundida, sus poemas son poco conocidos. Los aguascalentenses tenemos una enorme deuda con esta revolucionaria de izquierda que dejó un enorme legado.

Navegando en la Internet, me encontré con algunos de sus poemas de su infancia y juventud de uno de ellos comparto este fragmento que publicó a los veintiséis años de edad y que me lleva a imaginar la `profunda pasión y amor que Lola tenía por nuestro país:

“Por eso pongo un velo en mis pesares

y lleno de inefables emociones

hoy canto que se exhalan mil cantares

y mil y mil sinceras bendiciones.

Eres ¡Oh! Patria bella, muy amada:

¡Dios quiera que ese amor eterno sea!

¡Qué seas del mundo entero respetada!

¡Qué seas grande, muy grande, y yo lo vea!”


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